De Carmen Laffón (Sevilla, 1934), recientemente nombrada por el Gobierno andaluz ‘Hija Predilecta de Andalucía’, se presentan en el CAAC tres obras pertenecientes a la serie La Viña, realizadas para su exposición individual de 2007 en la Abadía de Santo Domingo de Silos, auspiciada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

En una primera sala del Monasterio de la Cartuja se exhibe esta instalación que, para su actual presentación, ha sido enriquecida con nuevos elementos espaciales –como el muro y el basamento que configuran la obra– y por nuevas espuertas que se suman a las anteriores. El segundo espacio lo componen dos dibujos de gran formato de la misma serie, uno de los cuales ha sido depositado en este centro recientemente.

Proceso de reflexión

El trabajo de esta singular artista, esencial para comprender la introducción de la modernidad en el arte andaluz, está vitalmente relacionado con el paisaje y el viaje por el río Guadalquivir en su transcurrir entre Sevilla y Sanlúcar de Barrameda. Concretamente, la serie La Viña se centra en esta última ciudad, en la zona de La Jara, donde la artista ha ido construyendo su propia viña, que modifica y transforma en un proceso continuado de reflexión que, de alguna manera, muestra una sensibilidad cercana aunque distinta al ‘land art’.

Tras  largos  procesos de observación y análisis de los objetos que encuentra en su entorno y del paisaje que le rodea y sobre el que ella misma interviene, Laffón es capaz de sintetizar con su trabajo lo que de simbólico y cotidiano hay en ellos, rescatando el poso de la memoria, del tiempo y de la propia existencia.

Pintura y poesía

También se presenta en el CAAC una serie de piezas donadas a este centro por Jordi Teixidor (Valencia, 1941). Tras una etapa de abstracción geométrica cercana al minimalismo, su obra evolucionará hacia unos parámetros donde combina lo sensible y lo conceptual, la geometría y el gesto. Los elementos que utiliza para articular su discurso estético desde entonces son el color, la transparencia, la solidez y el equilibrio, junto a la geometría entendida como organización del espacio.

La relación entre pintura y poesía ha sido una constante en la intencionalidad de su trabajo. Aún cuando hay una diferencia de 12 años en la ejecución de las dos obras que se muestran en el CAAC, ambas están unidas por la referencia a la poesía, como subrayan los títulos de las mismas.

Dos poemas

Siete maneras de mirar una mañana de domingo es una obra compuesta por siete piezas al óleo sobre lienzo de 50 x 50 centímetros y realizada de manera que pueda representar la secuencia o cadencia de un verso. Hace referencia al poeta estadounidense Wallace Stevens, que se interesó y escribió frecuentemente sobre las relaciones que pueden establecerse entre las dos maneras de creación. El título se construye a partir de dos poemas suyos: Mañana de Domingo y Trece formas de mirar a un mirlo. Stevens tenía como tema la poesía misma, como en esta obra de Teixidor el tema no es otro que la propia pintura.

Por su parte, Todo es presagio es un óleo sobre lienzo de 190 x 345 centímetros, compuesto por dos piezas y que toma el título de un verso de Antonio Gamoneda, perteneciente al libro Arden las pérdidas, en el que nos habla del olvido, de la desaparición de los límites y de la posibilidad de acercarse a la luz desde la misma oscuridad. Este tema y la utilización del negro con su significación como posición testimonial predominan en las obras de este periodo.