La incorporación en depósito de esta obra a la colecciones del Prado contribuye a completar el discurso de Velázquez como retratista real, ya que se trata de una pintura de extraordinaria calidad, inédita para la investigación y que permite arrojar luz sobre una de las obras capitales del comienzo de la etapa cortesana del pintor.

Esta donación y su depósito suponen la puesta en marcha de American Friends of the Prado Museum, un proyecto impulsado por un grupo de mecenas estadounidenses para contribuir a la difusión y conservación de la colección que alberga el Museo y que ofrece un amplio programa de beneficios a sus miembros, como exenciones fiscales, acceso gratuito y visitas guiadas en inglés.

La obra en cuestión fue adquirida por William B. Jordan en el mercado del arte londinense, donde figuraba como Retrato de don Rodrigo Calderón, debido a una inscripción apócrifa en su parte superior. Jordan procedió a su restauración y estudio, lo que le llevó a plantearse la posibilidad de que se tratase de una obra de Velázquez, en concreto, de un cuadro preparatorio del rostro de Felipe III que el artista incluyó en La expulsión de los moriscos.

Razones para una atribución

Entre las razones que le llevaron a sostener esta atribución están:

  • La edad que aparenta Felipe III es cercana a los 40 años que tenía en 1609, cuando se produjo la expulsión de los moriscos.
  • Desde el punto de vista estilístico es una pintura necesariamente posterior a ese año de 1609. Su redacción obliga a fecharla entre 1623, cuando Velázquez llegó a la corte y difundió un nuevo estilo de retrato real que se ajusta al de esta obra, y 1631, cuando el pintor volvió de Italia, y cambió de manera notable su estilo retratístico.
  • El que Felipe III se encuentre de perfil y eleve su mirada indica que no se trata propiamente de un retrato (generalmente miran de frente), sino ante una imagen susceptible de ser incorporada a una escena de carácter narrativo.
  • La constatación de que las características de esta obra no se corresponden con las propias de otros retratistas activos en la corte en los años 20, como Van der Hamen, Maíno, Diricksen, etc.
  • El estudio de las descripciones de la Expulsión de los moriscos, que sugieren que el retrato de Felipe III que protagoniza el episodio mostraría un gesto similar al de este retrato y una dirección de la mirada parecida.
  • Ese mismo estudio de esas descripciones llevó a W.B. Jordan a plantearse la posibilidad de que La expulsión de los moriscos se concibiera como pendant del cuadro de Tiziano Felipe II ofreciendo al cielo al infante don Fernando (Museo del Prado), que colgaba en el mismo lugar (El Salón Nuevo del Alcázar) al que estaba destinado la pintura de Velázquez. Esa premisa invitaba a la comparación entre el retrato de Felipe II que aparece en este cuadro y el de Felipe III de la Colección Jordan, una comparación que arroja muchos puntos de contacto desde el punto de vista del tamaño, o la actitud.

Ya en el Museo del Prado, el estudio técnico de la pintura y su comparación con otras obras de Velázquez han confirmado que el principal punto de referencia para entender la obra es el maestro sevillano y, específicamente, sus retratos realizados en la segunda parte de la década de 1620.

El análisis del soporte, la radiografía y los rayos infrarrojos arrojan datos técnicos, como la tela, la preparación o la manera de construir la obra, similares a los que aparecen en cuadros de Velázquez fechados en torno a 1627 y, en cualquier caso, anteriores a la vuelta de su primer viaje a Italia.

Por otro lado, la comparación con obras como Felipe IV con armadura, Felipe V a pie y El infante don Carlos, fechadas en torno a 1627-1628, es decir, contemporáneas de La expulsión de los moriscos, muestra reveladoras similitudes de modelado, especialmente en la parte inferior de ambos rostros, la concepción similar de la construcción anatómica de narices y frentes, y un manejo parecido de los recursos estilísticos.

De izquierda a derecha: Miguel Zugaza, director del Museo del Prado; Robert Brownlee; William B. Jordan, el donante; Javier Portús, Jefe de Conservación de Pintura Española (hasta 1700) del Museo del Prado; y Christina Simmons, miembro del Board of Directors of American Friends of the Prado Museum. © Museo Nacional del Prado.

De izquierda a derecha: Miguel Zugaza, director del Museo del Prado; Robert Brownlee; William B. Jordan, el donante; Javier Portús, jefe de Conservación de Pintura Española (hasta 1700) del Museo del Prado; y Christina Simmons, miembro del Board of Directors of American Friends of the Prado Museum. © Museo Nacional del Prado.

 

American Friends of the Prado Museum es una organización sin ánimo de lucro radicada en Estados Unidos que tiene como principal objetivo contribuir a la difusión y conservación de una de las colecciones de arte europeo más importantes del mundo, y que nace con la vocación de reforzar los lazos culturales entre Estados Unidos y España a través del Prado y su legado histórico artístico.

Este proyecto ha sido impulsado por un grupo de mecenas estadounidenses con el fin de canalizar el enorme potencial filantrópico existente en Estados Unidos, país con una gran tradición en este sentido. Cabe destacar que entre los grupos de extranjeros que visitan el Museo, el de los ciudadanos estadounidenses es el más numeroso.

El donante

William Jordan es un hispanista con una larga carrera dedicada a los museos. Se doctoró en el Institute of Fine Arts, New York University, en 1967. En ese mismo año fue nombrado primer director del Meadows Museum del Southern Methodist University, en Dallas, Texas, donde dedicó 14 años a trabajar mano a mano con el desaparecido Algur H. Meadows y se ocupó de la fundación que él dejó a su fallecimiento para la creación de lo que es ahora una de las colecciones más importantes de pintura española fuera de España.

Entre 1981 y 1990 ejerció como director adjunto y de Conservación del Kimbell Art Museum, en Fort Worth, Texas, donde desarrolló una importante colección que representa todos los periodos y escuelas artísticas y llevó a cabo un influyente programa de exposiciones e investigaciones.

Además de comisariar muestras sobre El Greco y Ribera, Jordan es uno de los principales expertos en el bodegón español, habiendo sido comisario de varias exposiciones en este campo en diversos museos como el Prado, la National Gallery en Londres, el Palacio Real en Madrid, el Kimbell Art Museum y el Meadows Museum en Dallas.

Durante su carrera ha gestionado la adquisición de cuatro obras de Diego Velázquez. Actualmente, ya jubilado, sigue dedicado a la investigación, es además coleccionista y miembro del patronato de varios museos de arte en EE.UU.