Al menos eso es lo que afirma el profesor Matías Díaz Padrón, que ha presentado hoy en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y ante una enorme expectación, los primeros resultados del minucioso estudio al que ha dedicado más de 20 años y que será publicado en forma de libro en 2014 por Documenta Arts y la Fundación Juan de Goyeneche bajo el título Las primeras Meninas de Velázquez en Kingston Lacy, Dorset.

Polémica atribución

La existencia de la obra en cuestión, de unas dimensiones un tercio menores que la del Museo del Prado, se conoce desde hace siglos, pero su autoría había sido atribuida desde el siglo XIX a Juan Bautista Martínez del Mazo, yerno de Velázquez, propuesta reforzada por los especialistas en la obra del pintor sevillano Enriqueta Harris y Jonathan Brown en 1990 y 1997, respectivamente.

Sin embargo, Díaz Padrón apoya su tesis en los testimonios que aparecen en fuentes documentales e inventarios de los siglos XVII, XVIII y principios del XIX, donde académicos y expertos como Goya, Ceán Bermúdez —considerado el historiador más importante de la época— y Jovellanos —figura de la Ilustración— aseguran por escrito que la obra pertenece a Velázquez. «Supongo que nadie dudará que Goya supiera distinguir un boceto de una obra definitiva. Las Meninas que hoy están en Kingston Lacy son de la mano de Velázquez y son las primeras», asegura Díaz Padrón.

Sin respuesta

Por el momento, la comunidad científica guarda silencio sobre esta atribución hasta conocer todos los detalles de la investigación, de la que solo se ha conocido un avance parcial.

Nadie avala ni desmiente —por el momento— esta nueva teoría de Matías Padrón, ex-conservador del Museo del Prado y miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, autor de más de 45 monografías, 500 artículos científicos y 400 atribuciones de pinturas de los siglos XVII y XVIII, ninguna de ellas rechazada a posteriori por la comunidad de especialistas internacionales. Dos de ellas, las polémicas pinturas Santa Rufina y La Inmaculada —ambas pertenecientes a la colección de la Fundación Focus Abegoa—, fueron presentadas por Díaz Padrón como de Velázquez en el Congreso Internacional de Historia del Arte de 2003, el mismo en el que defendió por primera vez la autoría del boceto de Las Meninas de Kingston Lacy.

Claves de la investigación

  • Polémico pasado: La obra pasó de ser atribuida a Velázquez por Goya, Ceán Bermúdez y Jovellanos a ser considerada una mera copia del siglo XIX y, posteriormente, atribuida a Juan Bautista Martínez del Mazo por la experta Enriquetta Harris.
  • Copia o boceto: Según Díaz Padrón, se trata «de un boceto y así lo explica la cuadrícula y el diseño sumario. El término más adecuado sería el de ‘modeletto’, la fase última para el reconocimiento del cliente y dar paso a la obra definitiva».
  • Ausencia de equivalentes: Siempre se ha admitido que Velázquez pintaba ‘alla prima’, sin bocetos ni pinturas preparatorias, por lo que no se conoce ninguna obra de estas características realizada por Velázquez. Díaz Padrón asegura que «es imposible que un pintor como Velázquez no hiciera preparatorios de sus pinturas por la cantidad de veces que hacía pruebas y retocaba sus lienzos. Que no hayan llegado a nuestros días por el incencio del Alcázar en 1734 y otros sucesos no quiere decir que no los hiciera».
  • Carencia de pruebas científicas: Algunos expertos achacan al profesor que no se haya realizado un estudio físico-químico sobre la obra. Díaz Padrón considera que estas técnicas «no pueden aportar nada en este tipo de atribuciones. No conozco ningún caso en un siglo donde estos métodos hayan proporcionado la autoría de una obra. Los pigmentos, aglutinantes y materiales son los mismos para todos en esta época».
  • Diferencias entre obras: «No veo diferencias cualitativas entre boceto y obra definitiva salvo las lógicas de su función. Los colores son los típicos de Velázquez en ambas pinturas. El ocre del pavimento es igual (…) Cotejar una y otra pintura es el recurso más valioso para precisar la autoría. En ambos, la precisión de la pincelada, los colores y el magistral estudio de la luz marchan en paralelo».
  • Fuentes históricas: El punto fuerte de la investigación es la aportación de documentación como escritos, inventarios y testamentarías donde diversos autores, entre ellos Goya, Ceán Bermúdez y Jovellanos, afirman la autoría de Velázquez. También el Infante Don Luis lo pensó al adquirir el boceto de Las Meninas, don Pedro Peralta —profesor del «Arte de la Pintura» y Pintor de Cámara del Rey en 1731— y el prestigioso estudioso alemán Carl Justi.
  • Valoración económica: Díaz Padrón aporta en su estudio diferentes tasaciones de la obra que aparecen en inventarios de la época, donde las cifras que se citan corresponden al precio de las obras de Velázquez similares en formato y condición.
  • La imagen de los Reyes: La omisión de la imagen de los reyes reflejados en el espejo también podría reforzar la idea de que se trata de un boceto. Los retratos en el espejo están sugeridos, igual que la cruz de Santiago de la vestimenta del pintor, reducida a un detalle esquematizado. «Una copia fehaciente nunca olvidaría el mínimo detalle y, mucho menos, a los Reyes. Su precisión detallada en el boceto es innecesaria en este estadio de la creación».