Sin embargo son muchos los espacios en los que, como en los ejemplos citados, la construcción de edificios ha quedado indefinidamente paralizada y estos han quedado reducidos al abandono. A medio camino entre lo urbano y lo natural, estos parajes se convierten en elementos discordantes dentro de su entorno a los que finalmente terminamos por acostumbrarnos, asimilándolos en un proceso de normalización en el cual Yeregui quiere irrumpir con el fin de reactivarlos a través de su obra.

Dada su formación como arquitecto, la mirada de Yeregui se fija inevitablemente en la incidencia del hombre en la urbanización del medio natural. Así, en las distintas series que ha ido desarrollando a lo largo de su trayectoria afronta la incidencia de la humanidad en el medio, tanto aquella que ha logrado su objetivo final como la que no ha terminado por imponerse, como es el caso de las construcciones abandonadas que protagonizan esta exposición: espacios que han dejado de ser naturales sin llegar a convertirse en urbanos, esqueletos de acero y hormigón rodeados por los vestigios de lo que un día fue una zona activa de trabajo y transformación, pero que ahora son invadidos por el vacío.

Si bien el trasfondo político y económico que explica el origen de estos proyectos fallidos queda vinculado inevitablemente a la temática de su propuesta, el artista se limita a constatar una realidad sin entrar a juzgarla de forma explícita. En su lugar toma las vistas recogidas en sus piezas como el punto de partida para fantasear con lo acontecido, intentando comprender la situación concreta que provocó el estado de abandono en que se hallan las obras de sus fotografías a partir tan solo de los propios restos materiales que se conservan en escena y que él recoge con su cámara. Yeregui aspira de esta forma a caracterizar un paisaje que tradicionalmente ha tenido una difícil definición.

Perfomatividad, análisis y exposición

El proceso creativo tiene un gran peso en la obra del santanderino, constituyendo un largo recorrido en el cual cada paso aporta una nueva dimensión al resultado final. La experiencia directa mediante la visita física de estos enclaves resulta crucial en el devenir del proyecto, constituyendo en sí misma un acto artístico cuyo testimonio son las piezas recogidas en la muestra. Estas son fruto de una labor documental, recopilatoria y de registro que, no obstante, no busca la mera acumulación o la constante reiteración, sino que sigue un planteamiento lo suficientemente libre como para no archivar categóricamente los enclaves por su situación geográfica, pudiendo de este modo mezclarse entre sí para resaltar su aspecto formal.

Acta de replanteo supone la plasmación de un concepto claro transmitido a través de múltiples medios de expresión, como la fotografía, el vídeo o el uso de herramientas especializadas –como el programa de diseño Autocad–, en la que inciden de igual forma los sistemas de exposición que Yeregui explora y las actividades desarrolladas en base a ella, como el taller que tendrá lugar del 28 de noviembre al 2 de diciembre.

Prueba de ello es el site-specific desarrollado en los dispositivos publicitarios de Tabacalera situados en la Plaza de Embajadores –39 metros cuadrados– o el periódico disponible en la muestra que juega con la reproducción y la difusión directa de obras, pues no solo recoge el texto del comisario, David Armengol, sino también un conjunto de fotografías de pilares que, en palabras de éste, simbolizan “el inicio de una posible construcción” de la que aún no se sabe si será un proyecto abandonado más o no.