El viejo Woody no se entera de nada. Nunca fue hombre de muchas palabras pero desde hace unos años la situación en casa se ha vuelto insostenible, donde su mujer ya no puede hacerse cargo de él. Bruce Dern da vida a este despeinado, boquiabierto, borde, probablemente senil y cabezón abuelo cuya última ocurrencia es intentar ir caminando, porque nadie quiere llevarle, desde Billings, Montana, a Lincoln, Nebraska. Unos 1.200 kilómetros de distancia. ¿El objetivo? Recoger el millón de dólares que ha ganado en un concurso. ¿El problema? El premio es probablemente una estafa.

Será su hijo David, interpretado por Will Forte, el encargado de acompañar a su padre en su particular odisea crepuscular, errática, con paradas para ir al baño porque la próstata ya no es la que era, antiheroica y sin glamour… pero muy cercana. Casi es la aventura de un moderno Don Quijote de las llanuras del oeste americano.

Viaje y Reencuentro

El camino que recorren los protagonistas de Nebraska no queda claro sobre el mapa, pero sabemos que pasan por el monte Rushmore, donde están esculpidas las facciones de cuatro presidentes de Estados Unidos. Al viejo Woody no le impresiona lo más mínimo el portento porque su vida se desarrolla a menor escala.

Tampoco tiene grandes planes para el millón de dólares de su premio porque lo único que quiere comprar con ese dinero es una camioneta y algo de maquinaria. No necesita nada más, como Nebraska no necesita color, tres dimensiones o una abrumadora y patriótica historia sobre salvar el mundo para calar hasta el fondo.

Tras el monte Rushmore, la pareja de viajeros hará la parada más importante del viaje antes de llegar a su destino. Vistan Hawthorne, una ciudad que no existe en el mundo real pero sí en el cinematográfico, en la Nebraska que inventa el director Alexander Payne, que resulta ser el lugar donde nació Woody y donde todavía vive parte de su familia. Población envejecida, nada que hacer para los jóvenes, visitas al cementerio y reencuentros, algunos agradables y otros no tanto. Hawthorne está en Nebraska como podía estar en cualquier otro sitio del mundo.

Y allí es donde se ven las costuras de las familias, de esas familias numerosas donde todos los hermanos se parecen mucho y siempre hay alguna oveja negra que complica las cosas y hace incómodas las comidas. La crudeza es menor que la que vimos en la familia de Agosto pero los enfrentamientos, verbales y físicos, son reconocibles por casi cualquiera.

La Nebraska de Nebraska es mágica, aunque sea tan real como la vida misma. Es cálida, aunque tenga mucho de melancólica. Es entrañable, aunque sus personajes sean bruscos y es cercana, aunque transcurra a miles de kilómetros de aquí.

Entre las mejores

Nebraska está nominada a seis Óscar. Mejor película, mejor director, mejor guion original, mejor actor, mejor actriz de reparto (para June Squibb, la entrañable y cáustica mujer de Woody) y mejor fotografía son las categorías donde puede dar qué hablar. Se enfrentará a títulos de la talla de La gran estafa americana, 12 años de esclavitud o El lobo de Wall Street.

El director y guionista Alexander Payne es un conocido de los premios de la Academia de Hollywood. Ha ganado dos veces el Óscar a mejor guion adaptado en los últimos años por sus trabajos en Entre copas y Los descendientes.

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Nebraska
Dirección: Alexander Payne
Guion: Bob Nelson
Intérpretes: Bruce Dern, Will Forte, June Squibb
Fotografía: Phedon Papamichael
Música: Mark Orton
Estados Unidos / 2013 / 115 minutos