En enero de 2013, Poitras comenzó a recibir correos electrónicos cifrados, encriptados, cuyo remitente era Citizenfour -ciudadano cuatro-, código que usaba Snowden para comunicarse con ella. En esas misivas, el remitente aseguraba tener pruebas irrefutables de los sofisticados programas de vigilancia masivos e ilegales dirigidos por la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) en colaboración con otras agencias de seguridad.

El confidente

Cinco meses después, en junio de 2013, Poitras viaja a Hong Kong, junto con los periodistas Glenn Greenwald y Ewen MacAskill, de The Guardian, para encontrarse con el misterioso confidente. Tras este primer encuentro se sucederán otros muchos en los que la cámara de Poitras registra todo lo que acontece, incluidos los momentos en los que Snowden entrega los documentos clasificados que evidencian el espionaje, indiscriminado y absolutamente ilegal, de la Agencia. El resultado es una crónica privilegiada que nos permite entender cómo sucedió la que probablemente sea la mayor filtración de la historia.

Bajo la producción de Steven Sodherberg, por la pantalla desfilan situaciones diversas. Desde la marcada por la serenidad de un Snowden que explica las condiciones éticas que le obligaron a sacar a la luz el escándalo, a otras en las que domina el nerviosismo y la incertidumbre de no saber que va a pasar con su vida y con la de los suyos en el inmediato futuro.

La realidad es que el aspecto físico del protagonista tiene poco que ver de las primeras imágenes de un hombre joven que defiende sus ideales y el de las finales en las que el mundo entero conoce los hechos y él y su pareja se ven obligados a refugiarse en Rusia.

Entre unas y otras secuencias, el exanalista desvela ante los periodistas la existencia de un programa que no sólo puede buscar en la información recolectada sino también en la del futuro, en la que estar por venir, para integrar al espiado en una lista en la que todos sus dispositivos serán permanentemente vigilados y generarán una alerta en cuanto se comunique con alguien, vigilando a su vez a esa persona. La lista de personas vigiladas se vuelve inmensa, abarcando a millones de ciudadanos tanto de Estados Unidos como del resto del mundo.

En todo momento, el protagonista rechaza la consideración de héroe para definirse como un ciudadano que hizo lo que sentía que debía de hacer: «La verdad me quemaba y tenía que contarla aunque explotase ahí fuera».

Vigilada y perseverante

Mucho antes de que Edward Snowden la eligiera para ser su cómplice a la hora de desenmascarar el programa de espionaje masivo de la NSA, Laura Poitras ya estaba en la lista de «los muy vigilados » por las autoridades estadounidenses.

Había sido incluida por dos razones fundamentales: su incursión en Irak para realizar su documental My country, my country, y más tarde sus andanzas en Yemen y Guantánamo, para rodar The Oath.

Durante esos rodajes sufrió más de cuarenta detenciones, especialmente en las fronteras, con interrogatorios y confiscación de ordenadores, notas, móviles y cámaras. Pero hizo las películas. Ahí están. Como Citizenfour, que funciona como un espeluznante thriller y reivindica al cine como aliado para desvelar la realidad más desoladora; aliado para que aflore la basura.

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Citizenfour
Dirección y guión: Laura Poitras
Productor ejecutivo: Steven Sodherberg
Dirección de fotografía: Kirsten Johnson, Trevor Paglen, Laura Poitras y Katy Scoggin
Música original: Trent Reznor
USA/ 2014
114 minutos
Avalon