En la semana del Festival de Cine de Cannes fueron uniéndose voces, palabras (las de hoyesarte.com también) y de ese conjunto de regatos fue emergiendo un río (unas palabras y otras, y otras más y otras muchas) que cruzó valles y barbechos, salvó montañas, vadeó países, derribó fronteras, reventó grilletes y candados y acabó por instalarse en la celda 56 de la cárcel iraní de Evin.

Corazón en sosiego

Allí, con los pies anegados y el corazón en sosiego, el director de cine Jafar Panahi suspendió su huelga de hambre y “recobró” una libertad que le había sido robada el 1 de marzo por el simple hecho de no mostrarse de acuerdo con quienes gobiernan su nación.

“Recobró” así, entre comillas, pues tras el pago de una fianza próxima a los 150.000 euros, lo que ha obtenido Pahani es la libertad provisional hasta que se celebre juicio por un delito que no ha sido explicado por las autoridades judiciales.

¿Sin cargos?

Por esperpéntico que resulte, la realidad es que la Fiscalía de Teherán anunció la puesta en libertad bajo fianza del detenido, una vez concluida la investigación y remitido su expediente al tribunal revolucionario, sin que se explique el motivo concreto de la detención.

El fiscal encargado del caso ha señalado que el cineasta no había sido detenido “ni por ser un artista, ni por motivos políticos, sino por seguridad y porque había cometido un delito”, pero en ningún momento se ha concretado cual es ese delito.

Sin embargo, se ha filtrado que desde el Gobierno se tenía la seguridad de que Pahani estaba preparando el guión de una película en la que se criticaba al régimen por su actuación durante y después de las elecciones presidenciales del pasado año.

Censura y creatividad

En Irán, para obtener el permiso de rodaje es preciso someter los guiones a una comisión censora. Una vez superada esta censura, muy precisa a la hora de eliminar cualquier atisbo de crítica al régimen en el poder, es necesario pasar un segundo filtro, previo a la distribución de la película.

Todos estos impedimentos han provocado que aquellos directores que pueden permitírselo, como Pahani, hayan realizado sus obras a sabiendas de que no iban a poder ser distribuidas en su país.

Pero a pesar de estas circunstancias, la solvencia de estos autores y la calidad de sus obras ha sido reconocida en todo el mundo. A sus 49 años, Jafar Pahani obtuvo en 1995 el Premio del Festival de Cannes con El globo blanco, el León de Oro del Festival de Venecia en el año 2000 con El círculo y en 2006 el Gran Premio del Jurado en Berlín con Offside.

Ola de críticas

Tras tres meses de encarcelamiento durante el que fue sometido a castigos físicos y 16 días después de iniciar una drástica huelga de hambre que, amenazó, no abandonaría hasta que fueran atendidas algunas de sus elementales peticiones, –como asistencia legal, cese de hostigamiento y amenazas sobre su familia y derecho a juicio– el fiscal general de Teherán ha decidido su provisional libertad.

Parece que sobre esta decisión ha pesado con fuerza la ola de críticas recibidas desde todo el mundo, y muy especialmente desde el ámbito del cine, ante una detención que sólo se justifica desde la óptica de una. dictadura.

Esta historia no ha concluido pero, de cualquier forma, Panahi está en su casa y eso es, ante todo, una buena noticia. Enhorabuena a quienes han levantado la voz por su causa. Quienes creen en la palabra. Esa que partiendo de casi nada, apenas una gota, crece y se transforma en un río noble y poderoso.