Las historias paralelas de Olga, una joven enfermera ucraniana que quiere más vida y decide ir a Austria, y la de Paul, un joven vienés que no acaba de encontrar su sitio y termina en la gélida Ucrania, contadas sin ningún tipo de florituras resultan perturbadoras hasta extremos casi insoportables.

Olga y Paul, ambos buscan trabajo, empezar de nuevo, una existencia distinta. Más vida. Desde orígenes distintos, esa Ucrania en la que impera una pobreza casi irremediable, y la acomodada Austria de Paul donde no tener trabajo no significa hambre sino desarraigo y sensación de inutilidad y estorbo, la película se clava en el espectador hasta hacer daño.

Viajes encontrados

Ambos protagonistas buscan sentido a sus vidas. Ella intenta primero prostituirse a través de Internet y acabará como limpiadora en una residencia de ancianos y terminales. Él, arranca como vigilante de seguridad para, tras ser expulsado, malvivir en el fango de la economía sumergida.

Ambos viajan en direcciones opuestas a un país nuevo y como extraños, como condenados al desarraigo en un lugar que no es y nunca será el suyo, conocen las profundidades de esos territorios mientras una helada átona, la ausencia de color, se va apoderando de todo y de todos. También del espectador.

Esta claro que deben abstenerse aquellos que sólo vayan al cine “a divertirse, a distraerse, a pasarlo bien”. A lo largo de estas dos horas y media largas de puro cine hay una sucesión de directos al estómago. Es poco menos que imposible abandonar la sala sin contusiones.

Import/Export
Dirección: Ulrich Seidl.
Intérpretes: Ekaterina Rak. Michael Thomas. María Hofstätter. Paul Hofmann. Natalya Baranova. Georg Friedrich. Susanne Lotear.
Drama/135 minutos/Austria.