Acaso de todas estas circunstancias se derive que la película no haya aguantado dos asaltos en cartel y hoy sea difícil localizarla. No importa, búsquela, porque si todos nacemos, somos y vivimos, nos guste o no, en familia, nadie debería perderse esta lúcida mirada que en su núcleo recoge la filosofía de su director: “La familia no fue inventada para funcionar. Su estado natural es la ira, la tensión”.

Demonios familiares

Tras esta buscada o no ceremonia de la confusión es momento de ir aclarando verdades. La primera tiene que ver con el título que responde a que el argumento se sirve de una celebración navideña para analizar miserias y demonios en las relaciones familiares.

La segunda se refiere a la acidez y a la clarividencia del planteamiento. Si una madre inicia un diálogo afirmando: “Nunca te he querido. Naciste demasiado tarde para salvar a tu hermano”, lo que queda por venir, decir y sentir parte de un listón dramático muy alto que, la película, con inteligencia, va paulatinamente superando hasta su desenlace.
La tercera viene marcada por la contención, pues lo que se muestra nunca se despeña por lo sensibloide, por el mensaje fácil, por la demagogia. Esto es mucho considerando que lo que se aborda bordea el límite de un precipicio tentador. Pero nunca se da, en las dos horas largas (que se hacen cortas) de proyección, ese mal paso.

¿De qué hablamos? ¿Qué se cuenta? La historia nos acerca a un matrimonio que pese a su diferencia de edad se aviene bien; a sus tres hijos y sus parejas, a sus nietos, a un sobrino huérfano que todos consideran un hijo… un hermano más.

Pero, como en casi cualquier grupo familiar, el odio también tiene sitio y comienza a jugar su papel cuando la madre (una Catherine Deneuve en uno de las interpretaciones más convincentes de su carrera) es diagnosticada de una extraña enfermedad genética ante la que sólo cabe un desesperado trasplante.

Dramón sí, pero…

Al grito de se busca donante, la familia, después de años de distanciamiento, celebra cónclave. Una reunión marcada por el recuerdo del cáncer que se llevó la vida del que fuera primogénito, un chaval muerto a los 6 años a pesar de que la pareja concibió al mediano de sus hijos, -el que salió rebelde, aquel al que su propia madre no soporta-, con el objetivo premeditado de que a través de un trasplante de médula pudiera salvar, sin conseguirlo, a su hermano.

Dramón, ¿verdad? Pero…cuanta inteligencia en este cine. Qué bien medido todo. Cuanta emoción en cada una de las actuaciones (soberbio Jean-Paul Roussillón a sus 78 años; magníficos Mathieu Amalric, en su malvado papel, y Emmanuel Devos, y Chiara Mastroianni y la Deneuve). Cuanto ejemplo. Cuanta vida, en definitiva, entre tantas mortales heridas.

 

Un cuento de Navidad
Dirección: Arnaud Desplechin
Intérpretes: Mathieu Amalric. Catherine Deneuve. Jean- Paul Roussillón. Chiara Mastroianni y Emmanuelle Devos.
Francia / 2008 / 143 Min.