Vicenzo Cerami fue autor de mucho guiones, pero es por uno, La vida es bella, por el que será eternamente recordado. Su figura y su contribución al cine traspasaron las fronteras de una Italia que le llora solo un mes después de que su Academia del Cine le concediese el David di Donatello. No lo recogió. La enfermedad que padecía desde hace tiempo le impidió acudir y recibir en directo el aplauso de sus compañeros de profesión.

En su lugar acudió Roberto Benigni, su amigo, con el que firmó el guión de La vida es bella, que le valió su única nominación al Oscar. Sin embargo, este romano de 72 años hizo mucho más que escribir el libreto de una de las películas italianas más aplaudidas de los últimos tiempos. Entre otras cosas fue alumno de un ilustre del cine como Pier Paolo Pasolini, que influyó enormemente en su carrera y en las historias que quería contar.

Algo más que un guionista

Cerami no fue solo guionista. Su pasión era escribir, en cualquier formato. Su primera novela, Un borghese piccolo piccolo, se convirtió en película en 1977 de la mano de Mario Monicelli, aunando el éxito de crítica y público. En su biografía literaria figuran otros títulos como el poema Addio Lenin (1981), las novelas Ragazzo di vetro (1983), La lepre (1988), L’ipocrita (1991) y La gente (1993).

Junto a su amigo y colaborador habitual Benigni, no solo escribió el guión de La vida es bella. Ambos firmaron también los libretos de Soy el pequeño diablo (1988), Johnny Palillo (1991), Pinocchio (2002) y El tigre y la nieve (2005).