En 1977, los padres de una adolescente de 13 años interpusieron una querella contra Polanski acusándole de drogar y violar a la joven, que era modelo. El cineasta, en un acuerdo con la fiscalía, se declaró culpable de «relaciones sexuales ilegales», por lo que fue enviado a prisión en «evaluación psiquiátrica» durante tres meses, aunque sólo pasó 47 días. A finales de 1978, al día siguiente de una reunión entre sus abogados y un juez que había dejado entender que quería volver a enviarlo a la cárcel, Polanski, en libertad bajo fianza, tomó un avión hacia Europa.

Dura lucha

Tras la detención en Suiza en septiembre de 2009, los abogados de Polanski lograron que el cineasta pasara en diciembre pasado a la situación de arresto domiciliario en su chalé de Gstaad. Desde entonces, con la ayuda de sus asesores, ha estado luchando por no ser extraditado. En el razonamiento que expuso ante los medios de comunicación, la ministra suiza argumentó «defectos de forma» en la causa presentada por la fiscalía californiana.

A mediodía de hoy, se le retiró al cineasta la pulsera de vigilancia policial que le impedía alejarse más de 100 metros de su casa en la estación de esquí. Poco después, abandonó el lugar con rumbo desconocido.

En diciembre de 2008, Polanski pidió al tribunal de Los Ángeles que lleva su caso que lo archivara argumentando irregularidades en el comportamiento del fiscal que dirigió su acusación y en el trámite judicial, pero la fiscalía argumentó que no podía gestionar esa anulación mientras estuviese prófugo de la justicia estadounidense. Polanski no ha vuelto a Estados Unidos desde 1978 y ni siquiera fue a recibir el Óscar al mejor director por The Pianist (2002). 

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Lea aquí, en inglés, el comunicado oficial de la Justicia suiza sobre la puesta en libertad de Roman Polanski