El jazz no se deja abarcar fácilmente por cualquiera. Sus recovecos de tempos cambiantes y melodías desenfrenadas son un reto para todo aquel músico que quiere llegar a la cima de su arte. Quienes lo consiguen graban su nombre sobre la piedra de la inmortalidad: Charlie Parker, Buddy Rich, Duke Ellington, Chet Baker… Otrora batería de jazz, Damien Chazelle, director de Whiplash, demuestra el amor que siente por el género plano a plano. El resultado es puro jazz.

Ya en su debut cinematográfico, Guy and Madeline on a park bench, Chazelle se apoyaba en el jazz para narrar una historia de amor en forma de musical. Su próximo proyecto, La La Land, en el que volverá a contar con Miles Teller y al que se incorporará Emma Watson, apunta en la misma dirección jazzística. Tal devoción por el jazz queda patente en Whiplash y apoyada por el sugerente montaje de Tom Cross, que hace auténticas maravillas con los momentos musicales.

Cómplices de la humillación

En Whiplash, Chazelle reflexiona sobre el concepto de excelencia en la música y el tortuoso camino para llegar a ella a través de dos personajes que encarnan las dos caras de una misma moneda: el joven ambicioso por alcanzar la perfección y el veterano que no admite algo menos que lo excelente. El colérico y aterrador director de banda que pone en pie un sobresaliente J.K. Simmons vendría a encarnar el rol de malo de la película (teniendo en cuenta que el bueno es nuestro protagonista, un también enorme Miles Teller), pero Chazelle desde el guion y Simmons desde la interpretación consiguen dejar en el espectador la duda de si realmente podemos cuestionar sus métodos de «motivación», basados básicamente en la humillación, cuando el resultado final es tan genial.

Ahí reside la miga de Whiplash. El jazz requiere excelencia, y el personaje de Simmons, amante del jazz, no puede consentir que sea mancillado por mediocres. ¿El nacimiento de las humillaciones a las que somete a sus músicos es fruto de un trauma del pasado o una enfermedad mental? En absoluto. Chazelle huye de ese tipo de justificaciones fáciles de las que ya estamos hartos. El objetivo de Fletcher, este oscuro mentor, es mucho más elevado: extraer de cada músico lo mejor de sus capacidades. No hay odio en sus acciones, sino amor, un ferviente amor por el jazz. Y al final, el espectador, extasiado ante las maravillas que obtiene Fletcher, no es capaz de juzgarlo sin parecer hipócrita. Estamos maravillados, luego somos cómplices.

Llegar a lo más alto

El amor por el jazz mantiene a los discípulos de Fletcher a su orden, aguantando entre ataques de ansiedad sus durísimas correcciones. Nadie es capaz de denunciar sus acciones porque todos aspiran a llegar a lo más alto. Andrew, el personaje de Teller y nuestro protagonista, mezcla un ego desmedido con la ambición de superar el fallido ejemplo de sus padres. La adoración que siente por Fletcher como genio lo lleva a caer en una oscura espiral de obsesión para ser digno de su admiración. Los premios pueden haber olvidado a Teller, pero la forma en la que construye la evolución de su personaje es sencillamente magistral. Quédense con su cara.

El apartado musical, vital en Whiplash, ofrece un recital increíble en el que encontramos temas clásicos de Hank Levy, Stan Getz, Juan Tizol y Duke Ellington junto a las composiciones originales para la película de Justin Hurwitz y Tim Simonec. La música se adueña de la película y fluye a través de ella con la elegancia y el desenfreno propios del jazz. Chazelle pone la cámara a su disposición y juega con los tempos junto a su editor, Tom Cross.

Triunfadora en el pasado Festival de Sundance, donde se hizo con el Gran Premio del Jurado y el Premio del Público a la mejor película, y con un Globo de Oro que atestigua a J.K. Simmons como mejor actor de reparto (galardón que problamente levantará en los Oscar), Whiplash llega a nuestras carteleras decidida a seducirnos y llegarnos a las entrañas con una historia hipnótica narrada en un ambiente malsano. Vayan a verla si aman la música y están hartos de esos filmes amables de superación. Una auténtica revelación. Puro jazz.

Whiplash CartelWhiplash
Dirección y guión: Damien Chazelle
Intérpretes: Miles Teller, J.K. Simmons, Paul Reiser, Melissa Benoist, Austin Stowell y Nate Lang
Música: Justin Hurwitz
Fotografía: Sharone Meir
Estados Unidos / 2014 / 107 minutos