¿Cuales son los fondos y los objetivos del Magyar Múzeum?

En un principio, cuando se inauguró hace poco más de 20 años, nuestro museo contaba con 70.000 obras que provenían de la Asociación de Fotógrafos Húngaros, una entidad nacida en 1957 e importante en mi país en el que la fotografía ha ocupado y sigue ocupando un lugar importante, como lo demuestra el número de fotógrafos húngaros que han logrado relevancia internacional. Desde entonces, la colección se ha multiplicado exponencialmente y hoy alberga más de un millón de fotografías. De titularidad nacional, pero operando como una fundación, es el único museo del país, y no hay tantos de este tipo en Europa, exclusivamente centrado en la fotografía y su entorno.

¿Qué criterio prima en sus adquisiciones?

Lo artístico es lo que prima en nuestras salas de modo que el criterio de selecciones y adquisiciones siempre se basa en el valor artístico de las obras. Uno de nuestros principales objetivos es reivindicar el valor que en el conjunto del continente y del mundo tiene la fotografía húngara y, de forma muy especial, l papel de los fotógrafos de nuestro país que emigraron y adquirieron notoriedad internacional. Es el caso, entre otros, de Brassaï, Laszlo Moholy-Nagi, József Pécsi, Robert Capa y, por supuesto, André Kertész.

¿Qué se va a encontrar el visitante en la exposición dedicada a Kertész?

Creo que el visitante va a tener la oportunidad de ver representadas, a través de 100 obras, todas las épocas creativas de un autor, de un artista de primerísimo nivel y que experimentó distintas épocas creativas. Son tres los escenarios en los que Kertész vivió y desarrolló su obra, la propia Hungría y, posteriormente, Francia y Estados Unidos. Aunque nosotros lo sentimos plenamente nuestro, lo cierto es que cada uno de esos países lo siente como propio y en cada uno de ellos se conservan archivos voluminosos e importantes de su obra.

¿Cómo definiría a Kertész?

Como un convencido de lo que hacía que no se dejó arrastrar por corrientes ni modas. André Kertész es uno de los fotógrafos más originales del siglo XX. Como he señalado con frecuencia, es un artista que no contemporizó y eso le provocó ciertos disgustos pues no pocas veces chocó con el deseo de sus clientes y de quien le hacía encargos. Creía en sí mismo y eso le daba fuerzas para mantenerse firme e ir construyendo un estilo propio muy personal, lo que se ha dado en llamar “fotografía fotográfica”. Lo definiría como un fotógrafo que tenía una visión lírica y, sobre todo, humanista, lo que le confiere una personalidad muy marcada a toda su obra.

¿En qué se diferencia de sus contemporáneos?

Fundamentalmente en que está en la frontera entre el fotógrafo de prensa, el periodista fotográfico y el fotógrafo artista. Pero en cualquiera de las tres visiones estamos hablando de una calidad extraordinaria.

Ha señalado usted su carácter universal.

Efectivamente. El mundo fotográfico de Kértesz aparece en él de un modo muy precoz. Cuando se marcha de Hungría contaba con 31 años y en ese momento ya estaba realizando verdaderas obras maestras de una seguridad, una madurez y un equilibrio incontestable. En París estará poco más de una década y cuando llega a Estados Unidos pasa por momentos realmente difíciles, hasta que a partir de la década de los 50 sus exposiciones proliferan y su prestigio y su consideración le colocan en un destacado plano internacional. Kértesz es un fotógrafo universal.

Fotógrafo de culto para otros fotógrafos…

Se convirtió y es un referente como primer representante de un tipo de fotografía humanista en blanco y negro. Fue un precursor. Creo que sus colegas admiraban su capacidad artística, su capacidad para explorar lo nuevo y lo diferente y su insaciable afán por la perfección. Ese carácter hace que fotografías sobre temas convencionales se conviertan en verdaderas obras maestras. Es conocida aquella frase de Henri Cartier-Bresson: “Inventemos lo que inventemos, Kertész siempre fue el primero”, o aquello que apuntó Brassai, “Kertész contaba con dos cualidades esenciales para un buen fotógrafo: una curiosidad insaciable por el mundo, por la gente y por la vida, y un sentido preciso de la forma”.

¿Es un fotógrafo moderno o se percibe el paso del tiempo sobre su obra?

Las fotografías de Kertész siguen desprendiendo y transmitiendo frescura. Son imágenes muy atrevidas, muy actuales. Es un artista universal y de hoy.