El calendario de exposiciones previstas para este año y la nueva sede de la Fundación Mapfre en el eje Prado-Recoletos han convertido a esta institución privada en un referente en el sector artístico español. Jiménez Burillo recibe a hoyesarte.com para analizar la actualidad artística de la institución, alude a la responsabilidad del mundo empresarial en la transmisión de la cultura y alaba el papel de Internet en el mundo del arte.

Basta con pasear por las calles de Madrid para observar que cuenta con un mayor número de fundaciones dedicadas al arte que el resto de capitales europeas, ¿por qué?

En España, las fundaciones son mucho más importantes que en Europa porque en este continente la cultura siempre ha estado en manos del Estado y se ha encontrado muy ligada a la idea de identidad nacional, frente al ejemplo de Estados Unidos, donde la cultura es algo más liviano o menos trascendente. Afortunadamente, en España, las fundaciones que se dedican al arte, como la nuestra, tienen mucha importancia. Creo que esto es bueno porque aporta siempre una pluralidad de puntos de vista: el que marca el Estado con sus museos y el de las fundaciones, que, al estar liberadas de todo, pueden actuar con más agilidad. Aquí, en España, las fundaciones son realmente importantes, mucho más que en otros países como Francia, por ejemplo, donde casi no existen y cuando existen son prácticamente marginales.

Pero, en este sentido, el término “fundación” puede parecer un tanto confuso…

Sí. Al final, si nos ponemos a pensar qué es el mundo de la cultura y el mundo del arte nos damos cuenta de que, en estos tiempos, para hacer una gran exposición hace falta que se pongan de acuerdo de alguna forma el Estado y el mundo empresarial. Por ejemplo, no hay una exposición en el Museo del Prado que no esté patrocinada por una empresa. Las fundaciones también existen porque hay una serie, entre otras cosas, de cuestiones fiscales y grandes posibilidades. Por lo tanto, hoy en día la cultura es algo que concierne directamente al mundo público y al privado. Ver cómo se coordina todo esto es la cuestión clave.

¿Cuál es la misión de la Fundación Mapfre en el arte?

Cuando hablamos de cultura hablamos de algo que nos concierne a todos. Creo que ya está en desuso la idea del Estado como una figura paternalista que se ocupa de todas nuestras necesidades como ciudadanos. Por un lado, hemos visto que es necesario aportar soluciones desde otras esferas, pero también que es bueno porque supone sumar nuevos puntos de vista. En Mapfre nos hemos dedicado durante muchos años a hacer una programación y revisar un período que se situaba entre los dos grandes museos, el Prado y el Reina Sofía, justo lo que ningún museo español estaba haciendo. Tenemos un propósito de complementariedad. Intentamos ser complementarios al trabajo que hacen los grandes museos. Desde las fundaciones se puede enriquecer una oferta cultural de primerísima importancia como es la de Madrid.

¿En qué se traduce esta responsabilidad?

Siempre hemos tenido la voluntad de ser complementarios. El Prado va a hacer esta primavera una gran exposición de Sorolla, pero, hasta ahora, la última retrospectiva la hicimos nosotros. También hicimos la primera de Julio Romero de Torres desde su muerte, colaboramos también con museos, como la gran retrospectiva de Rusiñol, con el MNAC de Barcelona… Es decir, hemos revisado todo un período del arte español que necesitaba una puesta al día y, además. lo hemos hecho antes de que éste se pusiera de moda en la esfera internacional. No tratamos de competir por nada sino de llegar a donde los grandes museos, por la razón que sea, no pueden llegar.

¿De ahí la importancia que se otorga desde Mapfre al dibujo y la fotografía?

Nuestra colección es fundamentalmente de dibujos porque en Madrid no hay prácticamente colecciones de este tipo. Creemos que hay que llamar la atención sobre ésto porque, además, el dibujo es un patrimonio tan frágil que si no transmitimos la idea de que es muy importante muchas veces corre el riesgo de terminar destruyéndose. Lo mismo pasa con la fotografía. En España hay grandes colecciones de fotógrafos españoles y de fotografía contemporánea, pero no hay una gran colección de fotografía histórica internacional. Nosotros intentamos centrar nuestros esfuerzos allí donde detectamos una necesidad.

En este contexto, parece inevitable hacer referencia al papel de las nuevas tecnologías en el mundo del arte. ¿Cuál es el papel de éstas en el presente y el futuro de la Fundación Mapfre?

Las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías son buenas para todos. La cultura es muy importante porque nos ayuda a ser mejores ciudadanos, nos ofrece otros puntos de vista que no son los nuestros, nos ayuda a perfeccionarnos… Cuanto más abramos eso y facilitemos el acceso al ciudadano más habremos ganado.

Nosotros queremos tener muchos visitantes, pero no por rentabilizar las exposiciones sino porque estamos convencidos de que lo que hacemos es bueno y que, por tanto, es bueno que la sociedad pueda beneficiarse de ello. Así, consideramos que la apuesta por internet debe ser muy decidida y por eso hacemos un minisite de cada exposición. Las muestras pasan pero, curiosamente, estos minisite permanecen. Ya no sólo quedan los catálogos, como antiguamente, queda algo que es mucho más ágil, que tiene mucho más que ver con la visión directa de las obras. Internet es algo muy distinto, gratuito, con lo que podemos llegar a cuatrocientos millones de personas con las que compartimos una lengua común. Para nosotros es muy importante poder llegar a todos ellos, a América Latina, etc.

Entendemos que, gracias a internet, los grandes acontecimientos culturales se pueden descentralizar. Realmente, con internet conseguimos la capacidad de poder hacer un proyecto más ambicioso, podemos llegar a mucha más gente con la que compartimos la lengua, podemos terminar compartiendo unos mismos referentes culturales y fortalecerlos a través de la red. Es un reto al que tenemos la obligación de prestar atención y estar abiertos a todas las posibilidades que ofrece.

¿Se verá reflejada esta expansión que facilita internet con una sala de exposiciones en América Latina?

En principio no. Hay que ser conscientes de que nosotros, en el fondo, tenemos un lado muy local. No me atrevería a programar desde Madrid una sala en Buenos Aires o México. En España hablamos muy alegremente de América Latina, pero cada país tiene sus problemas, una personalidad, unos intereses distintos… Sí que colaboramos y estamos planteando hacerlo aún más con instituciones y museos de allí para hacer exposiciones, pero es muy difícil y costoso.

¿En qué tipo de proyectos?

Ahora estamos trabajando mucho en fotografía porque tiene una cosa muy importante: es el arte de América Latina. El arte que ellos asocian a su modernidad es la fotografía. En muchos países la fotografía cumple a principios de siglo lo que en Europa hacía la pintura. De hecho, existen grandes fotógrafos muy reconocidos en todo el mundo, algo más complicado con los pintores. También trabajamos mucho con el dibujo en papel porque son soportes menos costosos.

¿Y alguna otra sala en España?

Lo hemos estado barajando pero, de momento, no tenemos ningún proyecto concreto.

Ha quedado claro que Mapfre apuesta sobre todo por el dibujo y la fotografía en su colección. ¿Por qué se concede, entonces, un Premio Penagos de Dibujo y, sin embargo, no existe uno equivalente en fotografía?

La idea de hacer un premio de dibujo viene porque no hay nadie que sea sólo dibujante. Cuando se hacen exposiciones importantes de grandes artistas lo que nunca se ven son los dibujos. Nosotros queremos llamar la atención sobre algo que pasa inadvertido, queremos dar un premio a artistas que hayan destacado por su contribución al dibujo. Es distinto con los fotógrafos, porque, normalmente, sólo son fotógrafos y existen varios premios nacionales e internacionales importantes que premian y destacan la fotografía. Lo que no había era un premio para el dibujo. Esa es la gran diferencia. Hay un Premio Nacional de Bellas Artes, el Premio Velázquez… pero éstos reconocen trayectorias, artistas. Nosotros queremos poner de relieve la importancia del dibujo y para ello premiamos a artistas que además fueron dibujantes. No veo la necesidad de hacer lo mismo con la fotografía, aunque a lo mejor en un tiempo la vemos.

En su programación de febrero estaba prevista la inauguración de la exposición Mirar sin ser visto. De Tiziano a Picasso. El retrato en la Colección del MASP que al final no se ha llevado a cabo. ¿Qué ha ocurrido? 

Hemos tenido problemas técnicos de última hora con el Gobierno brasileño que, al final, y aunque ya han sido resueltos, nos han obligado a posponer la exposición para dentro de unos meses. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de obras que son, seguramente, lo más importante del patrimonio artístico brasileño. Es algo comparable a realizar una exposición en Brasil con Las Meninas de Velazquez, Los fusilamientos de Goya o El jardín de las delicias de El Bosco… Normalmente no hay problemas en este tipo de exposiciones pero, en este caso, saltaron unas alarmas por parte de los que salvaguardan el patrimonio que entorpeció el proyecto. Afortunadamente, los problemas están ya completamente solventados, aunque nos han obligado a posponer la exposición.

Además de esta muestra, ¿qué próximos proyectos expositivos tiene previsto realizar la Fundación durante esta temporada?

Tenemos previsto presentar Olvidar a Rodin, una gran exposición con el Museo de Orsay sobre la escultura en Europa en los años 20, la escultura después de Rodin: con Picasso, Modigliani, Brancussi… En otoño tendremos, por fin, Mirar y ser visto y también presentaremos una gran exposición de pintura norteamericana del realismo americano de las primeras décadas del siglo, en colaboración con la Phillips Collection. Trabajamos, además, en una exposición que se llamará 1874, fecha de la primera exposición impresionista, donde tratamos de plantear y ver por primera vez juntos en una exposición la pintura impresionista y la de los salones para ver cuál era la actividad artística real de París en 1874 y cómo se construyó realmente la modernidad.