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Ainhoa Arteta: «Fui una sin papeles en Nueva York»

Continúa y, además de belleza, transmite pasión y verdad. Disfruta hablando de música y de la vida. Es generosa y no repara en entregarse como si estuviera en plena Traviata. Ella misma afirma ser bastante vehemente. Hace unas semanas debutó en el Teatro Real por primera vez con Don Giovanni y a pesar de la polémica por la puesta en escena, la soprano vivió uno de sus mejores momentos.

¿Qué sintió al poder debutar al fin en el Teatro Real?

Una emoción indescriptible porque ansiaba estar en este teatro y cantar para su público. Tuve también esa emoción la noche que salí a cantar el aria en el aniversario de Plácido Domingo y también me pasó con Ciranno, pero obviamente Don Giovanni era mi debut, además con un rol que tampoco he hecho mucho en mi carrera. En los últimos años me van ofreciendo puccinis ya un poquito más densos, y verdis también, pero Mozart no y me hacía muchísima ilusión. Para mí era un reto también debutar con esta producción, muy complicada a nivel actoral, y me sentí muy contenta el día del estreno.

De todos los personajes que le han dado, ¿con cuál se queda? De los que no ha hecho… ¿cuál le gustaría que llegara?

Tengo que decir que son muchos porque soy una persona muy de escena y de escenario y en seguida me enamoro. A todos les encuentro algo que verdaderamente me apasiona y así los puedo defender. Para mí es importante encontrar ese algo en los personajes y puedo decir que casi me fundo con ellos. El que más me ha alienado en mi carrera, porque fueron muchos años con él, fue el de Violetta Valery. Tenía hasta la casa amueblada como ella. Fue una obsesión. Ahora estoy en un momento de mi carrera en el que me están dando personajes que no hubiera pensado que pudiera afrontar. Acabo de hacer Elisabeth de Valois de Don Carlo, que para mí ha sido un personaje maravilloso, y tengo en vistas hacer Tosca y Adriana Lecouvreur, entre otros. Son personajes que nunca hubiera pensado que los pudiera llevar a cabo y en ese sentido estoy más que satisfecha al saber que los tengo en proyecto y que los voy a poder hacer.

«Ser inconsciente a veces es muy bueno»

¿Qué recuerdos tiene de esa etapa en la que salió de San Sebastián?

Primero me fui a Italia. Estuve unos cinco años allí. Me marché cuando era una cría. Tenía 18 años y de ahí me fui a Estados Unidos. La llegada a Nueva York fue complicada. Fui una sin papeles y por eso entiendo mucho a los inmigrantes. Tampoco sabía inglés. Lo haces porque eres joven, inconsciente y tienes unas ganas tremendas de desarrollarte en lo que te gusta y en lo que tienes verdadera pasión. El ser inconsciente a veces es muy bueno.

Lo recuerdo como una etapa difícil pero que me ha enseñado mucho a la hora de poder enfrentarme a situaciones o a cosas en la carrera para las que necesitas tener mucha fuerza de voluntad, mucho espíritu de sacrificio… Son etapas que han ayudado a formar mi carácter y poder aguantar situaciones que de no haber pasado por todo eso antes probablemente no superaría. Sabes que tienes capacidad de aguante y te dices: «pa’alante».

¿Qué momento de su carrera diría que ha sido el de mayor inflexión?

Para mí ha habido dos puntos de inflexión principales. Uno fue al principio, en el año 1993, cuando gané el concurso del Metropolitan. Era muy jovencita y me pasaron directamente del concurso a cantar ya grandes roles en la casa. De alguna manera lo que yo pedía era entrar en la escuela de formación de jóvenes cantantes, pero bueno, me dieron Traviata, Bohème, Mimì… Para mí fue… Fue un punto importante, difícil y yo diría que hasta traumático. Pero bueno, había ese tren y había que cogerlo.

Otro punto de inflexión importante fue cuando perdí la voz durante un año y esto me hizo replantearme muchas cosas y entender a mi instrumento como algo único al que no se le puede obligar. Muchas veces, cuando se es joven, por la propia flexibilidad del instrumento y de tu capacidad muscular, se le exige y se le hace pasar por cosas que luego, con el tiempo, el instrumento te hace pagar. Quizá eso fue lo que me pasó pero me vino muy bien porque gracias a eso estoy ahora donde estoy. Sobre todo aprendí una gran lección: a la voz hay que escucharla y nunca obligarla.

Ainhoa Arteta [1]

 

Año de ópera… ¿es muy difícil elegir entre Verdi y Wagner?

Es imposible porque creo que los dos son unos genios y ante dos genios no te puedes decantar. De hecho creo que había una pugna entre ellos importante. Verdi envidiaba mucho a Wagner, Wagner tenía esta especie de amor-odio hacia Verdi, entonces se retroalimentaban los dos.

Tengo la suerte de terminar este año, el año Verdi, con Falstaff en San Francisco, que además voy a poder hacer con Bryn Terfel y me hace mucha ilusión. Además en un rol que nunca había pensado, Aliche. Para mí es un regalo.

A Wagner todavía no le llego. No sé si le llegaré alguna vez o será un rol o un papel que pueda hacer a nivel ópera. Posiblemente a nivel camerístico sí. La verdad es que es un autor al que no he interpretado, aunque sí lo he escuchado mucho. Escuchar Wagner para alguien a quien le gusta el clásico es imprescindible. Creo que es un compositor que marcó un antes y un después. El mundo de la ópera cambió muchísimo después de Wagner.

«La vida es una tragicomedia»

¿No cree que en muchas ocasiones la vida es una especie de ópera trágica?

La vida es una tragicomedia. Trágica en el sentido de que es complicada y te plantea muchos retos, pero creo que hay que afrontarlos con una parte de comedia para restarle la importancia que te puede hundir y añadirle ese punto de reírse de la vida para poder avanzar y superarla. Muchas veces pienso, cuando dicen que la vida es muy dura, que la vida es simplemente la vida. Es así. Lo dura que pueda ser depende mucho de cómo la afrontes. Si desde luego estás todo el día lamentándote desde luego que será mucho más dura. Si la afrontas con ese punto de humor y te intentas reír un poco de ella le quitas hierro.

¿Qué hay que ponerle a un aria para que cale de verdad?

El alma… no sólo el corazón. El alma. Siempre digo que cuando se quiere a alguien de verdad y se quiere a alguien de una manera inmensa, que traspasa fronteras, se le dice «te quiero con toda mi alma». Es el amor a un hijo, el amor… a lo más grande. El alma no perece nunca, el alma es algo que traspasa. En cambio, el corazón es un órgano que siempre perece. Querer con el corazón está bien, pero para que traspase es el alma.

¿Y para que la ópera deje de tener estos toques elitistas?

Creo que se están haciendo muchísimas cosas, muchísimos esfuerzos y se está cada vez abriendo más… pero sí, aún sigue siendo elitista. Quizás deberían aprovecharse más las nuevas tecnologías y las redes sociales. Precisamente a través de ellas estoy estableciendo y entablando conversaciones con gente que no conozco, que me sigue… Les cuento mis experiencias cuando vuelvo de un ensayo o cuando sé que hay cosas que se pueden contar y se pueden entender… Poco a poco voy compartiendo cosas y esto abre a la gente un abanico de sentimientos que de otra manera a lo mejor no podrían acceder. Creo que esto es importante.

Siempre he pensado que abrir las tripas de un teatro es importante y siempre me ha quedado la curiosidad de saber qué pasaría si en vez de ver lo que está pasando en el escenario éste se pudiera abrir y la gente pudiera ver todo lo que hay detrás: los técnicos y toda la gente que está involucrada en cada montaje de ópera. Ver todas estas cosas hacen a la ópera un mundo mucho más cercano, más asequible. La verdad es que soy partidaria de enseñar los teatros y el mundo que hay detrás de todo esto.

«Soy una aprendiz de la vida»

¿Cómo se describiría?

Soy bastante vehemente. Me cuesta reservarme y digo muchas veces lo que pienso. En general, me gustaría describirme como una aprendiz de la vida y sobre todo de aprender a ser buena gente, intentar ser feliz e intentar hacer felices a los demás. En eso estoy.

¿Hacer ópera ayuda precisamente a eso?

Sí, pero la ópera se basa en sentimientos muchas veces atormentados e intentar entender esos sentimientos muchas veces es complicado. Por eso sus personajes son fascinantes. Muchas veces a través de ellos vives muchísimos sentimientos y emociones que te hacen crecer y te hacen aprender como persona. En ese sentido es un privilegio para los que lo escuchan y para nosotros los que lo trabajamos. Sin embargo, esto no quiere decir que sea un proceso fácil porque entrar en según qué personajes te lo hace pasar verdaderamente mal. Y para interpretarlos tienes que entrar en ellos.

Por poner un ejemplo, el pasado mes de septiembre hice una obra en París en la sala Pleyel con Alagna Le dernier jour d’un condamné, un obra de Víctor Hugo sobre una mujer condenada a muerte que muere por inyección letal. Imagínate que proceso. Engordé nueve kilos trabajando el personaje por la ansiedad, la desazón, por la propia música, por no poder estar en su propia piel, por lo mal que lo estaba pasando. Esas cosas te ayudan a entender la suerte que tienes en la vida y a tomar decisiones que quizás de otra manera no tomarías.

Próximas actuaciones de Ainhoa Arteta

  • El Caserío en el Teatro Arriaga. Rol de Ana Mari – junio.
  • Concierto junto al barítono Juan Jesús Rodríguez y la Orquesta de Castilla y León en Valladolid – 4 de julio.
  • Festival Internacional de Cambrils junto a Luis Dámaso (tenor) – 20 de julio.
  • Concierto con la Orquesta Sinfónica de Galicia bajo la batuta de Victor Pablo Pérez (Lieder de Strauss) – 23 de julio.
  • Recital en la Quincena Musical de San Sebastián – 26 de julio.
  • Concierto con la Orquesta Sinfónica de Galicia bajo la batuta de Victor Pablo Pérez (Lieder de Strauss) –  30 de julio (Quincena Musical de San Sebastián).
  • Recital junto al barítono Juan Jesús Rodríguez en Festival de Cap Roig – 4 de agosto.
  • Falstaff en la Ópera de San Francisco. Debuta el Rol de Alice Ford – octubre-noviembre.
  • Ciclo de Lied del Teatro de La Zarzuela de Madrid con Malcom Martineau – 19 noviembre.
  • Manon Lescaut en la Temporada de Ópera de Sevilla. Rol principal – diciembre.
  • La Bohème junto a Ramón Vargas en Teatro Bellas Artes de México. Rol de Mimi – diciembre.
  • Adriana Lecouvreur en la ópera de Bilbao. Debuta el rol principal – enero de 2014.