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«Cantar copla me ha servido para romper prejuicios»

Rodés canta desde pequeña. Comenzó con clases extraescolares de guitarra, piano y canto y sus primeros escenarios fueron los festivales del colegio y las fiestas mayores de Vilassar y Cabrera de Mar. Acaba de sacar María canta copla, su tercer disco en solitario, un trabajo sin duda sorprendente, en el que versiona grandes coplas como Ay, pena, penita, pena, Tatuaje, El día que nací yo o Tengo miedo.

En él, la cantante se dedica a despojar lentamente de artificio, y de cualquier vestigio de histrionismo, una a una las canciones que lo componen. Lo hace llevándolas a su terreno, a un mundo personal e íntimo en el que la sensibilidad, el buen gusto y el amor profundo por la música lo empapa todo. Todo sin bata de cola.

¿Por qué un disco con canciones de copla? ¿Cómo surgió esta idea?

La idea pasó por bastantes procesos. Primero, hace ya como siete años se me ocurrió hacer un disco de versiones. Quería hacerlo con canciones americanas tipo Qué será, será, de Doris Day, o Moon River de Audrey Hepburn. Temas que se hubiesen hecho famosos a través de películas antiguas.

¿Qué pasó después?

La idea se difuminó. En ese momento estaba grabando Una forma de hablar y se lo comenté a mi productor, Ricky Faulkner, y me dijo que molaría que lo hiciera pero con canciones de cine españolas. Me propuso el Pena, penita, pena, así que lo escuché, pero como fue siete años atrás y era aún demasiado joven. No lo vi nada claro. Pensé que no iba nada conmigo. Sin embargo, hace unos meses me vino la idea a la cabeza, volví a escuchar el Pena, penita, pena, cogí la guitarra y la versioné. De repente lo vi claro y me encantó la idea.

¿Sintió miedo de lo que pudiera decir el mundo de la copla?

No, la verdad. Nunca me preocupé por lo que pensarían los puristas de la copla, quizás porque era muy ignorante respecto al género. Desconocía realmente la copla. Había escuchado algo, pero no sabía lo popular que era y lo tan adentro que la llevan muchas personas. Si hubiera pensado más en ese tipo de cosas me hubiera dado más miedo o más respeto, pero al ir un poco intuitivamente no lo pensé. Quizás reparé más en lo contrario, en cómo reaccionaría la gente que escucha mi música.

Pero tampoco suena muy a copla…

No, no, la verdad es que no. El batería con el que toco es nuevo y no conocía mis anteriores canciones. Me dijo que al final no sabía cuáles eran las mías y cuáles no. Realmente dentro del contexto de un concierto, excepto por algunas letras, podrían confundirse.

«Todas estas canciones hablan de pasiones desbordadas, de pena, de lamento, miedo…»

¿Cómo ha sido no cantar sus propias canciones en este álbum?

Es diferente… Cuando cantas tus canciones hay un vínculo más fuerte. En realidad, para este disco la diferencia ha sido bastante sutil porque me ha resultado bastante fácil hacerlas mías, excepto algún caso que me ha costado más por el tipo de letra. Tres puñales fue la que más me costó porque la versión de Marifé de Triana es ‘super cañera’ y yo no puedo hacerlo así. Tampoco me veía haciéndola así.

Hace canciones dramáticas y justamente la copla es muy dramática, ¿lo siente así?

Sí, hay algo paradójico en ello. Cuando decidí recuperar este proyecto tenía cierta crisis compositiva porque pensaba que siempre hablaba mucho de mis penas o que había cierto egocentrismo en mi forma de escribir. Entonces pensé en un proyecto distinto para alejarme un poco de mí y, de repente, llego a la copla y veo precisamente una exageración de todo eso. Todas estas canciones hablan de pasiones desbordadas, de pena, de lamento, miedo… De alguna forma, me he reconciliado con todos esos motores creativos que residen en mí porque me he dado cuenta de que para mucha gente también han sido así.

¿Qué ha aprendido?

Hacer este disco me ha servido para romper ciertos prejuicios. Creo que la música se divide en gremios y quizás la música folclórica era una música a la que antes no le daba tantas oportunidades por prejuicios. Sin embargo, después de hacer grabar este trabajo y de meter en él castañuelas, guitarras clásicas, bandurrias… he roto un poco con ese prejuicio respecto a la sonoridad folclórica y me encanta que haya pasado porque creo que ahora tengo una visión más amplia de la música. La música es música y está por encima de las modas y de las tendencias.

«Hago canciones ‘a mi rollo’. No sé qué género es exactamente»

Si ahora le preguntaran qué tipo de música hace, ¿qué diría?

Hombre… En el siguiente disco no voy a seguir haciendo copla. En realidad, a nivel estricto tampoco ha cambiado tanto… Hay diferencias, pero tampoco tantísimas. Una canción de María canta copla podría convivir en un mismo disco con otras anteriores y tampoco llamaría tanto la atención. Sigo pensando que hago canciones “a mi rollo”. No sé qué género es exactamente.

¿Cómo es su forma de trabajar?

Pues creo que es bastante intuitiva. De repente un día te sientes de una forma concreta, estás más sensible de lo normal, como más abierta, y coges la guitarra y te sale algo que quizás vale más la pena que algo que hubieras hecho otro día que estás menos conectada.

Lo que voy haciendo son como esbozos, los voy grabando y al cabo de un tiempo los cojo y los convierto en canciones.

¿Se puede vivir de la música hoy en día?

Poder, puedes. Creo que la clave es ser muy polifacético, hacer muchas cosas, estar en varios frentes y que no se te caigan los anillos por ello. Estar abierto a todo. Aún así es complicado. A mí personalmente me va a rachas. Hay rachas en las que me va bien y otras en las que pienso que tengo que encontrar otro trabajo o complementarlo con otra cosa. Creo que poder tener otra opción aparte de la música es muy sano porque así no dependes de ella y así no cambiarás tu forma de hacerla por motivos extra musicales.

¿Qué influencias tiene?

Me gustan muchos artistas. Generalmente tiendo a los solistas porque creo que una persona sola, si es creativa y consigue trasladar sus historias a la música, puede construir mundos muy interesantes. Siempre me ha gustado mucho Björk, Juana Molina o Lasa, que fue un referente para mí en este disco porque hace un tipo de música folclórica mexicana con sonoridad más moderna. Albert Pla también… Podría decir muchos.

«Me gustaría grabar un disco con Albert Pla»

Ha colaborado con diferentes artistas a lo largo de su carrera como Coque Malla, Raúl Fernández o Ramón Rodríguez (The new Raemon), ¿qué le han aportado?

Todo. Desde siempre he intentado colaborar lo máximo posible con otros músicos. Me considero una persona que aprende de los demás y lo que hago es fruto también de los artistas que he ido conociendo. Siempre he mimetizado de los demás. Creo que es la base del aprendizaje de cualquier persona. Es muy enriquecedor.

¿Qué le gustaría hacer a corto y largo plazo?

Me gustaría mucho hacer un disco con Albert Pla. En un momento dado lo planteamos pero se quedó en el aire. También me gustaría hacer un próximo disco con canciones mías y dejar un poco atrás, al menos para el disco siguiente, la guitarra acústica, el estilo más pueril o más naïf y hacer algo más oscuro. Algo más crudo. Sencillo, pero que me aleje un poco de la fantasía.

Otro disco que me gustaría hacer, este sí que es fantasía pura, es uno en homenaje a un tío abuelo mío que fue jesuita y astrónomo. Nunca lo conocí, pero publicó algunos libros, dio algunas conferencias… Me gustaría hacer una instrumentación de algunos de sus planteamientos usando también la voz. Realmente sería el proyecto más fácil porque estaría basado más en la improvisación.

¿En qué momento se encuentra?

En una etapa que estoy cerrando. Este disco de coplas es un ribete final que le estoy poniendo a esa época más cándida, más joven, más inocente. Me lo he tomado, además, no sólo como un homenaje a la cantante de copla y a la cantante femenina, sino como un homenaje a mí misma y a un proceso. Por eso de cara a un futuro quiero hacer cosas que abandonen de alguna forma esa candidez propia de esa etapa más joven. Siento un cambio de etapa. Voy a cumplir 28 años y me digo: “Dios, voy a ser más mayor que Janis Joplin”.