Ya llovió desde aquello. Desde que en 1954 realizase su primera exposición individual. Desde que tres años más tarde fundase, con Saura, Millares y Canogar el vanguardista grupo El Paso, al que posteriormente se unirían Rivera, Viola y Martín Chirino. Hoy, cumplidos de largo los 80, cuando sus obras cuelgan, como pintor universalmente reconocido, en las grandes pinacotecas de los cinco continentes, ese conjunto de realidades y experiencias confieren a Luis Feito (Madrid, 1929) la sabiduría socarrona o la socarrona sabiduría, que tanto monta… que le permiten hablar sin recovecos y afirmar con contundencia; decir sin miedos y mirar de frente.

Confiesa que en la recta final se ven las cosas más claras. «Tengo una madurez –también en relación con la pintura– que antes no tenía». Asume la individualidad, «el artista es siempre un solitario. Cuando uno se encierra en el taller está solo, solísimo». Lamenta que la crisis económica también afecte a su ámbito de creación, «hablamos de una necesidad primaria. El arte no debería ser considerado nunca un artículo de lujo» y, al cabo, aboga por un arte surgido de la verdad, «ese que nace del encuentro sincero de un hombre con un lienzo, porque, lamentablemente, hoy se llama arte a todo, a cualquier cosa».

Y lo dice con firmeza, sin subterfugios. Mirando de frente.