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Rébecca Dautremer: «Me guío por instinto»

¿Qué diferencias hay entre ilustrar para adultos y niños?

Técnicamente no hay ninguna diferencia, la única es que el libro es para adultos o para niños, pero en términos de técnica es lo mismo. Mi primer público soy yo. Soy la que quiere estar satisfecha con el trabajo que llevo a cabo y la que quiere disfrutar. No pienso ni en la edad ni en el tipo de público que va a ver mis ilustraciones. Trabajo para jóvenes, para adultos, para niños… y son las historias las que cambian, yo no hago ningún esfuerzo por cambiar la forma de trabajar.

Los niños, lo digo siempre, ven las mismas cosas que nosotros. Con los adultos sí que suelo hacer más abstracciones, alejarme más del texto, hacer más paralelismos, pero también es algo que incluyo, aunque quizás no en un grado tan extremo, en mis trabajos para niños, por lo que, en resumen, no hay diferencias y mi forma de trabajar es la misma en ambos casos.

¿Cuál ha sido la mayor dificultad de ilustrar un libro con tanto éxito como Seda?

Hay una dificultad externa, que no es mía, y es que el libro ya tiene millones de lectores. Entonces la pregunta es para qué sirve una nueva versión, ya que quizás podrían verse decepcionados los lectores, lo mismo que con una adaptación de un libro para el teatro o para el cine. Hay gente a la que le va a gustar y gente a la que no. Las respuestas van a ser diferentes.

En este libro no hay mucha acción, no hay muchos encuentros, el personaje protagonista habla poco y está enamorado de una mujer a la que no se acerca, por lo que no ha sido fácil ilustrarlo desde ese punto de vista. Es muy difícil mostrar los estados del alma, ya que en ellos no hay acción. Por eso he ido introduciendo imágenes abstractas. Por ejemplo, en un momento dibujo al protagonista con los pies en el agua porque es como se sentía en ese momento, como si se estuviera cayendo. La idea es esa: no hay una acción trepidante, son ilustraciones más abstractas, del estado del alma.

«Intento renovar los personajes clásicos sin traicionar la historia original»

Ha ilustrado en uno de sus libros muchas princesas desconocidas y olvidadas, ¿cómo cree que debe pervivir la princesa para los niños actuales?

Es un libro que va fenomenal, pero es un proyecto que hice una vez y ya está. Es verdad que es un tema que ha resurgido mucho, sobre todo en los libros para niñas. Intenté hacer princesas distintas: princesas feas, personajes malos… porque no creo que tanto rosa y tanto pastel sea bueno para las niñas. No creo que les tengamos que vender eso. Yo también sueño y pensé que había que proponer cosas distintas… pero no soy una especialista en princesas, es un libro que se hizo hace 10 años y no tengo interés en volver a ello.

Usted cambió el prototipo de Alicia en el País de las Maravillas al que estábamos acostumbrados…

Ahora mismo estoy trabajando en un proyecto sobre La Biblia y también he trabajado en reinterpretaciones de otros clásicos. Lo que intento hacer es olvidarme de la versión oficial porque, por ejemplo, que Alicia fuera una niña rubia con ojos azules no está escrito en el texto. Si me fijo en el original puedo hacer muchísimo, puedo romper con los clichés y las ideas preconcebidas. No es que realmente esté reinventado la historia, lo que hago es olvidarme de la sabiduría popular de la misma.

Con La Biblia también estoy innovando y es difícil porque ha pervivido una en el imaginario colectivo durante siglos, pero al fin y al cabo no está escrito en ningún sitio que Jesús fuera un señor con barba y que Noé fuera siempre vestido de marrón. Eso no está escrito. Lo que estoy haciendo es renovar los personajes sin traicionar la historia original. Me he leído los textos originales, obviamente… y es una pena porque muchas veces los textos clásicos se ilustran con las ideas preconcebidas que todos tenemos y puede que la originalidad esté en no hacerlo.

¿Prefiere ilustrar los clásicos u otro tipo de historias desconocidas?

Me interesa todo y me gusta cambiar. El año que viene voy a trabajar en un proyecto nuevo con Taï-Marc Le Thanh, con el que ya he colaborado. Se trata de la historia de una vida, un proyecto personal y va a suponer un cambio después de La Biblia. La verdad es que no tengo preferencias por un tema u otro. Me interesan todos.

«Todo lo que tenemos que hacer para subsistir no me interesa»

¿Cómo es su estudio?

Vivo en el centro de París y tengo el taller justo debajo de casa. Tiene unos 25 metros cuadrados y en él tengo una mesa para dibujar y otra con el ordenador. Es un lugar sencillo. En una esquina tengo muchos libros, sobre todo de fotografía, que es lo que más me inspira. También objetos personales. He intentado recrear un universo que sea cómodo porque, a fin de cuentas, vivo ahí. También escucho mucha música, la radio… Tengo muebles también para ir guardando los dibujos, que ocupan muchísimo. Como está debajo justo del salón de casa vienen los niños, dejan sus cosas… Tengo mucha suerte de tener este sitio y mi casa justo encima porque trabajo sin horarios y a lo mejor bajo por la noche o los fines de semana.

¿Qué es lo que le inspira y qué referentes tiene?

Cuando me faltan ideas recurro a la fotografía o al vídeo. Por ejemplo, si tengo que imaginar un mar o un paisaje siempre recurro a la fotografía. No me centro en otros ilustradores porque su trabajo ya está hecho, ya está acabado y sería copiarles. Al principio sí que lo hacía, sobre todo para fijarme en la técnica, para ver cómo aplicaban el color o las sombras, pero nunca para fijarme en el diseño, en el estilo. Me da miedo que canibalicen mi propio trabajo, no me ayudaría. Por eso me inspiro sobre todo en la fotografía y en la pintura flamenca del siglo XVI y XVII. Los temas y los colores de ese tipo de pintura me gustan mucho.

¿Cómo se definiría? ¿Cree que su forma de ser se refleja en sus dibujos?

No creo que sea la persona más adecuada para calificar mi trabajo porque no tengo la mirada fresca. Sobre mi manera de ser diría que no me interesa la realidad. Planeo un poco, no tengo los pies en la tierra. Me gusta ir adaptándome y fijarme en lo poético, lo teatral, lo irreal… No me interesa la realidad pura y dura. Todo lo que tenemos que hacer para subsistir no me interesa. Igual que a todos los artistas, me interesan las cosas más abstractas. Sí que es verdad que también puedo encontrar arte y poesía en muchos gestos y acontecimientos de la vida cotidiana, cositas pequeñas que son las que dan humanidad a la acción. En fin… No sé, no sé, en realidad no sé nada. Me guío por instinto. No me fijo mucho en la realidad.

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Seda [2]
Texto: Alessandro Baricco
Ilustraciones: Rébecca Dautremer
Edelvives / Contempla
Páginas  216
Formato: 19 x 24 cm
Precio: 28 euros