«David hace una película sobre los años sesenta, pero está hablando del año 2013», afirma Javier Cámara, protagonista del filme, y continúa: «Uno no hace películas de época. Uno hace películas de la época en la que vive».

Y es que en ese 1966 que nos presenta Trueba hay mucho de 2013: personajes desesperados que no encuentran su sitio, un país enfermo que sale perdiendo al compararse con el extranjero, jóvenes asfixiados y melancólicos… Aunque, según Trueba, «todos los jóvenes son melancólicos».

«Al final de todas las vocaciones casi siempre hay un gran profesor»

No es pura casualidad que Trueba acabara contando esta historia. Fueron varios los motivos que lo condujeron a emprender este viaje. El primero de ellos se remonta a cuando tenía aproximadamente siete días de vida. Siendo el menor de una familia de ocho hijos, recién llegado al mundo, asistió, según le contaron más tarde, a la huida de uno de sus hermanos al negarse a cortarse el pelo.

Ahí está el germen del personaje de Juanjo, interpretado en la película por Francesc Colomer. A éste se le uniría más tarde quien vertebra la cinta: Juan Carrión. Este sencillo profesor de inglés fue quien emprendió aquella peculiar búsqueda de John Lennon, acontecimiento que acabaría cambiando el formato de distribución de los discos de los Beatles en nuestro país.

Quizá precisamente por lo poderoso de la figura de Carrión, Trueba se mostraba reticente a conocerlo antes de haber concluido su guión. En su cabeza tenía una idea clara de cómo evolucionarían los acontecimientos, así que prefería mantener una distancia con el protagonista real para que éste no se sintiera incómodo.

No fue hasta que concluyó que fue a visitarlo a Cartagena, descubriendo para su sorpresa que «respondía mucho a la idea que tenía del personaje». Un hombre apasionante y, por encima de todo, humilde, que hablaba con ilusión de su encuentro con el vocalista de la banda inglesa y no dejaba de sorprenderse de que «un hombre tan importante» como Trueba hubiera ido a fijarse en él.

«Me encanta que este Sancho Panza con ese 850 y estos dos compañeros le gane en la taquilla al del martillo»

Estamos ante una película aparentemente pequeña, especialmente al compararla con las grandes superproducciones con las que va a competir en su estreno. Sin embargo hay mucho más en el fondo, algo que lo convierte en un filme cargado de fuerza, una fuerza que sobrepasa esa aparente sencillez que destila.

Ni Trueba, Cámara o De Molina consideran perdedores a los personajes de la película. Precisamente creen que son seres valientes, «personas que mueven su mundo», mucho más poderosas que los héroes de blockbusters que parecen tenerlo todo tan claro y no dudan a la hora de tomar una decisión vital para ellos y su entorno.

En definitiva, esta película es un viaje. No solo para sus protagonistas, sino para el espectador, que de algún modo va moviéndose y creciendo con ellos. El tiempo sabrá ponerla en el lugar que le corresponde. Mientras tanto, quien se decida a escaparse a la Almería de 1966 en esta entrañable aventura descubrirá que quizá en las decisiones más alocadas está la clave para huir de los problemas, ya que, como bien descubrió un joven John Lennon, «vivir es fácil con los ojos cerrados».