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Vicente Molina Foix: «La literatura es rival de lo real»

¿Por qué Enemigos de lo real como título de sus escritos sobre escritores?

Soy muy espeso con los títulos y cuando se me ocurrió este me gustó. Ya lo había mencionado en el ensayo del libro que aborda La tempestad de Shakespeare. Tiene un poco de trampa, porque más que enemigos lo que se trata es de personas que se ponen fuera de la realidad, están en paralelo de la realidad. La literatura como una especie de desorden de lo real. Uno, en su cabeza, en sus libros, vuelve a ordenar dándole una textura distinta. La realidad la conocemos, forma parte de nuestra vida, es el día a día, lo cotidiano, y la literatura, tal como yo la entiendo y me gusta y la que se refleja en los autores que he recogido, son aquellos desordenadores, los que manipulan la realidad, la recrean, la sabotean, la enaltecen…

No duda usted en calificar de manipuladores a los escritores…

Con la realidad se pueden hacen muchas cosas. La realidad está ahí siempre y tu vives en la realidad. Siempre he distinguido entre la persona real que soy y el escritor que soy. Como persona he vivido siempre muy anclado en la realidad y me he comprometido en muchos terrenos, también en el político, y en muchas actividades que tienen que ver con lo estrictamente real, y como escritor he ido a ese otro terreno paralelo, a ese otro mundo rival, pues la literatura es el rival de lo real, porque tiene que moverse en un terreno en el que a través de la imaginación y de un instrumento tan poderoso como la palabra y al mismo tiempo muy simple, instaura otra vía que nos lleva a los sitios más inesperados y que amplía nuestros horizontes. Amplía el horizonte de lo real, pues lo real a veces nos abruma, nos fastidia, nos humilla, incluso, con sus imposiciones. La literatura extiende el campo de lo real no solo en las obras de fantasía. Una novela de Balzac o uno de los Episodios Nacionales de Galdós, que no pueden ser más reales, mas realistas, nos llevan a otro territorio pues ahí está la mano del artista manipulando la realidad como rivales y enemigos de lo real.

La literatura como una gran farsa, ¿no?

En buena medida, sí. Y como una extensión de la vida. Como eso que se decía antiguamente de la religión, que era el opio del pueblo. La literatura no es el opio pero si es una especie de producto, a veces alucinógeno, aunque no tiene efectos letales en el cuerpo. Esa especie de producto que extiende las percepciones, que te hace cambiar de opinión, que a través de algunos libros te estabiliza… Es un producto que de alguna forma nos saca de nosotros mismos. Cuando leo un libro y me prende, vivo en él durante el tiempo que dure su lectura. Leer como yo hice a lo largo de unos meses las siete novelas de Proust es meterte en otra vida. Luego sales a la calle, compras el pan, vas al cine, echas un polvo, vas a votar… pero la vida transcurre en ese libro, sigue transcurriendo en esa historia. Las palabras te impregnan, conoces a los personajes como conoces a los vecinos de tu casa y todo ese universo es otra realidad intensa pero fácil de volver a ella pues consiste en coger el libro y seguir leyendo. Esa rivalidad mejoradora de la realidad y abridora de cauces que es un libro es lo que está en la base de lo que pienso y de lo que he plasmado en mi literatura.

¿De todo lo leído, con qué se quedaría si tuviera que elegir alguna obra o autor?

Me es imposible decir un libro sólo. Para mí leer como hice a lo largo de meses en Inglaterra toda la obra de Shakespeare fue un punto fundamental en mi vida. Yo era una persona o, siguiendo lo que decía en su verso Alberti: «Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos», pues en mi caso yo era un tonto y leer a Shakespeare me ha hecho un poco menos tonto. Shakespeare me ha hecho otro lector.

Como novelista que me ha impactado citaría a Henry Miller, como poetas a Vicente Aleixandre y Emily Dickinson, es muy raro el día que no leo un poema de ella, y como ensayista a Montaigne.

(Propongo al escritor un juego que consiste en que el entrevistador menciona un género literario y él señala la palabra que ese género le sugiere. Al citar novela, Molina Foix dice «edificio». Ante teatro señala «ventana». Asocia poesía con «imagen» y ante ensayo menciona «pensamiento, pero sostenido, no una ocurrencia»).

¿Qué lleva a que un escritor sea considerado maldito?

Me ha interesado siempre la figura de los literatos malditos. Hay dos tipos de malditos: el que decide serlo y aquel al que lo hacen maldito. Hay malditos que sufren un rechazo, un olvido, en su época nadie lo entiende y es tenido por poco valioso. O como persona se le considera imposible. Artaud, por ejemplo, por citar a un grande, sabemos que era una persona intratable. Fue en un proceso de enloquecimiento derivando hacia un ser muy agrio, lleno de exigencias y desplantes y hubo un momento en que ni sus amigos, aquellos que estuvieron con él hasta el final, podían soportarlo. Pero su gran obra está ahí.

Hay otros malditos que son gente fracasada y yo tengo un gran respeto por el fracaso, no lo digo cono un adjetivo de desdén. Fracasado porque a veces han sido malentendidos o no publicados o menospreciados. Luego hay el supremo maldito, al que también le tengo respeto, cuya propia vida personal y la tensión que le produce les lleva al suicidio y a la muerte. Hay muchos suicidas en mi libro como Calvert Casey o Gabriel Ferrater. Fueron maldecidos por alguna fuerza, como la locura, la enfermedad, el descontento profundo con su propia vida y obra…

Como experto en ambos terrenos, ¿qué une y qué separa los lenguajes de la literatura y el cine?

Cine y literatura son lenguajes antagónicos. No están obligados a encontrarse aunque a veces se comunican. No es ningún desdoro decir que a menudo lo hacen de la manera más superficial. Me interesan mucho los dos campos y es un asunto sobre el que he reflexionado y escrito. Son terrenos opuestos por la sencilla razón de que los dos medios, las dos artes hacen lo mismo, que es narrar, pero la diferencia radical es que las armas, las herramientas, de uno no sirven para el otro. Cuando escribo una novela no estoy pensando en las posibles soluciones narrativas del cine y cuando escribo para cine y adapto una novela tengo muy en cuenta que lo que hace a una película grande solamente se resuelve en términos de imagen, de movimiento, de luz, de interpretaciones. Literatura y cine son primos muy lejanos que trabajan en un idioma que resulta intransferible de uno al otro.

¿Conoce alguna adaptación al cine que, en su opinión, mejore a la obra literaria de la que parte?

Hay más de las que parece. Por ejemplo, la película de Kubrick El resplandor es infinitamente mejor que la novela de Stephen King. Se han hecho interesantísimas adaptaciones al cine de la obra de Madame Bovary, de Flaubert. O El Padrino, de Mario Puzzo, que es muy inferior a la película de Coppola. Y por citar una película española hablaría de El túnel, obra de Sábato magníficamente llevada al cine por Antonio Drove.

El autor

Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid, residiendo ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue profesor de Literatura Española en la de Oxford.

Autor dramático, crítico de cine y director de dos películas (Sagitario y El dios de madera), su amplia labor literaria se ha desarrollado principalmente –después de darse a conocer como uno de los Nueve novísimos poetas españoles seleccionados por J.M. Castellet– en la novela. Sus títulos más destacados en ese campo son La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico y El abrecartas (Premio Nacional de Literatura 2007 y Premio Salambó).

Recientemente ha recogido su obra poética en La musa furtiva, Poesía reunida 1967-2012, publicando también dos volúmenes de cuentos, Con tal de no morir (2009) y El hombre que vendió su propia cama (2011), y la novela biográfica El invitado amargo (2014, escrita con Luis Cremades).

Merecen también mención sus traducciones de Shakespeare –Hamlet, El rey Lear, El mercader de Venecia– y sus reinterpretaciones de mitos clásicos para el teatro como Don Juan último (1992), Electra (2012) y Medea, que inauguró en julio de 2015 el Festival de Teatro Clásico de Mérida.

Enemigos de lo real

Su último libro, Enemigos de lo real, recoge una amplia selección de los textos que ha ido escribiendo a lo largo de los años sobre grandes escritores, entre el renacimiento y la actualidad, de distintas latitudes.

La columna vertebral de la obra la forman las casi cien páginas dedicadas a Shakespeare, con análisis de sus principales obras y un estudio de la musicalidad del verso shakesperiano. Montaigne y sus lectores a través del tiempo (y Shakespeare fue uno de los primeros) abren esta recopilación, en la que se da relieve a la literatura escénica, con trabajos sobre Marlowe, las obras teatrales inspiradas por el Quijote, Valle-Inclán, Goldoni, el personaje de Don Juan y una reflexión en torno a la leyenda del Doctor Fausto tal como la han visto Marlowe, Goethe, Benavente y David Mamet.

Molina Foix también se detiene en la tradición de los malditos y los raros, evocando las figuras del Marqués de Sade, Oscar Wilde, Arthur Cravan, el anarquista Félix Fénéon y Leopoldo María Panero. Un bloque sustancial se ocupa de cinco epistolarios de escritores (Joyce, Gil de Biedma, Carmen Martín Gaite, entre otros), así como de la reivindicación del formidable Edgar Neville en tanto que novelista o de Ortega y Gasset como teórico de nuevas formas de expresión.

Otros autores abordados son Rilke, Larra, Turguéniev, Henry James, Borges como poeta, Vicente Aleixandre, Manuel Vázquez Montalbán, Paul Bowles y Jane Bowles, considerados separadamente, Canetti, Virginia Woolf, Isak Dinesen, Pasolini, Susan Sontag, Cabrera Infante y Juan Benet.

El volumen se completa con ensayos sobre escritores viajeros de la India, la literatura de la enfermedad y las tensiones de la vida privada en la novelística de la Primera Guerra Mundial.

El resultado es un libro profundo y ameno, escrito con sensibilidad literaria y la voluntad de compartir lecturas con un público amplio, induciendo también al redescubrimiento de nombres injustamente postergados, como Andrei Biely, Felisberto Hernández o Calvert Casey.


sobre_enemigos_de_lo_cddcf9 [1]Enemigos de lo real [2]
(Escritos sobre escritores)
Vicente Molina Foix
Galaxia Gutenberg
560 p
24 euros