Rubens, Brueghel, Lorena. El paisaje nórdico en el Prado es el título de la gran exposición que acoge La Lonja de Zaragoza y que plantea una aproximación a las diferentes tipologías del paisaje que surgieron a lo largo del siglo XVII en los Países Bajos a través de una selección de 43 obras de la colección del Museo Nacional del Prado.

El público de la capital aragonesa podrá disfrutar hasta el 24 de febrero de 2013 de este recorrido por el evocador mundo del paisaje nórdico apreciando la maestría con la que los pintores representaron con fidelidad montañas, bosques, campiñas, ríos, mares, parajes cubiertos de nieve o canales helados, inmersos en una luz naturalista.

Durante la Edad Moderna, los italianos llamaron «nórdicos» a los pintores de las tierras que estaban más allá de los Alpes y, fundamentalmente, a los de los Países Bajos. Allí, el contexto social y cultural hizo que, a lo largo del siglo XVII, pintores y coleccionistas se apartaran en gran medida de los temas heroicos propios de la pintura de historia en favor de asuntos cotidianos, pero igualmente aptos para la pintura. Entre ellos estaba el paisaje, que pasó a convertirse en un género pictórico independiente en el que el asunto representado se relega a un segundo plano y se convierte en pretexto para representar con fidelidad los elementos de la naturaleza.

Grandes maestros

Comisariada por Teresa Posada Kubissa, conservadora de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte (hasta 1700) del Museo del Prado, y coorganizada por el Museo, la Obra Social “la Caixa” y el Ayuntamiento de Zaragoza, la exposición incluye 43 obras y entre los pintores que la integran figuran los más destacados maestros del género, con obras tan representativas como Paisaje alpino de Tobias Verhaecht, uno de los maestros de Rubens; La vida campesinaLa Abundancia y los cuatro elementos y Boda campestre, de Jan Brueghel el Viejo, además de La visión de san Huberto, que pintó en colaboración con Rubens, o Mercado y lavadero en Flandes, en colaboración con Joos de Momper el JovenPaisaje con gitanos y Tiro con arco de David Teniers o los dramáticos Asedio de Aire-sur-a-Lys de Peeter Snayers Bosque de Simon de Vlieger.

Las dos tipologías más características del paisaje nórdico –el paisaje de invierno y el de agua– están representadas con obras tan delicadas como El puerto de Ámsterdam en invierno de Hendrick JacobszDubbels o Paisaje con patinadores de Joos de Momper el Joven; y por pinturas como Playa con pescadores de Adam Willaerts Embarcando en una playa de Bonaventura Peeters, que unen el paisaje con la escena de género. Un puerto de mar Paisaje con desembarco de holandeses en tierras de Brasil de Jan Peeters aluden a las lejanas tierras a las que las rutas comerciales llevaron a los holandeses.

Rubens, obra cumbre

Y, por último, está Rubens, el gran maestro flamenco, cuyos paisajes constituyen la parte más íntima, más personal de su producción. De ellos se expone el soberbio Atalanta y Meleagro cazando el jabalí de Caledonia, una de las obras cumbres del paisaje nórdico.

La exposición concluye con algunos de los paisajes encargados por Felipe IV para decorar el palacio del Buen Retiro de Madrid a Claudio de Lorena, Jan Both y Herman van Swanevelt, los jóvenes pintores nórdicos que iniciaron en Roma el llamado «paisaje italianizante» que en Holanda contó con numerosos seguidores. El más destacado fue Philips Wouwerman, que se especializó en la representación de cacerías como Parada en la venta y Partida de caza y pescadores, que adelantan ya el gusto rococó.

Esta es la tercera exposición coproducida entre el Prado y la Obra Social “la Caixa” –tras Goya. Luces y Sombras celebrada en CaixaForum Barcelona y la primera sede de las itinerancias de esta muestra en Valencia clausurada el pasado 2 de diciembre–. Con Rubens, Brueghel, Lorena. El paisaje nórdico en el Prado, el Museo regresa a Zaragoza para presentar una nueva muestra itinerante compuesta íntegramente por sus fondos, después de la dedicada al bodegón español en 2008.