En la obra 4, cuatro bailarines parecen moverse al compás de una onda magnética que a veces les aparta y otras les reúne sin ni siquiera tocarse. Les acompaña la música del aclamado compositor chino de indie-folk-rock Xiao He, que también ha colaborado en la obra 5.

En 5, los cinco intérpretes bailan pegados los unos a los otros; no se separan en ningún momento y se mueven como una masa indescriptible. Con estos dos trabajos -de una larga serie de coreografía numeradas- Tao Ye sigue sus experimentos minimalistas: la exploración del cuerpo humano como elemento visual desprovisto de narración o de representación.

El coreógrafo Tao Ye no titula sus obras sino que las numera porque cree que la danza no se puede resumir en algunas pocas palabras. Además, un título crea una expectación que dificulta la imaginación y una mirada imparcial por parte del espectador. Un símbolo, como un número, deja al público libre de ver la obra con la mente abierta.