Detroit podría ser el Baltimore de The wire, pero también Getafe. Eso opina Maíllo. Su intención es acercarse a través de la pintura a una realidad que le preocupa, le quita el sueño y le hace rabiar. Su obra, creada desde el enfado, constituye un trabajo sólido, maduro y honesto con sus preocupaciones y planteamientos.

Unas obras cargadas de referencias que nos sirven de anclas para amarrarnos a sus mensajes. Las noticias de actualidad impregnan las pinturas de Maíllo. Los paisajes posindustriales, la periferia, el contrapoder y la revolución nutren sus lienzos, marcados por nombres propios como David Simon, Bruce Nauman, Robin Rhode o Nicolas Burriaud.

No hay huellas de pinceles ni de brochas. Maíllo coloca sus lienzos en el suelo, los pisa y araña, llevándolos a su faceta más instintiva y cruda. Un juego de contrastes en el que crisis y oportunidad se enfrentan en una misma obra. Un proceso de creación que conforma la obra misma, sin miedo a dejar en el resultado final errores, borrones y tachones.