El resultado fue un reportaje con imágenes inéditas en el autor, sobre todo por salirse de su ambiente habitual de París y por el medio centenar de fotografías en color que incluye. Brasssï cambió de ritmo y pasó de la horizontalidad parisina a la verticalidad y la velocidad de Nueva York.

Este proyecto es, asimismo, el resultado del éxito de su exposición neoyorquina sobre los ‘grafiti’ parisinos, que cambió la relación del artista con Estados Unidos. Con posterioridad, su talento sería reconocido en 1968 con una amplia retrospectiva en el MoMA.

Su París clandestino

Todo el mundo asocia con este inmenso fotógrafo ―que aunque de origen húngaro se hizo tan parisino― las imágenes de un París clandestino que retrató en los años treinta. Amigo de los surrealistas, cercano a Picasso, dibujante, escultor, escritor, inventor volcánico y multifacético, Brassaï simboliza el espíritu mismo de una fotografía inimitable de la cual es, junto a André Kertéz y a Henri Cartier-Bresson, el más ilustre representante.

Ante la insistencia de Julien Lévy para que presentase en su galería neoyorquina seis “nocturnos”, es decir, seis muestras de su Paris de Nuit, en marzo de 1932 Brassaï acepta precipitadamente sin llegar a explicar que no va a tener tiempo para realizar el positivado. De hecho, aún inseguro de la calidad de su creación fotográfica y desalentado por la sombría descripción que el escritor Henry Miller ―su más íntimo amigo en ese momento― le hace de Nueva York, Brassaï acaba abandonando la propuesta y asumiendo un fracaso que, como dijo él mismo más adelante, le haría perder treinta años de su carrera artística.

En efecto, aunque Carmel Snow –que acaba de hacerse cargo de la dirección artística de la prestigiosa revista de moda Harper’s Bazaar, con el apoyo del genial Alexey Brodovitch– le propone un contrato en 1936, Brassaï no visitará Estados Unidos hasta 1957.

Gran influencia

Mientras tanto se va ganando la fidelidad y complicidad de varias personas muy influyentes en el mundo artístico, como el citado Carmel Snow –que durante más de treinta años reserva dos páginas mensuales a las creaciones de Brassaï– o Edward Steichen y John Szarkowski, con los cuales traba una larga amistad que conduce a estos galeristas a presentar dos grandes exposiciones de Brassaï en su institución, el Museum of Modern Art de Nueva York (MoMA): una en 1956 sobre los grafiti y, en especial, una retrospectiva en 1968.

Tras la triunfal acogida, por parte del público y de la crítica estadounidenses, de sus grafiti, Brassaï se siente por fin animado a cruzar el Atlántico. Así, cuando la lujosa revista Holiday le ofrece una invitación de varios meses para que fotografíe libremente lo que le interese en Nueva York y en Luisiana, acepta con entusiasmo y cierta inquietud.

Más desconocidas

La exposición que ahora propone la sala San Benito de Valladolid, acompañada de una publicación internacional de la editorial Flammarion, muestra el trabajo hasta ahora prácticamente inédito efectuado por Brassaï durante esta visita y que reúne varias peculiaridades.

Desde un punto de vista técnico, el artista va a experimentar el uso del pequeño formato, trabajando inmerso en la muchedumbre, especialmente en Nueva York, para retratar con sus instantáneas su intensa vida urbana; se decanta por el trabajo diurno, fijando un plano antes de volverse para seguir a los transeúntes, construyendo así secuencias muy cinematográficas; de hecho, estas fotografías se sitúan en el polo opuesto de sus imágenes de Paris de Nuit, donde acostumbraba a fijar largamente la escena, encarando a los protagonistas y haciéndoles a veces escenificar.

Por otro lado, esta visita supuso para él la oportunidad de acercarse al color en el tratamiento de elementos particulares: los muros empapelados de carteles, las señales y neones nocturnos, las ferias populares, pero también los variopintos atuendos de los años cincuenta.

No cabe duda de que esta experiencia americana supuso para Brassaï la oportunidad de mirar la ciudad de forma diferente, sin traicionar por ello la sensualidad de su mirada, siempre fascinada por la presencia de las mujeres, como tampoco su poesía de tintes a menudo surrealistas.

Esta muestra está comisariada por Agnès de Gouvion Saint Cyr y ha sido organizada por diChroma photography con la colaboración del Estate Brassaï.