Con una selección de más de cien obras, que incluyen tanto la experiencia pionera del pop británico como el pop clásico norteamericano y su expansión por Europa, la muestra pretende rastrear las fuentes comunes del pop internacional y realizar una revisión de los mitos que tradicionalmente han definido al movimiento.

El objetivo es mostrar que las míticas imágenes de artistas tan significativos como Warhol, Rauschenberg, Wesselmann, Lichtenstein, Hockney, Hamilton o Equipo Crónica, entre otros muchos, esconden un irónico y novedoso código de percepción de la realidad, un código que aún sigue vigente en el arte de nuestros días.

En la década de 1960, Roy Lichtenstein y otros artistas americanos de su generación, como Andy Warhol, Tom Wesselmann o James Rosenquist, reaccionaron contra el lenguaje del expresionismo abstracto e iniciaron el movimiento pop. En un momento de expansión y de bonanza económica, en el que los grandes avances de la sociedad habían incorporado una nueva opulencia propia del mundo contemporáneo, estos artistas comenzaron a fijarse en los objetos cotidianos, en los anuncios comerciales y demás productos de la sociedad de consumo, y a utilizarlos como tema en sus obras.

Momento liberador

Más que ninguna otra corriente artística contemporánea, el arte pop capturó de inmediato la imaginación popular. Su aparición fue uno de los momentos más liberadores de la historia del arte; y no solo resultó atrayente para el gran público, sino que la radicalidad de su desafío cautivó también a numerosos círculos intelectuales.

Frente a la extenuación que provocaba por entonces el idealismo del movimiento moderno, introspectivo y utópico, el arte pop proponía a las nuevas generaciones todo un excitante mundo secularizado en el que ya no existían límites entre la alta y la baja cultura, entre lo artístico y lo profano. Para el pop toda imagen era reciclable, todo objeto era susceptible de convertirse en arte y su verdadero propósito, que el tiempo ha demostrado que lograron, era ofrecer una nueva interpretación de la imagen de la cultura contemporánea.

La exposición reúne obras procedentes de más de cincuenta museos y colecciones particulares de todo el mundo, con préstamos destacados de la National Gallery de Washington, la Tate de Londres, el IVAM o la Colección Mugrabi de Nueva York, por citar solo algunos.

Entre la ruptura y el respeto

El planteamiento que propone esta muestra enlaza el pop con la tradición de la pintura. En esa combinación entre el deseo de ruptura y el respeto por el arte del pasado radica la gran paradoja que esconde el pop. El recorrido temático de la exposición quiere poner de manifiesto esa vinculación, organizando las salas según los géneros clásicos del retrato, la naturaleza muerta, la pintura de historia o el paisaje, y mostrando conjuntamente la obra de las grandes figuras del pop norteamericano y británico con la de artistas españoles, italianos, alemanes o franceses que compartieron una actitud similar.