Situada dentro del catálogo del compositor italiano justo después de su trilogía más popular (Rigoletto, Il trovatore y La traviata), I vespri siciliani inicia el camino hacia Simon Boccanegra, Don Carlo y Aida. Estrenada en francés, con ella Verdi busca destacar en Francia y lograr fama mundial, a pesar de que no le gustaba el formato en cinco actos de la ópera francesa.

El contrato con la Ópera de París ofrecía la participación de uno de los libretistas más famosos del momento, Eugène Scribe, que recurrió a su vez a Charles Duveyrier para aprovechar un texto abandonado por Donizetti. En el texto modificado para Verdi, el pueblo siciliano se levanta contra los franceses, mata a su ejército y libera la isla. Sin duda, un argumento complicado para presentar en París, que unido a que Scribe no se implicó mucho en el proyecto, molestó tremendamente al autor, que nada contento con el texto, intentó rescindir su contrato sin éxito.

Un gran ópera

Para el director de orquesta James Conlon estamos ante «una gran ópera». De hecho no duda en afirmar que «si fuera la única de Verdi se conocería como una obra maestra, aunque si comparamos Verdi con Verdi adquiere un lugar diferente en la jerarquía». Para él, «el peor Verdi (si es que puede decirse eso) es mejor que el resto».

Presente en la primera grabación de este título hace más de 40 años y cuando todavía estaba en el conservatorio, Conlon tuvo que esperar hasta el año 2003 para dirigirla al fin. La cita fue en París, donde curiosmaente desde su estreno sólo se había representado en una ocasión, en versión concierto, en los años 70. En ese momento tuvo que ser la versión francesa. Ahora nos llega la italiana, que el propio director prefiere: «Es un criterio bastante personal porque existen argumentos a favor de ambas. El primero a favor de la francesa es que se escribió en francés, pero opino que existe una disonancia entre la ópera francesa de Verdi y su música. La absorción del idioma es el problema. La traducción de la versión italiana no es muy buena» y para él, al final, «la música de Verdi es el alma italiana y por eso prefiero la italiana. Mortier también escogió ésta y fue la que me propuso hacer», apunta.

I vespri siciliani incluye una escena de ballet, titulada Las Cuatro Estaciones, como concesión reconocida por el autor hacia el público de París. Sin embargo, no aporta mucho e interrumpe la acción, por eso Conlon ha preferido no incluirlo: «Descubrí la música de Verdi por primera vez con 11 años al escuchar La Traviata, he vivido con Verdi toda mi vida y durante estos tres días en el Real cumpliré 400 representaciones de óperas de Verdi. Si me permito hacer esta crítica a los ballets de Verdi no es por falta de amor al compositor italiano, sino porque considero que no están al nivel del resto de su música».

La verdadera tragedia

En la obra se encuentran, además, los temas que preocuparon al compositor italiano durante toda su vida. Aparece el papel del padre, también presente en Luisa Miller o Simon Boccanegra, y el conflicto entre una historia de amor y una obligación patriótica. Al final, para Conlon, la verdadera tragedia de esta ópera se resume en que la paz podría haberse logrado pero «siempre hay intereses contrarios a ella» y «sin compromiso nunca se puede encontrar».

La complejidad que supone cantar I vespri siciliani es, sin duda, uno de los elementos clave al abordar su caso. «Hay pocos cantantes que puedan hacerlo bien. La parte del tenor es extremadamente difícil y lo mismo ocurre con la de la soprano, que tiene que poder cantar como una soprano lírica en el segundo acto, como Abigail de Nabucco en el primero y hacer una fioratura como la de Sempre libera en el último, ¿quién puede combinar todo eso y además darle el caracter dramático que necesita la ópera?».

El barítono Franco Vassallo se encargará de encarnar a Guido de Monforte, Juliana Di Giacomo será la soprano que podrá voz a la Duquesa Elena; y el bajo Ferruccio Furlanetto quien interpretará a Giovanni di Procida. El tenor Piero Pretti hará de Arrigo. Completan el reparto Francis Tójar, Luis Cansino, Adriana di Paola, Antonio Lozano, Alejandro González, Fernando Radó y Eduardo Santamaría.