Goya-BarjolaLa exposición reúne un total de 40 grabados de Goya y otros 30 de Barjola. Pero, mientras que Goya utilizó el grabado como una forma de expresión que daba rienda suelta a su imaginación, Barjola interpretaba en sus grabados la monstruosidad de la tauromaquia por encima del arte.

Goya escogió el aguafuerte para sus grabados por estar más relacionado con los aspectos gráficos del dibujo, y el formato apaisado (24 x 35 cm) le permitió resaltar las escenas del toreo en las que el bravo animal y el hombre participan en una especie de baile de la muerte. En esta serie Goya alcanzó la cima de su arte como grabador.

La fuerza y crudeza del drama grabado parece exaltar la bravura del toro, su fuerza, su codicia y, aunque despierta el valor temerario del hombre, a la vez pone en evidencia su cobardía. Goya toma partido por el toro, ya que refleja los momentos justicieros de la impetuosa bestia, que se agita como una fuerza de la naturaleza, gran motor en continuo movimiento.

Drama y angustia

Barjola, por su parte, es el pintor más representativo del expresionismo español del siglo XX. Su obra transmite fuerza y constituye una llamada de atención a la moral pública y privada. El tema taurino lo expresó en óleos, grabados, serigrafías, litografías, tintas y dibujos. El artista interiorizó la obra de Goya, su influencia es patente no sólo en los temas, sino también en la propia factura pictórica.

De su obra se exponen en esta muestra las veinte litografías de la Tauromaquia (1970) y los diez grabados Tauromaquia. Mortal 1936 (1991). Las primeras están estampadas por Casariego y en ellas destacan los rosas ácidos, verdi-negros, tostados, cárdenos y amarillos lívidos, con contrastes de claros y oscuros. Los segundos, estampados por Víctor Galán, presentan un grafismo terrible, agitado con planos que se dislocan, en ellos todo se ha reducido al blanco y negro con matices de grises dejan ver el drama, la angustia, la tragedia y el movimiento de las figuras.

En su obra, Barjola domina la curva, usando complejos arabescos que acaban imprimiendo un ritmo trepidante a la composición. En estas Tauromaquias, toreros y cuadrillas parecen danzar alrededor del caballo y el toro.