Crónica del Viento aspira a recorrer el tiempo de un artista que es heredero de la vanguardia escultórica española de la primera mitad del siglo XX. Durante sus años de formación conoce y se interesa por las obras de Julio González, Miró o Picasso, quienes, junto a los constructivistas como El Lissitzky, se convierten en los maestros que inspiran sus pasos y a los que dedica sus primeros homenajes como escultor.

Chirino tuvo un destacado papel en la renovación de los lenguajes plásticos durante la posguerra. Su incorporación en 1958 al grupo El Paso coincide con el surgimiento de un arte enraizado en la tradición española, desde una actitud crítica con la situación político social.

Espirales

A la hora de elegir una obra destacada de esta muestra, Martín Chirino confiesa un cariño especial por una de sus universalmente reconocibles espirales, en concreto la cedida por el Museo de Cuenca, si bien «la espiral nace en mi obra como punto de partida, ya que supone una referencia ancestral que sigue el eje de todo mi quehacer. La espiral para mí es Canarias».

En ese recorrido sinuoso a través de lo forjado, sin aristas creativas, el visitante dará comienzo a los senderos escultóricos del artista partiendo de una de sus primeras piezas (Reina Negra, 1952. Madera y piedra volcánica) hasta desembocar en la vitalidad artística de Martín Chirino en la actualidad (Iberia IV, 2013. Hierro Forjado).

De este modo, esta exposición recorrerá el tiempo del artista siguiendo las reflexiones y preguntas que han marcado los distintos momentos de su carrera. Crónica del Viento comienza en la infancia, para recorrer los espacios donde se fija el imaginario del creador. Martín Chirino agota su curiosidad observando con asombro el movimiento de la naturaleza presente en los ritmos del viento y el mar. Descubriremos cómo, tempranamente, se produce el hallazgo de las representaciones simbólicas creadas por los indígenas canarios, que él descubre en los fondos de el Museo Canario, en el yacimiento de Balos y en la Cueva Pintada de Gáldar. Todas estas imágenes van conformando las preguntas que, más tarde, con el dominio de la forja y la soldadura autógena, aplicará al dibujo en el espacio.

Metal conductor

Martín Chirino parte del hierro como metal conductor de una obra que busca su máximo potencial expresivo con un mínimo de materia. El hierro se abre sobre su centro en espirales sólidas que aquietan la levedad del viento; que se descentra para alcanzar la máscara de los ancestros, la raíz originaria de nuestros sueños en los Afrocanes; que adelgaza el dibujo en el espacio para desafiar a la gravedad en los Aeróvoros; que se eleva para herir el aire en los Penetrecanes; o fluye en meandros que serpentean hacia la tierra en sinuosas alfaguaras.

Crónica del viento parte de la espiral como pregunta que se alarga para ahondar en lo no visible, en la incertidumbre del hombre que nos conduce a la siguiente pregunta, a esa pregunta que nos acerca al umbral de esa esencia de lo humano.

La exposición recorre, siguiendo las palabras de Martín Chirino, «una obra que demanda, que pregunta constantemente», siempre desde la sencillez, desde ese «menos es más» que ha guiado los pasos de un artista siempre conectado con su tiempo, del herrero fabulador que se coloca ante la historia.

Sobre Martín Chirino

martin chirinoMartín Chirino nace el primero de marzo de 1925 en Las Palmas de Gran Canaria en el seno de una familia de clase media. Su padre, jefe de talleres de un astillero, era también armador de buques. Vivió su infancia en la maravillosa playa de Las Canteras de su ciudad natal, punto de encuentro de un relevante grupo de intelectuales canarios de la segunda mitad del siglo XX, entre los cuales destacarían Martín Chirino, Manolo Millares y Manuel Padorno.

Esporádicamente, en los primeros años de juventud trabajó con su padre en el mundo de los barcos, realizando por este motivo diversos viajes a distintos países de la costa africana que dejarían una profunda huella en su posterior trabajo escultórico.

En 1944 inició sus estudios artísticos en la academia del escultor Manuel Ramos, en su ciudad natal. En 1948 viajó por primera vez a Madrid, matriculándose en la Facultad de Filosofía y Letras, con el fin de cursar estudios de Filología Inglesa. Pronto abandonaría estos estudios para ingresar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.

Entre sus maestros recordaría a Moisés Huerta, Milaviada y Enrique Lafuente Ferrari. Cuatro años después finaliza sus estudios con el título de profesor e inicia una serie de decisivos viajes a París, Londres, Italia y otros lugares que le permitirán apreciar y estudiar en profundidad la escultura clásica y las obras de los grandes maestros de la escultura moderna, entre ellos Julio González, Henry Moore, Arp, Brancusi y Barbara Hepworth.

Terminada su etapa de formación, en 1953 regresa a Las Palmas de Gran Canaria donde instalará su primer taller escultórico, Allí, con su amigo Manolo Millares comienza un intenso periodo de trabajo donde ambos intentarán aunar su vocación europeísta y su afán de vanguardia con las raíces de la cultura de su tierra. En este periodo puede decirse que se inicia la producción escultórica de Martín Chirino con un estilo característico, con la serie de piezas conocidas como Reinas Negras, donde ya se percibe una cierta abstracción dentro del quehacer aún figurativo y surreal de estas obras creadas a base de materiales de hierro forjado, piedras, madera o plomo.

Dos años después, Martín Chirino con su grupo de amigos canarios, Manolo Millares, Elvireta Escobio, Manuel Padorno y Alejandro Reino, deciden instalarse definitivamente en Madrid.

1958 resulta un año clave para el artista grancanario, al formar parte del elenco fundacional del Grupo El Paso junto a Antonio Saura, Manolo Millares, Manuel Rivera, Rafael Canogar, Luis Feito, Manuel Viola, Antonio Suárez, Pablo Serrano, Juana Francés y los críticos José Ayllón y Manuel Conde. El grupo se disolvería, cumplidos los postulados propuestos (según sus fundadores), en mayo de 1960.

Tras un recorrido artístico que le sitúa, de manera permanente, en el reconocimiento creativo del panorama cultural nacional e internacional, el año 1991 supone un hito en ese aplauso generalizado a su trayectoria, con la inauguración del CAAM, Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas de Gran Canaria, museo concebido y creado por Martín Chirino, del que será su director desde su fundación hasta el año 2003. El pasado 11 de octubre ingresó como miembro Honorario en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.