Con la protección de la reina Isabel II, Monumentos Arquitectónicos de España nació con el objetivo de crear un catálogo visual, recogiendo en imágenes el patrimonio arquitectónico de España, en una publicación de lujo con estampas de la máxima calidad. La obra pretendía reunir los principales monumentos de las tres culturas existentes en suelo español, pagana, mahometana y cristiana, utilizando esta nomenclatura como primera y fundamental clasificación de la obra.

La publicación tuvo sus inicios en los ejercicios prácticos que realizaron los alumnos de la Escuela Especial de Arquitectura en 1849 y 1850. Eran viajes en los que los estudiantes dibujaban los principales monumentos de cada provincia. Más tarde, los dibujos se encomendaron a profesores formados en la Escuela Superior de Arquitectura, ayudados por alumnos, pintores y fotógrafos. Estos viajes se realizaron con cierta regularidad hasta 1880.

Por entregas

La obra se publicó en 89 fascículos por entregas, que reunían una media de cuatro estampas más dos hojas de texto, no guardaron nunca un orden correlativo, ya que cada fascículo no se refería a un mismo monumento o a una región en concreto. El resultado fue un caótico conjunto de láminas y textos.

En 1875, la comisión encargada de vigilar la publicación recomendó al Estado firmar un contrato con el editor madrileño José Gil Dorregaray, quien se propuso ir completando partes autónomas para formar monografías, acompañadas con un texto explicativo, que dieran coherencia al material publicado. Bajo su dirección se aumentó la tirada, se ordenaron las entregas y se publicaron los índices y portadas de las monografías ya finalizadas.

El resultado fueron 281 estampas, que representaban monumentos de 24 de las 50 provincias que en ese momento formaban la división territorial de España. Al suspenderse la publicación en 1881, se completaron con ellas 32 monografías con textos explicativos, quedando muchas láminas sueltas como un conjunto inacabado.

Grabados y litografías

Para los grabados y litografías se contrataron los servicios de especialistas nacionales y extranjeros. La estampación de las láminas se llevó a cabo en la Calcografía Nacional, mientras que las piedras litográficas fueron estampadas en varios establecimientos particulares. Todo ello la convirtió en la principal empresa tipográfica que se llevó a cabo en España durante el siglo XIX.

Las estampas de los Monumentos Arquitectónicos de España constituyen un excepcional documento para los historiadores de la arquitectura, restauradores, estudiosos y coleccionistas, ya que dan un fiel testimonio de cómo se encontraban, a mediados del siglo XIX, algunos edificios cuyas estructuras y ornamentaciones se han visto considerablemente alteradas con el paso del tiempo.