Esta retrospectiva es el resultado de un proyecto de documentación e investigación por parte de Chema Conesa, comisario de la exposición, sobre el archivo del fotoperiodista, que incluye más de 14.000 negativos de su trabajo que ha cedido para la ocasión su hija Ana Müller, también fotógrafa.

Entre todo este trabajo documentado se han seleccionado 125 fotografías en blanco y negro que están acompañadas de diversos documentos y objetos del fotógrafo. Además se ha realizado un vídeo, producido específicamente para la exposición, que recoge una entrevista realizada a Müller.

Influencias

Nicolás Müller (Orosháza, 1913) nació en Hungría en el seno de una familia judía ecléctica, por lo que el fotógrafo estuvo siempre abierto a absorber otras influencias. Su viaje comienza en 1938, después de la invasión nazi a su país, y huyendo de la persecución de los judíos que comenzaba en centroeuropa. En ese momento de su vida ya había dado comienzo su trabajo, había investigado sobre la situación social de Hungría, con fotografías que se recogen en la exposición y en las que denuncia la situación casi feudal de los campesinos.

Este es el comienzo de Nicolás Müller. Obras maestras. Mediante un recorrido descendente y cronológico, que comienza en la tercera planta del depósito elevado, el visitante puede pasear por la vida de «uno de los fotógrafos que más ha hecho por el fotoperiodismo», según afirma Conesa. Desde Hungría hasta Francia, Portugal, Marruecos, para llegar finalmente a España en el año 1947.

Reportajes sociales

Tras la partida de Hungría, la primera parada en el camino es Francia, donde coincide con otros fotógrafos húngaros, como Kertész, Brassaï y Robert Capa, que le sirven de influencia directa. En este período consigue publicar varios reportajes entre los que destaca uno realizado en la zona portuaria de Marsella.

La invasión alemana le obliga a proseguir su viaje hasta Portugal, donde tendrá problemas con la justicia por ser un apátrida y por llevar una cámara y fotografiar a la gente humilde. En Portugal realiza un trabajo excelente sobre el puerto de Oporto, antes de tener que huir hacia Tánger, una ciudad libre e internacional que le abre un nuevo mundo. Es allí donde conoce a Ortega y Gasset, que le ofrecerá varios trabajos que le dan la oportunidad de exponer en Madrid.

La última etapa de su viaje es España, donde llega por primera vez en 1947, cuando la Revista de Occidente le invita a realizar una exposición en la capital. Es entonces cuando Müller abre su estudio de fotografía en Madrid y retrata a los personajes más destacados de la vida cultural española: Ortega y Gasset, Azorín, Pío Baroja, Pancho Cossío, Vicente Aleixandre, Menéndez Pidal, Pérez de Ayala, Aranguren y Marañón, entre otros. Pero también cuenta con un amplio trabajo documental fruto de sus viajes por España.

Directa, expresiva y social

La obra de Nicolás Müller se ve influenciada por su obsesión por acoger todo tipo de ideologías e influencias. Este pragmatismo se ve en su trabajo cuando se fija en las personas más débiles, muy presentes en su obra, y que está marcada por la tradición de la fotografía social tanto de Inglaterra como de Francia.

Müller utilizaba cámaras de formato grande, sin flash y revelaba con un formato cuadrado, que favorecía composiciones piramidales muy presentes en fotografías en las que se acerca al pueblo de manera directa. En ellas se aprecia el formalismo a la hora de tratar la composición. El fotógrafo no debía intervenir en la obra. Desde el punto de vista teórico, y al igual que otros fotógrafos de su generación, está muy influido por las teorías del constructivismo y de las nuevas formas visuales que se originan en la escuela alemana de la Bauhaus.