Formado por una gran exposición y diversas intervenciones artísticas, Camino. El origen ofrece una visión contemporánea del germen de un proceso histórico y cultural que nos lleva hasta nuestros días.

Por un instante volvemos al 820 d.C., cuando el eremita Pelayo vislumbra señales que le llevan a encontrar el edículo apostólico. Podemos imaginarlo corriendo hasta Iria para contarle su descubrimiento al obispo Teodomiro, y a éste viajando a Oviedo para avisar al rey Alfonso II el Casto de tal acontecimiento. También vemos a toda la corte real desplazándose hasta el lugar donde está enterrado Santiago y, en una mezcla entre historia y tradición, comprobamos cómo se inicia el proceso imparable de la peregrinación al lugar donde descansan los restos apostólicos.

La muestra cuenta con una selección de 150 piezas que van desde grandes obras maestras de la historia del arte hasta pequeños objetos representativos de la peregrinación, procedentes de instituciones como la Galería Uffizi de Florencia, Museo Cluny de Francia, Museo del Prado, Patrimonio Nacional, Museo Lázaro Galdiano, los museos de Bellas Artes de Bilbao, Murcia, Córdoba y A Coruña y, por supuesto, la Catedral de Santiago.

Camino. El origen transforma totalmente el espacio del Museo Centro Gaiás. El estudio Irisarri-Piñera hace del montaje una nueva intervención artística, convirtiendo las plantas 1 y 2 en un paisaje como marco que une los caminos, las culturas, las construcciones, las tradiciones culturales y religiosas. La exposición envuelve al visitante en una experiencia alrededor de un camino imaginario que evoca lo real. El Museo convertido en una suerte de bosque gallego por el que el visitante debe peregrinar para alcanzar la meta.

Con ese punto de partida como hilo conductor, la exposición se despliega por las dos primeras plantas del Museo Centro Gaiás dividida en tres secciones: Santiago el Apóstol, El Camino y El Peregrino.

Santiago el Apóstol

Santiago el Apóstol ofrece un viaje al pasado, a la Palestina del siglo I d.C. Una primera etapa de este viaje que busca desvelar quién fue el personaje, el mito, el santo. Cómo vivió, cómo actuó, qué le llevó a convertirse en una leyenda. Las obras remiten a Santiago el hijo de Zebedeo, hermano de Juan el Evangelista, a su origen de pescador, del grupo de los elegidos, al nombrado por Jesús como “el hijo del Trueno”, y presente en su vida en momentos clave como la Última Cena o durante la Oración en el Huerto de Getsemaní; a su posterior martirio y la llegada a Hispania en su último viaje, la Translatio, tal y como la tradición nos ilustra de su llegada por mar. Un sobrecogedor retrato de Santiago Apóstol de Durero, procedente de la Galería Uffizi, brilla con fuerza propia en esta primera parte dedicada a la iconografía jacobea, en un espacio donde conviven obras maestras como el Apóstol Santiago de Murillo con otras piezas que destacan por su valor cultural.

El Camino

El viaje continúa a través del Camino, partiendo de la tumba con los restos del Apóstol y el desarrollo de Compostela a su alrededor. Esta segunda parte de la exposición nos descubre el inicio de la red viaria y de las estructuras de apoyo a los peregrinos promovidas por la monarquía y las instituciones religiosas como la Orden de Santiago, creada en el siglo XII para proteger a los caminantes y hacer retroceder a los musulmanes de la Península Ibérica, y representada en la exposición a través de varios retratos, como el de Francisco de Quevedo, realizado en el taller de Velázquez. El Gallardete de Lepanto, que ondeaba en la Nao Capitana conducida por Juan de Austria en octubre de 1571 durante la famosa batalla, se desplegará por primera vez para lucir sus 17 metros de tela pintada al temple junto a otras piezas artísticas que enriquecieron sobre todo el patrimonio eclesiástico a lo largo de la ruta.

El peregrino

El recorrido acaba en el propio peregrino, con una última etapa de carácter más intimista, que hace referencia especial a los símbolos del caminante. La concha, el bordón, el sombrero, protagonizan esta tercera parte en la que tienen un peso muy destacado los relatos y vivencias personales de la peregrinación. A través de una importante sección documental, se muestra la protección jurídica que fueron adquiriendo los peregrinos por parte de la monarquía, y los privilegios, indulgencias o bulas concedidas por la Iglesia. La exposición se cierra con un audiovisual, La marca del Camino, que nos permite ahondar en los sentimientos de los peregrinos a su llegada a la meta, precedido de una sala dedicada a las ofrendas, fundamentales para comprender la importancia del culto y de la devoción que desde sus inicios se le profesa al Apóstol.

Un testimonio. Una palabra. Una marca. Tres claves sirven de hilo conductor para las 160 historias que componen La marca del Camino, audiovisual en forma de tríptico a tamaño real donde el peregrino se presenta desnudo, a solas con sus pensamientos. La Oficina de Acogida al Peregrino, lugar donde el Cabildo de la Catedral emite la Compostela y primera parada obligatoria tras cruzar la meta, ha servido de escenario entre el 5 de septiembre y el 17 de noviembre para captar las emociones, los sentimientos, los recuerdos que se agolpan en el momento justo de llegar al destino. Es el punto y final de una exposición que abre con el peregrino y cierra con él.

Lugares jacobeos

Camino. El origen cuenta con una segunda parte en el exterior del Gaiás, a través de 11 intervenciones artísticas que establecen un diálogo entre el trazado de la ciudad histórica de Santiago y el de la Cidade da Cultura, complejo con el que Peter Eisenman quiso hacer un homenaje contemporáneo a la peregrinación a través de una arquitectura superpuesta sobre el trazado de la almendra medieval de Compostela, y unas formas que simulan las de la vieira.

Bajo el comisariado de Juan Carlos Meana y Silvia García González, 12 jóvenes artistas de la Facultad de Bellas Artes de Pontevedra dan vida a Lugares jacobeos, proyecto donde sacan a la luz lugares que conservan el origen jacobeo pero que quedaron ocultos por el proceso histórico y evolutivo de la ciudad.

Yolanda Ríos. La artista nos transporta desde las Torres Hejduk al subsuelo, donde se inscribe la memoria y la historia de la ciudad. Bajo la idea de refugio y capas protectoras, la artista muestra lugares que quedaron ocultos en forma de restos arqueológicos y construcciones muradas.

Vanessa Mosquera Cabanas y Manuel Mata Piñeiro. La huella es la protagonista de la segunda intervención en las Torres Hejduk, en la que el espectador participa dejando “sus botas de peregrino” de forma figurada sobre las páginas de un libro. Un registro de “caminantes” que acabará en el ritual purificador de la quema en Finisterre tras el fin de la exposición.

Ángela Rodríguez Martínez. San Fiz de Solovio, el lugar donde vivía el eremita Pelayo, es el punto jacobeo elegido por la artista para realizar Santo Ruido, instalación sonora que recrea este lugar rico en sonidos y con gran actividad comercial, difícil de imaginar como un lugar de reposo.

Gonzalo Rey Villaronga. En 12+1, Gonzalo Rey indaga en la historia del Monasterio de Antealtares, lugar donde residían los 12 monjes encargados de cuidar la tumba del Apóstol.

José Manuel Vidal. Sobre la muralla que protegía la ciudad medieval y el plano de Compostela en el siglo XII, el artista desarrolla una instalación de piedra y metal donde se trazarán los caminos entre los que surgen las primeras edificaciones, testigos del nacimiento de la ciudad.

Román Corbato. La Plaza de Platerías, lugar donde el peregrino inicia su ascenso hacia la meta, se convierte en un lugar de reflexión al finalizar el Camino, con la instalación escultórica Umbral, hecha de acero y escombros.

Diego Germade Castelo. En Aquí donde no estamos, Germade hace una interpretación de la sombra del roble que ocupaba el centro de la Praza do Campo, actual Plaza de Cervantes, donde se desarrollaba la vida comercial para habitantes y peregrinos.

Lara Abeledo. La artista aborda en Peregrinación en serie la evolución de los recuerdos de peregrinación o viaje hasta la figura del souvenir actual, a través del formato fotográfico.

Nerea Lores Acuña. El trabajo de esta artista se desarrolla en el último tramo del Camino, el barrio y la parroquia de San Pedro, desde la visión del que no viaja, el que recibe al peregrino y está acostumbrado a vivir la otra realidad del Camino.

Xisela Franco. Santa Susana, lugar de fuerte tradición jacobea, pero lugar oculto para la ciudad, centra el audiovisual Santiago, miradas de perfil, obra pensada para dos pantallas en las que la autora nos conduce a la Alameda de Santiago.

Manuela Elizabeth Rodríguez González. Superposición de los pasos olvidados ofrece una doble visión: la de la obra de arte en sí misma y el valor práctico de ser un folleto-mapa que permite comprender el proyecto Lugares jacobeos y facilitar el recorrido del visitante.