Esta exposición presenta las relaciones de las vanguardias en arte y literatura a principios del siglo XX tomando como punto de partida la obra de Peiper, destacado poeta, crítico y teórico del arte. Realizada en colaboración con el ámbito cultural español, en el que en cierto momento estuvo en activo Peiper, subraya las relaciones artísticas y culturales entre ambas naciones.

En el comienzo de la muestra se exponen unos cuantos ejemplos de arte influenciado por fauves y cubistas, destacando el taller de Waclaw Zawadowski, con un cuadro en el cual uno de los retratados es Amedeo Modigliani, y otros de Gustav Gwozdewski, Alice Halicka, Moïse Kisling, Tadeusz Makowski y Mela Muter.

La muestra «enlaza la cultura de dos países europeos», explica Piotr Rypson, uno de sus comisarios, y presenta «las obras de un momento en el que la modernidad se extendía por toda Europa». Literatura y pintura de diferentes orígenes, unidas por una misma corriente. Así se conforma la cuarta muestra sobre Peiper en España (la primera fue en 2002 en Fundación Mapfre), recuerda Monika Poliwka, comisaria.

Peiper, a quien Juan Manuel Bonet, otro de los comisarios, relaciona con Gómez de la Serna, Marinetti y Apollinaire, trabajó en el ultraísmo en las décadas de los 20 y los 30. Tras ello se dedicaría a la crítica de teatro y el ensayo. El polaco, afirma Bonet, «es difusor del ultraísmo, pero no protagonista».

Ambiente de vanguardia

Tadeusz Peiper es conocido en Polonia como la figura más prominente de la vanguardia centroeuropea y como fundador de la revista Zwrotnica (Cambio de Aguja). Aunque pocas personas saben sobre su relación con el ambiente de vanguardia español e hispanohablante, lo cierto es que Peiper estuvo de 1915 a 1920 en Madrid, en un entorno fuertemente vinculado al ultraísmo.

En ese momento, en la capital española vivían Robert y Sonia Delaunay, Guillermo de Torre, Vicente Huidobro, los hermanos Jorge Luis y Norah Borges, Rafael Barradas, y también los polacos Józef Pankiewicz, Jan Wacław Zawadowski, así como los relacionados con los ultraístas, Władysław Jahl y Marian Paszkiewicz.

Peiper, debutando como autor de bosquejos literarios y periodista de destacados periódicos (El Sol, La Lectura, España, La Publicidad) estuvo en contacto igualmente con figuras como Manuel Azaña o José Ortega y Gasset.

De París a la catástrofe

Los comisarios de la exposición trazan un camino desde la cosmopolita París del 14, pasando por el ambiente artístico literario del Madrid de 1915-1921, el formismo y futurismo en Cracovia, hasta llegar a la utopía artística y civilización de los años 20 del siglo pasado hasta su final, en un continuo aumento de los catastrofismos que precedieron al estallido de la II Guerra Mundial. Presenta, en relación a este proceso, el profuso desarrollo de la comunicación y la cultura de masas.

Se quiere así mostrar las alianzas artísticas y los efectos de la colaboración de Peiper con otros creadores de la vanguardia. En Zwrotnica publicaron Władysław Strzemiński y Kazimir Malévich; los libros y la poesía de Peiper la ilustraron autores como Juan Gris, Mojżesz Kisling, Fernand Léger… También se muestran lienzos, obra gráfica y escultura de artistas de la vanguardia europea: junto al trabajo del ya mencionado Malévich, están Gris, Léger, Strzemiński, la obra de Witold Kajruksztis, Francisco Bores, Albert Gleizes, Louis Marcoussis, Leon Chwistek, Tytus Czyżewski, Tymon Niesiołowski, Leon Dołżycki, Henryk Stażewski, Katarzyna Kobro, Mark Włodarski y Mieczysław Berman. A todo esto le acompaña la presentación de revistas y películas de vanguardia.

Poesía y artes plásticas

Tadeusz Peiper, "Świat", 1925, issue 15.

Tadeusz Peiper, «Świat», 1925, issue 15.

Como explica Juan Manuel Bonet, uno de los comisarios de esta muestra, «a lo largo de los siglos XIX y XX, frecuentemente las artes plásticas han visto la irrupción de poetas que o bien las han practicado con mayor o menor asiduidad y fortuna, haciéndoles de alguna manera la competencia a los pintores, o han ejercido una influencia sobre ellas. Buenos ejemplos de ésto han sido los de Guillaume Apollinaire, Jean Cocteau, André Breton o Yves Bonnefoy en Francia; Ramón Gómez de la Serna, Guillermo de Torre o Juan Eduardo Cirlot en España; Vicente Huidobro en Chile; Vladimir Maiakowsky en Rusia; F.T. Marinetti en Italia; Frank O’Hara en los Estados Unidos; Octavio Paz en México; Ezra Pound en Gran Bretaña… A esa estirpe de poetas pioneros, todos los cuales han sido objeto de exposiciones museales, pertenece Tadeusz Peiper».

El universo de los polacos de París es evocado en la primera parte de la exposición a través de obras de Alicja Halicka, Henryk Hayden, Moïse Kisling, Roman Kramsztyk, Waclaw Zawadowski, y una Mela Muter que en 1912 había participado en una colectiva polaca celebrada en las Galeries Dalmau de Barcelona.

Ultraísmo

El Madrid al cual, procedentes de París, llegaron los pintores Lucia Auerbach, Wladyslaw Jahl, Józef Pankiewicz, Marjan Paszkiewicz y Waclaw Zawadowski, y su compatriota el poeta Tadeusz Peiper, era una ciudad donde el primero en practicar el vanguardismo, en materia de literatura, había sido Ramón Gómez de la Serna, el fundador, en 1915, de la mítica tertulia de Pombo e inventor de la greguería, con el cual colaboró en algunas ocasiones Jahl.

Tanto éste, como su mujer, Lucia Auerbach, y como Paszkiewicz –cuya influencia sobre los pintores españoles entonces emergentes fue enorme–, pertenecieron al movimiento ultraísta, colaborando como ilustradores en algunas de sus revistas, entre las cuales destacó Ultra. Esta zona de la muestra, en la que además de obra de todos los citados se enseñan cuadros pintados en Madrid por Leopold Gottlieb y por Kisling, que estuvieron sólo de paso, evoca el ultraísmo a través de la revista citada y de otras como Grecia o Alfar.

También se exponen en esta sección otras manifestaciones del ultraísmo, como el Manifiesto ultraísta vertical publicado por Guillermo de Torre en 1920, como suplemento de Ultra; algunos de los libros representativos del movimiento, entre ellos Fervor de Buenos Aires (1923), de un Borges que expandiría la buena nueva en el Nuevo Mundo; poemas pintados de Vicente Huidobro; cuadros de Jahl, Pankiewicz, Paszkiewicz y Zawadoski; un jarrón pintado por Jahl que es el único objeto que se conoce por el momento de cuantos salieron de su Taller de Arte Decorativo ultraísta, ubicado en la calle de Alcalá; y cuadros, dibujos o estampas del uruguayo Rafael Barradas, de la chilena Norah Borges, de los franceses Robert y Sonia Delaunay, muy próximos, en aquel Madrid, a los matrimonios Jahl y Pankiewicz, y de los españoles Francisco Bores y Daniel Vázquez Díaz.

Peiper se empapó de todo eso, frecuentó el Ateneo de Madrid, colaboró en La Lectura, tradujo a Wladyslaw Reymont en colaboración con el mexicano Carlos Pereyra, y una antología de cuentos con Benjamín Jarnés…

Regreso a Polonia

Regresado a Cracovia en 1921 tras un periplo iniciado el año anterior, Peiper durante unos años siguió en contacto con el ultraísmo, como lo prueban su condición de corresponsal de diversos diarios españoles, y de Ultra, donde publicó un artículo sobre Leon Chwistek, su presencia en las páginas de Alfar y, sobre todo, sus traducciones de Huidobro –con el cual mantuvo entonces correspondencia–, de Borges, de Guillermo de Torre –con quien terminaría polemizando– y otros, en revistas polacas. Esas traducciones avalan la teoría de que el ultraísmo constituyó una referencia importante para Peiper, en ese comienzo de su obra como poeta y como ensayista. Referencia que él terminaría ocultando.

En una Polonia que acababa de recobrar su independencia, Peiper conectó con los individuos y los grupos que pugnaban por la constitución de una vanguardia. Otra sección de la exposición documenta, así, la existencia de movimientos como el formismo –de fuertes conexiones expresionistas– y como la versión polaca del futurismo, de revistas como Blok y Praesens, de figuras como los pintores Tytus Czyzewski, Zbigniew Pronaszko o Mieczyslaw Szczuka, o los poetas Bruno Jasienski o Anatol Stern.

Varios de ellos participarían en la aventura de la revista Zwrotnica [El cambio de agujas] (1922-1927), gran creación de Peiper. En sus páginas coexisten poetas como Jan Brzekowski –impulsor en París de la revista bilingüe L’Art Contemporain / Sztuka Wspólczesna (1929-1930)–, Jalu Kurek, Julian Przybosz o Adam Wazyk; pintores como Fortunato Depero, Albert Gleizes, Witold Kajruksztis –pionero de la vanguardia lituana–, Fernand Léger, Kasimir Malevich, Louis Marcoussis, Amédée Ozenfant, Kazimierz Podsadecki o Wladyslaw Strzeminski; y traducciones de textos de Marinetti –al cual Peiper conocería en la Cracovia de 1933–, de Maiakowsky y otros poetas rusos, de Tristan Tzara y del compositor Darius Milhaud, entre otros. La revista estuvo plenamente integrada en la red de publicaciones modernas –principalmente dadaístas y constructivistas– de su época, en varias de las cuales se encuentran versos de Peiper.

Interés por todas las artes

Teórico, en 1922, de las tres emes (Miasto, Masa, Maszyna, es decir, la masa, la ciudad y la máquina), Peiper se interesa entonces por todas las artes, incluidas la arquitectura, el cine y la música. Sus libros los ilustran Kisling, Léger, Strzeminski… Traba amistad con Malevich, y en 1927 viajan juntos a Berlín y a Dessau, donde visitan la Bauhaus. Todo esto coincide con un momento en que Strzeminski y su mujer, la escultora Katarzyna Kobro, en estrecho contacto con el también pintor Henryk Stazewski y con el poeta Jan Brzekowski, fundan sucesivamente el unismo y el grupo a.r., en que Podsadecki y otros practican el fotomontaje.

Durante la segunda mitad de los años treinta, Peiper, aún presente en Linja (1931-1933) –revista también de Cracovia, impulsada por Brzekowski, Kurek y Przybos y que cabe considerar como la heredera de Zwrotnica–, fue desligándose de la vanguardia, a la cual sobreviviría largas décadas, durante las que publicó traducciones del español –entre otros, de Lope de Vega– y críticas teatrales y cinematográficas, trabajó en diversos textos memorialísticos y en un libro sobre Cristóbal Colón.