Organizada conjuntamente por la Real Academia y la Fundación Mapfre, con el comisariado del académico y experto en arquitectura islámica Antonio Almagro Gorbea, la exposición quiere subrayar la extraordinaria importancia que tuvieron estas dos empresas artísticas y rememorar a quienes las realizaron, así como dar a conocer este valioso patrimonio de dibujos que ilustran y ayudan al mejor conocimiento de monumentos tan señeros como la Alhambra y la mezquita de Córdoba, que hoy forman parte del Patrimonio de la Humanidad.

Entre el rico y variado fondo artístico que la Academia ha ido atesorando desde su fundación en el siglo XVIII, sus colecciones de dibujos de arquitectura constituyen un conjunto de extraordinario interés. Los dibujos que conforman la exposición El legado de al-Ándalus «son piezas que por su fragilidad no pueden estar expuestas en la colección permanente del museo», explica Almagro.

Dejar testimonio

Pocos años después de crearse la Academia (1752), ante la noticia del deterioro de las pinturas existentes en la Sala de los Reyes de la Alhambra, la corporación se movilizó para evitar la pérdida de esos bienes de gran valor histórico, procurando que las pinturas fueran copiadas por un artista local, Diego Sánchez Sarabia. «Con esta intervención no sólo se quería preservar la obra sino también la memoria que comportan esas pinturas donde están representados los reyes moros de Granada», afirma el comisario.

Pronto el interés se extendió a todo el conjunto de la Alhambra, abordándose su documentación desde aspectos distintos como el arquitectónico, el ornamental y el histórico, e interesándose de un modo especial por las inscripciones que forman parte de la decoración y que se pensaba podían ser fuente para ilustrar la historia del monumento. Por primera vez se acometía la documentación y estudio de unos bienes patrimoniales con la única finalidad de dejar testimonio de ellos ante el peligro de su posible desaparición.

Frente al interés generalizado en aquellos momentos en toda Europa por las antigüedades clásicas, griegas y romanas, y que estaba dando origen al nacimiento de los estudios arqueológicos, en España se presta atención por vez primera a las antigüedades de origen islámico en una acción que puede considerarse pionera en el continente y con la que se sientan las bases de los estudios árabes.

La mejor arquitectura

Para la realización de este empeño la Academia recurrió inicialmente a artistas residentes en Granada, aunque después, deseando subsanar ciertas deficiencias detectadas en algunos de los dibujos, recurrió a los mejores profesionales formados en su seno. Las figuras de José de Hermosilla, Juan de Villanueva y Juan Pedro Arnal, ligadas por derecho propio a la mejor arquitectura que se construye en España en ese momento, serán las responsables de llevar a cabo una labor íntimamente vinculada con el espíritu ilustrado, adaptado a la realidad histórica y artística del país.

Los planos dibujados por Hermosilla, Villanueva y Arnal constituyen el primer estudio arquitectónico de la Casa Real de la Alhambra, analizada como fortaleza asentada en un territorio y como conjunto palatino, diacrónico en cuanto a la génesis de sus distintas partes, pero entendiendo que su articulación obedecía a unas ideas cuya lógica trataron de desentrañar. Buscaron no sólo la mera documentación de unas antigüedades, sino que recurrieron a los instrumentos disciplinares propios de la arquitectura, tratando de hallar en sus distintos elementos cánones y módulos, en base a conceptos propios de la arquitectura clásica entonces imperante, como la búsqueda de la simetría, la definición de un tipo de columna y arco propios del estilo árabe o la determinación de sus proporciones.

Avances ilustrados

La existencia de este proyecto ilustrado es una evidencia, sin duda, del nivel intelectual que alcanzaron varias instituciones españolas en el siglo XVIII, en particular las Academias. Además, permite aseverar que la pléyade de trabajos con que los viajeros, artistas y escritores extranjeros durante el siglo XIX difundieron por Europa las originales creaciones del mundo andalusí –tan cercano a un Oriente admirado e idealizado por el movimiento romántico–, no fueron ni únicos ni descubridores de esta realidad, mostrando en muchos casos que se inspiraron e incluso copiaron la obra acometida por la Academia y difundida a otros países de Europa a través de la edición de los dos volúmenes de estampas de las Antigüedades Árabes de España, publicados en 1787 y 1804, respectivamente.

El proyecto llevado a cabo en el siglo XVIII tuvo una continuidad al más alto nivel artístico e intelectual en la gran iniciativa editorial de los Monumentos Arquitectónicos de España desarrollada en la centuria siguiente (1856-1882) y extendida a un panorama más completo del arte de todas las épocas y lugares, dentro del cual los monumentos de origen islámico ocuparon de nuevo un lugar destacado. En esta empresa editorial pudo tener cabida la representación de los ricos coloridos que acompañan a la decoración de los monumentos, pero que en la publicación del siglo anterior no pudo ser incorporada a las estampas por no existir medios técnicos apropiados. La exposición, al mostrarnos los dibujos originales, permite apreciar el interés que este aspecto concreto ya despertó desde la segunda mitad del siglo XVIII.

Estos dibujos aúnan belleza y utilidad documental. Su belleza es fiel reflejo de la que poseen los motivos árabes originales en los que se inspiran. Los ojos y las manos de los dibujantes y arquitectos que captaron con primor e interés la realidad del arte de al-Ándalus se reflejan mejor, sin duda, y de modo más espontáneo a través de la frescura de los dibujos preparatorios que por medio de sus respectivas estampas, condicionadas por las técnicas del grabado y la estampación. Como obra documental, numerosos dibujos representan los monumentos árabes de al-Ándalus en un estado anterior a muchas de las vicisitudes y transformaciones que han sufrido desde entonces y proporcionan, por tanto, una información de valor excepcional.

Catálogo

La exposición se completa con un catálogo ilustrado con trescientas imágenes, una obra de referencia ineludible para el análisis de las ambiciosas iniciativas de las Antigüedades Árabes y los Monumentos Arquitectónicos, así como para el estudio y fortuna crítica de los artistas y arquitectos implicados en ellas.