«En el siglo XX no hubo ningún otro artista que trabajara la obra gráfica a esta escala», explica Ann-Katrin Hann, comisaria adjunta de la muestra. Todas las técnicas que empleó Chagall para su obra gráfica se reflejan en ella. Los aguafuertes, las xilografías y las litografías ilustran el papel fundamental que desempeñan los grabados en su creación, aunque su técnica favorita, y la que utilizaba principalmente, era la litografía, «porque con ella podía usar más profusamente el color, que le daba a sus obras una apariencia brillante y vistosa». No en vano, a Chagall se le considera el maestro del color del arte moderno.

 

La exposición se divide en tres secciones. La primera de ellas, Divino y humano, refleja la peculiar convivencia entre temas sagrados y profanos en la obra de Chagall. «A pesar de que es muy famoso por sus obras bíblicas era un artista que reflejaba su universo personal, parte del Chagall privado. Así, no se puede separar del todo las temáticas religiosa y mundana», argumenta Hann. Ambos campos se fusionan y conectan. Por eso los visitantes pueden ver como Chagall introduce el factor humano en imágenes religiosas, como es el caso de las figuras bíblicas de David y Betsabé, que se yuxtaponen a otras obras en las que describe a los amantes de la vida real, y a la inversa, cómo introduce símbolos sagrados en imágenes profanas, como sucede en sus visiones de París, en las que elude la descripción exacta de la ciudad y se sirve de famosos edificios parisinos para hacer representaciones de la virgen o del crucifijo.

Junto a estos dos temas destaca también en esta sección el de los personajes circenses, que el artista asemeja con los artistas, pero también autorretratos artísticos y representaciones de las escenas en su taller, en las que está muy influenciado por Rembrant. En el Autorretrato en la ventana (1957), que recibe al visitante al entrar en la exposición, se observa cómo la paleta y el pincel son los atributos inconfundibles del pintor, cuyo perfil se funde con el de la amada esposa como una antigua representación de Jano.

Obra maestra

La segunda sección de la muestra se titula La Biblia, ya que en ella se recogen 20 obras de las 105 que realizó, sobre el libro sagrado. Desde una perspectiva humanista y personal, Chagall profundiza en la psicología de sus personajes: «La Biblia es un drama mundano y el mundo una parábola religiosa», dejó dicho. Se trata de ilustraciones del Antiguo Testamento y son las más conocidas de Chagall. «Cuando le proponen ilustrarlo se da cuenta de que no conoce este libro. Así que comienza a estudiar la Biblia y comienza un viaje que le lleva hasta Palestina con el fin de ver los paisajes que se describen», explica la comisaria. Pero también viaja a Holanda y a España, donde entró en contacto con la obra de El Greco. Estos grabados, realizados al aguafuerte, «contienen muchas tonalidades de grises, de blancos y negros, aunque su mayor obsesión era que tuvieran color. Decía que sus ilustraciones de la Biblia eran su gran obra maestra».

En Las almas muertas, tercer apartado de la muestra, se reúnen 15 obras relativas a la novela de Nikolái Gogol. A comienzos de los años 20, el editor parisino Ambroise Vollard le hizo este encargo a Chagall, que retrata la sociedad rural rusa con figuras y tipos descritos detalladamente. La exposición incluye 15 aguafuertes de esta serie en las que el artista evoca la patria rusa e interpreta magistralmente la sátira de Gógol y la descripción de sus inolvidables personajes.