Hasta ahora su trabajo solo ha podido verse de manera fragmentada en las sucesivas muestras singulares que ha ido presentando a lo largo de más de veinte años de trayectoria. En esta ocasión se presentan 56 obras realizadas con diversas técnicas y soportes: pinturas, imágenes digitales y videoinstalaciones; que en su variedad permiten apreciar la dimensión multimedia que caracteriza el arte actual y el conjunto de la obra de Núñez.

De un modo especial destaca la presentación de una obra de nueva producción: una gran videoinstalación consistente en nueve proyecciones, preparada específicamente para esta muestra, y que tiene su mismo título: El fuego de la visión (2015).

La propuesta se articula sobre un eje conceptual y poético que se expresa en el propio título, en el que se sintetizan dos componentes claves para comprender su trabajo: el fuego, imagen de la pasión en la que se desenvuelven las relaciones humanas, cambiantes, dinámicas y, a la vez, atravesadas por la luz más intensa; y la visión de los ojos que cobran vida propia, transposición del flujo que transita de la vida al arte.

En palabras del comisario, José Jiménez, hay de partir de una pregunta: «¿Qué tipo de representaciones de los seres humanos son hoy viables en el universo de las artes plásticas? Hace ya más de un siglo, a partir de las propuestas de las vanguardias artísticas, los modelos tradicionales de representación, figurativos y miméticos, fueron perdiendo validez hasta acabar disolviéndose en la pluralidad y la incertidumbre. Al mismo tiempo, los soportes fotográficos y electrónicos de la imagen fueron abriendo paso, en paralelo, a las figuras del simulacro, imágenes pretendidamente más reales incluso que esa construcción cultural que llamamos realidad. La obra de Núñez nos permite apreciar los nuevos destellos del yo y la singularidad en esta época de agudas transformaciones. Metamorfosis, multiplicidad y reverberación de la imagen, que circula como un cuerpo astral fundiendo lo humano: su rastro, sus huellas, con la tecnología que cada vez habita más dentro de nosotros, ciborgs todos, en último término, querámoslo o no».

Esta muestra se enmarca dentro del trabajo de la Sala Alcalá 31 que durante los últimos años ha consolidado una línea de programación clara: la realización de exposiciones individuales -antológicas, retrospectivas o proyectos específicos- de artistas de media carrera y de determinados creadores consolidados cuya obra no ha recibido todavía el reconocimiento del público.

Marina Núñez fue galardonada en 1992 en una de las primeras convocatorias del programa Circuitos de Artes Plásticas de la Sala de Arte Joven de la Comunidad de Madrid.

  • La muestra ha contado con la participación de Artium (Vitoria), donde podrá verse entre el 3 de junio y el 4 de septiembre de 2016.

Artista y obra

Marina Núñez (Palencia, 1966) reside entre Madrid y Pontevedra, y es profesora en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Vigo. Su obra aborda, con gran originalidad, aspectos característicos de la compleja realidad de nuestro tiempo. Representa seres diferentes, aberrantes, monstruosos, que existen al margen o en contra del canon. Los cuerpos anómalos que pueblan sus cuadros, infografías o vídeos nos hablan de una identidad metamórfica, híbrida, múltiple. Recrea una subjetividad desestabilizada e impura para la que la otredad no es algo ajeno, sino que constituye básicamente al ser humano.