Interpretado por Mìriam Iscla, que da vida a las mujeres de las cinco historias; Sol Picó en representación de todas las mujeres del mundo; y Carmen Conesa, como voz del inconsciente, la obra es un homenaje a todas las luchadoras y mujeres anónimas que fueron represaliadas y condenadas al silencio. La cantante y compositora Maika Makovskifirma es la encargada de la música original.

Solo son mujeres se adentra en la historia de cinco mujeres que vivieron la terrible guerra y sus secuelas. En la obra la realidad y la fantasía se entremezclan para poner sobre las tablas algunas historias que sucedieron en la vida real. Mujeres que pasaron por Las Ventas, Saturrarán, Amorebieta, Les Corts, Valencia, Palma de Mallorca, Sevilla, Málaga, Melilla, Segovia y tantos otros centros penitenciarios exclusivamente femeninos.

Allí iban mujeres que eran esposas, madres, hijas, hermanas, pero también militantes, sindicalistas, guerrilleras y luchadoras incansables por la democracia y por los derechos adquiridos durante la Segunda República. Desde allí hablan las protagonistas que, en palabras de su autora, “aunque es el reflejo de una situación histórica concreta, es un llamamiento universal al reconocimiento a esas centenares de miles de mujeres inmersas en conflictos bélicos de diferentes índoles y en diferentes países que lucharon para crear un mundo mejor y en muchos casos murieron en el intento”.

Derechos perdidos

La República significó para las mujeres la conquista del espacio público: el derecho a voto, la educación y el divorcio son un reflejo de un espíritu liberador que el régimen franquista arrancó de cuajo. Como consecuencia, la represión de la mujer en la dictadura franquista fue por una doble razón: por “rojas” y por liberadas. “El castigo también fue doble”, explica Portaceli: “las mujeres fueron juzgadas y condenadas por tribunales militares por delitos de auxilio, incitación o exaltación a la rebelión”. No se les consideraba presas políticas, eran delincuentes comunes, por lo que no había testimonios de lo que sucedía en las prisiones.

Solo son mujeres forma una especie de díptico con Penal de Ocaña, espectáculo de la compañía Nao d’amores a partir del diario de María Josefa Canellada, adaptado para la escena por Ana Zamora, que estará en el Teatro de La Abadía del 20 de abril al 8 de mayo. Relata la experiencia estremecedora de una estudiante de Filología que decide dedicarse en cuerpo y alma a atender a las víctimas, primero en Madrid, luego en la prisión de Ocaña, que durante la Guerra Civil fue empleada como hospital por el Ejército republicano.

  • De martes a sábado a las 20.30 h. / Domingo a las 19.30 h.
  • 31 de marzo (22.00 h.): Debate sobre la visibilidad de la mujer en la memoria histórica. Participan Carmen Domingo, Almudena Grandes y Carme Portaceli. Presenta y modera Noelia Adánez González.

Protagonistas

Las historias en las que se inspira el montaje están basadas en casos reales de mujeres que sufrieron la violencia y la injusticia del momento: entre ellas, Matilde Landa, militante del Partido Comunista de España y actualmente considerada como uno de los símbolos más significativos del importantísimo movimiento de las mujeres contra la dictadura franquista. Durante la guerra fue destinada a un hospital donde se dedicaba a cuidar niños, a los que además ayudó en su evacuación fuera de España, incluyendo a su propia hija.

En 1939 fue encarcelada en Las Ventas. Allí creó la Oficina de Penadas, un gabinete de asistencia jurídica a las prisioneras, la mayoría analfabetas. Fue procesada por un Consejo de Guerra, pero le conmutaron la pena por influencia de sus hermanos. La trasladaron a Can Sales, en Mallorca, una de las prisiones más terribles. Era la única universitaria y eso la convirtió en un referente moral entre las presas. Intentaron que accediera a bautizarse para utilizarla como modelo de conversión, pero no pudo resistir el chantaje y se suicidó tirándose desde la galería.

Otra de las protagonistas está inspirada en Amparo Barayón. Casada con el escritor Ramón J. Sender, trabajó en organizaciones anarquistas. Era católica, de una familia de derechas de Zamora, vital y con dos hijos. Su marido se alistó en el ejército republicano y partió a la guerra. Cuando se produjo el Golpe de Estado la familia estaba de vacaciones. Su marido huyó a Madrid para refugiarse y le aconsejó que volviera a Zamora con su familia. Allí fue denunciada a las tropas fascistas por su cuñado, que de esa manera se quedó con todas las tierras de la familia. La fusilaron siete meses más tarde delante de la tapia del cementerio de la ciudad.

Tomasa Cuevas ingresó en las Juventudes Comunistas de España a los 14 años. Fue detenida, brutalmente torturada en Vía Layetana y encarcelada en Les Corts. Con la libertad provisional huyó a Francia y después a Praga. Fue la primera en darse cuenta de que en las prisiones de mujeres no había testigos de los crímenes de que se cometían contra ellas, por eso, una vez fuera de la cárcel, se dedicó a recoger testimonios de las presas por muchas de las cárceles de mujeres. Por esta labor fue galardonada con La Creu de Sant Jordi y la Medalla al Mérito. En ambas ocasiones reivindicó la memoria de las mujeres represaliadas.