La selección de muebles metálicos pintados, tan característicos de la obra de Judd, pone de manifiesto la manera que tenía de construir y realizar sus famosas cajas de colores; así, los tornillos vistos, la pintura utilizada también en objetos de producción industrial y el hecho de ser mobiliario de edición ilimitada, no ediciones cerradas, muestra el carácter industrial de sus diseños.

Como él mismo decía, “la configuración y escala del arte no pueden transponerse a los muebles o a la arquitectura. La intención del arte es diferente, el diseño debe ser funcional. Si una silla o un edificio no es funcional, si es sólo arte, es ridículo”.

Por otro lado, los muebles en madera responden a una faceta auténticamente americana del artista, con claras influencias de los muebles folk y a aquellos de las comunidades shaker que se instalaron en los Estados Unidos del siglo XIX. Judd comenzó diseñando estos muebles para uso propio.

El artista fue también un prolífico dibujante y grabador, por eso al mobiliario lo acompañan grabados. Planchas de color donde repite formas y donde el color y la definición de las líneas suponen las única variantes.


Pasión por la arquitectura

Donald Judd (Missouri, 1928- Nueva York, 1994) se licenció en Filosofía por la Universidad de Columbia. En los años 40 comenzó su trayectoria como pintor ligado a la corriente expresionista, para más adelante centrarse en el mundo de la xilografía, evolucionando sus creaciones desde lo figurativo hasta lo abstracto, profundizando en la línea y en la forma concisa y olvidándose del gesto.

Con su obra, Judd buscó siempre la autonomía y la claridad del objeto y del espacio creado por éste. Abandonó la pintura a principios de los años 60 y, especialmente desde 1964, comenzó a realizar un tipo de obra fabricada industrialmente que el propio artista calificaba como ‘objeto específico’, rechazando el término ‘escultura’, por tener reminiscencias historicistas del arte del pasado. Su pasión por la arquitectura, los espacios y cómo vivirlos le llevó también a diseñar los muebles que utilizó para su propio uso y que en la actualidad son un referente en el diseño.

A partir de 1968 estableció su estudio en Nueva York, tras adquirir en el Soho un edificio de hierro fundido diseñado en 1870 por Nicholas Whyte y cuyos cinco pisos fue reformando y decorando a lo largo de los años, en muchas ocasiones mediante la adquisición de obras de otros artistas. Siempre interesado por encontrar un entorno propicio en el que instalar su obra, en 1986 crea la Fundación Chinati en Marfa, Texas, donde se puede ver permanentemente obras de Judd a gran escala en el desierto y en hangares rehabilitados, así como obras de otros artistas coetáneos y amigos de su generación.