La muestra se caracteriza por una presentación peculiar y alternativa de las fotografías. Éstas pierden su individualidad y funcionan como partes de una pieza global, cuya lectura es conjunta, no necesariamente lineal.

Polifonías se presenta como un inventario de los modos en que las fotografías interactúan para construir algo nuevo. La exposición relata también cómo nace esta idea de un tratamiento sintético. Su germen fue una serie temprana –Involución, 1976- que representó una crítica interna de la fotografía.

Los míticos Dípticos, desarrollados entre 1978 y 1985, inician el planteamiento de una dualidad de la que nacerá un significado inédito, diferente de la suma de las partes. El desarrollo de las «polifonías» parte de una discusión de las propias bases del medio, y esa discusión es la que hace crecer la obra hacia territorios que van más allá de lo fotográfico.

Rafael Navarro. Watermark.

Rafael Navarro. El Androbosque. 1986.

El nacimiento de las «polifonías» coincidió con la generalización de desarrollos pictóricos que hablaban de una extensión del cuadro como tal. Los cuatro primeros ensayos de las mismas, tan diferentes uno del otro en apariencia –El Androbosque, La sombra inxtinguible, Ella y Silencio I– funcionan como padres de unas líneas de trabajo que se mantienen y enriquecen hasta ahora mismo.

Construcción de imágenes con imágenes, coreografías de sombras, metamorfosis, objetualización radical. La incorporación del color y de los procedimientos digitales son las últimas etapas de esta evolución.

Rafael Navarro, Premio Aragón Goya 2013, se contó entre los creadores de la Nueva Fotografía española. Pertenece a la generación de Nueva Lente, a la que da nombre una revista nacida en 1971. Desde entonces su trabajo ha sabido mantenerse vivo, respaldado por un inusual nivel de exigencia. Siendo fiel a su medio, cuenta entre quienes abrieron a la fotografía los museos y galerías no específicos.

Una de las constantes en su dilatada obra es la importancia que en ella ejerce su fascinación por la naturaleza; el cuerpo humano libre de los artificios del ropaje, donde un pliegue es otro modo del paisaje o cómo los ciclos y los tiempos se abren camino y dejan su rastro en una piedra o en una masa vegetal.