Comisariada por Gert Jan van der Sman, profesor de la Universidad de Leiden y miembro del Istituto Universitario Olandese di Storia dell’Arte en Florencia, la muestra pone de relieve el legado del artista lombardo y ofrece una idea de la diversidad de las reacciones causadas por su pintura.

En la muestra se exhibe un conjunto de piezas que abarcan el curso de la carrera de Caravaggio, desde el período romano hasta las emotivas pinturas oscuras de sus últimos años, junto a una selección de obras de sus más destacados seguidores en Holanda, Flandes y Francia, como Dirk van Baburen, Hendrick Ter Brugghen, David de Haen y Gerrit van Honthorst, Nicolas Regnier y Louis Finson o Simon Vouet, Claude Vignon, Nicolas Tournier y Valentin de Boulogne.

Dentro del amplio abanico de seguidores de Caravaggio, la muestra se centra en sus admiradores del norte, «uno de los aspectos menos tratados dentro de la obra de Caravaggio», explica Mar Borobia, jefa de Pintura Antigua del Museo Thyssen-Bornemisza, que destaca que aunque se habían dedicado exposiciones a sus seguidores en España e Italia «no se había llamado la atención sobre qué era lo que pasaba con todos esos pintores procedentes de Flandes, Holanda y Francia que formaban una comunidad muy nutrida en Roma». Así, la exposición reúne nombres prácticamente desconocidos para el público español, pero grandes figuras internacionales.

En los Países Bajos, el pintor y escritor Karel van Mander reconoció ya en 1603 la originalidad del maestro. En un apéndice a su Libro de la pintura (1604) hablaba de las «cosas maravillosas» que estaba haciendo Caravaggio en Roma, y elogiaba su destreza para «situarse ante la vida y ajustarse a la naturaleza en todos sus colores». Era a su juicio un ejemplo «que deberían seguir nuestros jóvenes pintores», y así lo hicieron.

En la muestra se puede comprobar la extraordinaria versatilidad del maestro italiano y la rica diversidad de respuestas que provocó su obra pictórica. Una auténtica pasión por la pintura y la ambición de ser a su vez innovadores movieron a todos los artistas representados en la exposición. Entre 1600 y 1630 hubo un animado diálogo artístico que tuvo por fruto brillantes resultados. La muestra se detiene también en el papel de estímulo que desempeñaron los comitentes y coleccionistas.

De las 53 obras expuestas, 12 pertenecen al maestro italiano. «Creemos que es un número importante», subraya Borobia. «En este recorrido tenemos de las primeras obras que se le atribuyen en Roma, que estaban destinadas al comercio de arte», y, trazando la evolución estilística de Caravaggio, cuya oscuridad se iba intensificando a medida que avanzaba su carrera, termina con El martirio de santa Úrsula (1610), su última gran obra, pintada poco antes de su muerte».

Entrada conjunta con el Palacio Real

El Museo Thyssen-Bornemisza ha alcanzado un acuerdo con Patrimonio Nacional para que la muestra De Caravaggio a Bernini. Obras Maestras del Seicento Italiano en las Colecciones Reales, que acoge el Palacio Real, y la celebrada en el Thyssen tengan una entrada conjunta a un precio de 17 euros que permite, además, visitar el resto de exposiciones de ambos centros.