«Sugimoto es conocido por su dominio de la técnica fotográfica», explica el comisario de la muestra, Philip Larratt-Smith. En 1970 se trasladó a Estados Unidos y allí «estudió todos los métodos de Ansel Easton Adams». Artista multidisciplinar, no sólo se ha centrado en la fotografía, campo en el que está considerado como uno de los autores clave de la escena internacional, sino que también se ha introducido en la escultura, la arquitectura, la instalación, la escritura y el teatro.

Su obra, que se encuentra en colecciones como la del Metropolitan Museum y el MoMA de Nueva York, el Smithsonian de Washington o la National Gallery y la Tate Gallery de Londres, contiene una elevada carga conceptual que conduce a la reflexión filosófica, y con la que, además, el artista ha logrado reinterpretar algunos de los géneros más característicos de la tradición fotográfica clásica.

Sugimoto es un maestro artesano que rechaza la tecnología digital en favor de métodos tradicionales. Como él mismo afirma, «creo que la historia de la fotografía ha terminado con la incursión de la fotografía digital. Yo sólo la uso para realizar fotos de familia, nunca para mi trabajo artístico». Esta «combinación de técnica extrema y de concepto es lo que le convierte en un artista único», asegura Larratt-Smith.

El resultado son unas imágenes cargadas de gran belleza visual y un elevado virtuosismo técnico, acentuadas por el uso habitual de grandes formatos. En conjunto, la obra de Hiroshi Sugimoto constituye una profunda meditación en torno a la naturaleza de la percepción, la ilusión, la representación, la vida y la muerte.

«Para los que no conozcan la obra de Sugimoto estamos ante una exposición muy completa y los que ya sabían de él se van a encontrar muchas sorpresas, porque hay obras que se exponen por primera vez en España, donde nunca se han visto sus obras en gran formato».

La muestra se articula en cinco secciones, dedicadas a cinco grandes series del artista, que se encuentran en proceso activo de ejecución. La primera de ellas, Theaters [Cines] (desde 1976), agrupa fotografías tomadas en cines clásicos y autocines, para cuya realización Sugimoto dejó abierto el obturador de una cámara de gran formato durante la proyección en las salas de un largometraje completo: un procedimiento simple pero radical con el que la longitud de la mencionada proyección está determinando el tiempo de exposición de la cámara.

Sobreexposición

Esta deliberada sobreexposición del negativo tiene por resultado la captación de la luz que se acumula en la pantalla de cine durante toda la duración de la película; ello se concreta en un rectángulo blanco, vacío y brillante, rebosante de una luminosidad que puede leerse como representación de la muerte. Y es que Theaters capta con maestría cuán inconmensurables son algunos conceptos relativos al tiempo: la larga duración de la película se comprime en un solo instante, y el caudal acumulado de fugaces imágenes animadas se hace abstracto y al mismo tiempo intensamente concreto. También nos habla del interés de Sugimoto por la arquitectura y los diseños estéticos del pasado.

En segundo lugar, el visitante se encuentra con Lightning Fields (desde 2006), donde aparecen imágenes creadas sin cámara. Sus fotografías registran los efectos que las descargas eléctricas producen en negativos fotográficos. La belleza formal de las figuras a veces sugiere el contorno de un río o el cielo nocturno, pero también se relaciona con la historia de la fotografía abstracta. Esta serie revela la fascinación del artista por la ciencia y los fenómenos de la naturaleza, poniendo en primer plano el vínculo que existe entre la experimentación propia del método científico y los métodos de la temprana fotografía del siglo XIX. En la práctica, el artista recrea esos experimentos en el cuarto oscuro, homenajeando en particular al científico y fotógrafo William Fox Talbot, pionero en la representación fotográfica en negativo-positivo.

Por otro lado, Dioramas (1976-2012) reúne fotografías de tableaux de paisajes prehistóricos tomadas en su mayoría en el Museo de Historia Natural de Nueva York. Son imágenes de animales embalsamados y humanos primitivos que parecen engañosamente reales, con las que el artista logra poner en entredicho nuestra percepción de la realidad y la fiabilidad de la fotografía como prueba; muy buenos ejemplos del interés de Sugimoto por situar al espectador en la frontera entre lo animado y lo inanimado, al dotar a sujetos y paisajes sutilmente extraños a la imaginería contemporánea de una verosimilitud desconcertante.

Entre lo real y lo falsificado

En Seascapes [Paisajes marinos] (desde 1980) se recogen fotografías de paisajes primigenios de mar y cielo que fusionan representación y abstracción, tomadas en diversos lugares del mundo. Pese al efecto romántico y casi místico de las obras, sus títulos son objetivos y documentales, en consonancia con las raíces del artista en el arte conceptual. Según ha expresado él mismo, con estas imágenes quiso captar escenas que un hombre primitivo hubiese podido reconocer, así como reflexionar acerca de lo que nosotros compartimos hoy con aquellas visiones. Así, estas obras son un buen ejemplo del modo en que entiende la cámara fotógrafica: como un aparato dotado de la particular capacidad de representar el sentido del tiempo.

Por último, el visitante se encuentra con Portraits [Retratos] (1994-1999), donde se muestran imágenes de estudio de personalidades históricas moldeadas en cera, pertenecientes al famoso Museo de Madame Tussaud. La pieza principal retrata al rey Enrique VIII con sus seis esposas, pero también incluye figuras políticas y religiosas más recientes como Yasir Arafat o Juan Pablo II. Son obras creadas a partir de montajes muy calculados: en su estudio, Sugimoto colocó las figuras de cera contra un fondo negro para conferirles una apariencia arquetípica y engrandecida.

También utilizó un negativo blanco y negro de gran formato para conseguir una definición en los detalles y los tonos de las fotografías que las equipara con los estándares de los retratos pictóricos históricos. Pese a su acentuado realismo, estos retratos de personajes, que en su mayoría murieron hace tiempo, son imposibles. Esta tensión entre lo falsificado y lo real, lo animado y lo inanimado, la muerte y la vida, es lo que confiere a estas efigies esa peculiar carga siniestra.

Con este proyecto expositivo, Fundación MAPFRE presenta una vez más a uno de los grandes maestros de la fotografía, en la línea de la programación que lleva desarrollando en sus salas desde el año 2009.