Cuando se planteó el tema de Europa «queríamos plantear un proyecto que nos ayudara a conocernos mejor», explica María García Yelo, directora de PHE. Por eso, cuando Fabry y Wills plantearon que «querían enseñar la transformación que supuso la llegada de Thatcher al poder en 1979, desde un punto de vista político, económico y social, hasta la caída del muro de Berlín en 1989 nos pareció una gran idea».

En este tiempo transcurren 10 años caracterizados por la apertura de Europa y por la capacidad de innovación que se tradujo en el desarrollo vertiginoso del sector bancario, pero también por el incremento del desempleo y el desmantelamiento de la URSS. Estos años de transición también marcaron la desaparición definitiva de las fronteras entre la fotografía y las demás manifestaciones artísticas.

«La exposición comienza en Reino Unido, recordando, con las imágenes de Chris Killip o de Graham Smith, una exposición que en los 90 el Museo de Arte Moderno de Nueva York realizó sobre la fotografía inglesa de esta década», explica Alexis Fabry. Estas fotografías remiten a la Inglaterra del norte, una zona que no conoce la prosperidad prometida a las clases medias de la era thatcheriana. El comprometido Smith retrató a sus conocidos en su ciudad natal y reivindica lo documental, convirtiendo lo íntimo en público.

A todo color

Por otro lado, Martin Parr se convirtió en uno de los primeros en haber mostrado en sus imágenes el paso de una economía industrial a una sociedad de servicios, gracias a la práctica que él llamó «documental conceptual», en la que el espectador tiene la impresión de inmiscuirse en la intimidad de las familias o de los grupos que desfilan o posan frente a su lente. «En esta década destaca también la entrada del color, que en Parr aporta un efecto de verdad», asegura María Wills.

¿El color traduce mejor las cosas cotidianas? Esta pregunta fue contestada por Paul Graham y Peter Fraser: el primero, en calidad de documentalista conceptual con su serie The Great North Road (La gran carretera del norte); y el segundo, como pintor de lo cotidiano, con el libro Two Blue Buckets (Dos cubetas azules). Entre 1976 y 1996 nace la escuela de Düsseldorf, formada por un grupo de fotógrafos a partir de las enseñanzas de Bernd y Hilla Becher, sobre las construcciones ruinosas que retratan del paisaje industrial.

Los preceptos de estos profesores (neutralidad emocional y obediencia a la actividad documental) y el dispositivo utilizado (cámara de gran formato y toma frontal) encuentran expresiones distintas entre los alumnos: Candida Höfer, Axel Hütte, Tata Ronkholz, Thomas Ruff, así como Lurenz Berges con sus imágenes de firmas, automóviles y carros de supermercados.

Caída del muro

Con el final de la década y a pesar de la crisis florecen muchas esperanzas, entre las que destacan la caída del muro de Berlín. «Los fotógrafos rusos se caracterizan por su experimentación, con la que querían mostrar la crisis que estaba viviendo la URSS», afirma María Wills. Destaca la figura de Boris Mikhaïlov, que a finales de los 70 había retratado al ‘hombre rojo’, el pueblo que vive al otro lado de lo que fue el muro de Berlín, en Ucrania. A la serie Suzi et cetera (1980), donde el tiempo de antes exhibe su tedio, sucede en 1986 la serie Salt Lake (Lago salado).

Después vino la serie de 1993 At Dusk (Al crepúsculo), impresa en azul y capturada con una cámara panorámica de fabricación local. En este trabajo registra el paso de una humanidad ruinosa por las calles de Kharkov, marginada por la transición en los últimos momentos de la era soviética. Otro autor de este momento es Sergey Chilikov, que retrata a las mujeres de un pueblo en un baldío, al pie de un camión del ejército, que caminan en el lodo de un mundo desmoronándose. El visitante también contará con la mirada de Andrey Chezhin y Vladimir Kupriyanov, que ponen la mirada sobre nuevas preocupaciones en las que el pasado no pasa.