Miró fue especialmente activo en su producción de obra gráfica desde que comenzó a experimentar con las distintas técnicas del grabado en sus primeros años en París. La muestra reúne 25 piezas realizadas entre los años 50 y los 80 que muestran las constantes de su iconografía (constelaciones, mujeres, sol, escalera, pájaros…) así como su variado repertorio técnico, desde la litografía al carborundum junto con técnicas calcográficas, como el aguatinta y el aguafuerte; además se completa con varias pinturas a gouache y óleo, una escultura en bronce, un interesante dibujo a lápiz realizado en el año 1937 y 10 carteles de los muchos que diseñó como forma de colaboración social.

Fue un autor prolífico que desarrolló una obra compleja y diversa a lo largo de su vida. Su larga trayectoria fue plenamente partícipe del desarrollo del arte del siglo XX; influenció y se dejó influenciar por los cambios artísticos y por los acontecimientos sociales y políticos, pero siempre mantuvo una sobria y metódica manera de enfrentarse a la obra de arte. Pintó la realidad tal y como él la percibía, pintó sus alucinaciones, pintó desde el automatismo, pintó sus sueños, la poesía y la música, pintó la violencia, la guerra… y todo ello formó el Miró cuya obra de madurez conforma esta exposición.

La obra gráfica de Miró, sus huellas de tinta, es fundamental para entender su desarrollo artístico pero, sobre todo, para encontrarse con la faceta menos académica del artista que transformó la experimentación con las técnicas de grabado en una forma de libertad.

Poesía y literatura

Dentro de la muestra destaca especialmente su relación con la poesía y la literatura; Miró entendía la pintura y la poesía como la misma cosa, y como resultado de esto llevó a cabo innumerables colaboraciones con poetas y escritores.

Buena parte de la exposición está conformada por obras que nacieron de la literatura, como Lapidari, una poética serie de 11 aguafuertes y 11 aguatintas y aguafuertes que realizó para un proyecto conjunto con el poeta catalán Pere Gimferrer y L’enfance d’Ubu (La infancia de Ubú), la última de las series que el artista realizó en torno al personaje creado a finales del siglo XIX por el dramaturgo Alfred Jarry. Este personaje le obsesionó de tal manera que en 1977 colaboró con la compañía Teatre La Claca en el montaje de la pieza Mori el Merma (Muerte al Merma) que dio vida a los personajes creados previamente por Miró. La creación de los títeres fue filmada por Francesc Catalá Roca, y la película resultante se puede ver también en la exposición.

La exposición está organizada en tres grandes bloques. El primero de ellos, como apertura, supone un breve repaso por el imaginario iconográfico de Joan Miró; el segundo se adentra en su relación con la literatura y, finalmente, la exposición cierra con un bloque de cartelería que son muestra de su compromiso con la sociedad.

“El grabado es para mí una forma de expresión mayor, ha sido un medio de liberación, de expansión y de investigación»

Exposición 'Huellas de tinta. Joan Miró en la Colección Würth'. Foto: Laura Peña.

Exposición ‘Huellas de tinta. Joan Miró en la Colección Würth’. Foto: Laura Peña.

 

Desarrollo de un lenguaje iconográfico. Miró se esforzó por desmarcarse de las corrientes de arte abstracto que tomaron fuerza a partir de los años 30. «Para mí, una forma nunca es algo abstracto; es siempre un signo de algo. Es siempre un hombre, un pájaro o cualquier otra cosa. Para mí, pintar no es nunca la forma por la forma».

A lo largo de los años desarrolló un repertorio iconográfico que se concretó en la representación de animales, astros, objetos y personajes que existen en casi la totalidad de la obra del artista, pero que concentraron el protagonismo absoluto de su imaginario desde los años 40. Esta sala cuenta con 17 obras que muestran algunas de sus formas esenciales: las constelaciones (estrella, sol y luna) fueron una manera de plasmar la noche, lo onírico y la poesía; las mujeres y los signos femeninos (vulvas, pechos) representan la vida, la alegría de vivir; pájaros, flechas y escaleras simbolizan la necesidad de evasión y la búsqueda de libertad. A partir de los 60, las imágenes aceleraron el constante y metódico proceso de sistematización y las líneas de un espeso color negro tomaron el protagonismo de la imagen; esto dotó a las obras de una fuerte densidad expresiva en las que las manchas de colores puros llenaban los vacíos y las intersecciones para equilibrar la composición de las obras.

Miró y la literatura. Durante toda su vida Miró colaboró activamente con los poetas de su círculo ilustrando sus libros y celebrando que los poetas escribieran sobre sus obras. El resultado fue un enorme corpus de obra de libros ilustrados en el que encontramos colaboraciones con algunos de los poetas y escritores más relevantes de nuestro tiempo como Pablo Neruda, Rafael Alberti, Andre Breton, Benjamin Peret, Tristan Tzara o Paul Eluard, en cuyo libro A Toute Épreuve estaba trabajando Miró en 1954, cuando Francesc Català-Roca le fotografió en Paris: dos de estas fotografías forman parte de la exposición, además de dos libros de artista, Lapidari y L’enfance d’Ubu, y otros ejemplos de estas colaboraciones.

Lapidari, llibre de les propietats de les pedresEl proyecto Lapidario, libro de las propiedades de las piedras surgió del poeta catalán Pere Gimferrer, quien había encontrado un tratado anónimo de alquimia escrito en catalán antiguo en el siglo XV en una Feria del Libro en Londres. El texto original describe las propiedades mágicas de 11 piedras preciosas que, como el berilio, la marcasita, el zafiro o el topacio, eran utilizadas durante la Edad Media. Miró interpretó cada piedra en un aguafuerte y un aguatinta que se yuxtaponían en el libro, como si el aguafuerte fuera una referencia a la acción alquímica y el aguatinta a color una referencia a la reacción lograda. El libro fue editado en 1981 por Maeght en una edición limitada e incluía los 11 textos anónimos escritos en catalán del siglo XV y las obras de Miró. La colección cuenta con la serie de obras de Miró completas, así como los textos medievales que forman parte de la exposición.

L’enfance d’UbuEntre el círculo de artistas e intelectuales que rodeó a Miró durante sus años en París era muy celebrada la obra teatral de Alfred Jarry Ubu Roi (Rey Ubú); Miró se acercó a este personaje, un tirano cruel y sanguinario, en diferentes momentos de su vida, pero con una dedicación especial entre 1966 y 1975. Realizó tres series en torno a Ubú a quien recreó como un personaje grotesco y ridículo que identificaba con Franco y la corrupción en el poder. La Colección Würth cuenta con dos litografías creadas en 1971 para Ubu aux Balears (Ubú en Baleares) y prácticamente completa la serie L’enfance d’Ubu (La Infancia de Ubú) editada en 1975.

En 1977 colaboró con una compañía de teatro experimental, Teatre de La Claca, para llevar a escena una adaptación de Ubú que se llamó Mori el Merma (Muerte al Merma), estrenada en 1978. La obra se centró más en la significación y en la plasticidad de las imágenes que en el discurso narrativo y por ello se crearon grandes muñecos que daban vida a los personajes dibujados previamente por Miró. El artista colaboró activamente con los miembros de la compañía en el proceso creativo mientras el proceso era fotografiado y filmado por Català-Roca.

Miró y la poesía. Cuando llegó a vivir a su estudio de la rue Blomet en París se sintió más identificado por los poetas que conocía que por los pintores, y eso puso en marcha amistades que duraron casi toda su vida. En la exposición hay tres piezas que forman parte de estas colaboraciones (además de Lapidari): por un lado la obra de uno de sus amigos de la rue Blomet, Michel Leiris, Bagatelles Végétales (Bagatelas vegetales), un libro de poesía automática publicado en 1956. Por otro lado, una litografía creada para la edición de 1959 de Constelaciones de Andre Breton, que escribió poemas para la célebre serie Constelaciones que Miró había pintado entre 1939 y 1941. Finalmente, otra pequeña obra, Sin título, formó parte del libro El Inocente del escritor y periodista Xavier Domingo, en 1974.

Carteles. En algunos casos éstos fueron el recurso publicitario de sus exposiciones, pero también fueron fruto de su compromiso con los acontecimientos políticos, sociales y culturales que le tocó vivir y de la responsabilidad cívica que, según él, tenía que ser inherente al artista. Miró apoyó de esta manera distintas campañas de instituciones internacionales, como el cartel de la UNESCO para la aprobación de la Convención Internacional de los Derechos Humanos (sometido a votación en 1976), y participó activamente con instituciones culturales.

Exposición 'Huellas de tinta. Joan Miró en la Colección Würth'. Foto: Laura Peña.

Exposición ‘Huellas de tinta. Joan Miró en la Colección Würth’. Foto: Laura Peña.