Comisariada por el propio Aballí y Martina Millà, la muestra incluye una quincena de obras de nueva creación, entre las que destacan cuatro videoinstalaciones, la primera de las cuales abre la exposición con siete proyecciones simultáneas que abordan uno de los temas centrales en la investigación del artista: el tiempo. La documentación en vídeo de una intervención en una obra de Miró, producida con la colaboración de la Fundación Han Nefkens, sirve al artista para abundar en su reflexión sobre la pintura y las artes visuales.

Aballí también ha convertido en obra el proceso de remodelación de las nuevas salas temporales de la Fundació Joan Miró, que se estrenan con esta muestra, y que completan el proyecto de reordenación de los espacios expositivos con motivo de su 40 aniversario. «Mi trabajo se va construyendo siempre a partir del proceso, de repensar continuamente el bagaje anterior, más que de saltos radicales, cortes abruptos o nuevos principios. Pero con el compromiso conmigo mismo de aportar ideas y puntos de vista diferentes en cada revisión», asegura el artista.

Unidad argumental

Aballí define su práctica artística como un bucle constante en torno a sus investigaciones que, en cada iteración, acumula nuevos matices y genera distintas lecturas. Este trabajo ininterrumpido y perseverante de 30 años de trayectoria ha sido merecedor, en 2015, del Premio Joan Miró, una de las distinciones de arte contemporáneo más prestigiosas y mejor dotadas del mundo, que otorgan conjuntamente la Fundació Joan Miró y la Obra Social ”la Caixa”.

La muestra que se deriva de la concesión del premio es fiel a esta concepción: una sucesión de propuestas artísticas que resuenan entre sí para constituir una nueva unidad argumental. En palabras de la comisaria, la muestra presenta al artista como «un descodificador de los mecanismos operativos en los actos de mirar, pintar o representar y descifrar imágenes, así como en el acto de crear ilusiones o emociones plásticas». Un observador analítico de la práctica pictórica que, con este proyecto, parece haber llegado a la conclusión de que «el bucle de la visión y de la creación es un enigma que se reconstruye a sí mismo con cada intento de neutralización tautológica».

Secuencia infinita contiene una selección de piezas que van desde los años 90 hasta la actualidad, subrayando las nuevas líneas de su ambiciosa y a la vez discreta búsqueda. Dejando a un lado el formato de retrospectiva, se plantea como un relato expositivo con momentos y espacios interrelacionados. Una composición que, según Millà, «señala la idea de continuidad infinita y repetición abierta, un tipo de autorreferencia en bucle, como expresa el título de la exposición».

Entre la selección se integran pinturas, dibujos, fotografía, objetos, intervenciones en el espacio, y un total de seis videoinstalaciones repartidas a lo largo del recorrido, que ponen de manifiesto el creciente interés de Aballí por el cine y las técnicas audiovisuales. No en balde la terminología cinematográfica aparece ya en el título de la exposición. Además de esta línea de reflexión en torno a la estructura del cine y el lenguaje audiovisual, otros ejes que vertebran la secuencia de la muestra son, por ejemplo, el enigma del tiempo, su medida y su representación, o los espejismos del color, y la tensión pictórica entre la aparición y la desaparición, la duda y el error, la creación y la anulación.

El tiempo

Secuencia infinita comienza con Tiempo como inactividad, una videoinstalación multipantalla que reflexiona sobre la temporalidad, la representación del tiempo y sus paradojas. Esta línea de investigación central en la trayectoria de Aballí resuena a lo largo de la muestra con piezas compuestas a partir del polvo o con obras planteadas en forma de cronología.

Otra obra audiovisual de nueva creación, Repintar Miró, marca el inicio de la presentación de una serie de trabajos de Aballí con el color, donde se reúnen piezas que tratan, entre otras cosas, del color en la prosa de James Joyce o su uso en los periódicos, trabajos sobre teorías del color, así como un conjunto de tres series que reflexionan sobre la naturaleza del color negro.

La relación entre texto e imagen o, de una forma más amplia, entre distintos lenguajes, ocupa el siguiente ámbito. Con obras como Mil palabras, el artista explora los procesos de descripción, equivalencia y homonimia, así como el encaje imposible y las fisuras que se producen en cualquier trasvase o contacto entre códigos.

La secuencia de la muestra avanza a continuación hacia un espacio dedicado a la invisibilidad, la transparencia y la representación de lo que no podemos ver, otra de las constantes en la obra del artista, que analiza con propuestas de nueva producción, como Intento de reconstrucción (sin gafas), los límites de la visión o los filtros que la mirada impone sobre la realidad.

El recorrido concluye en una sala de proyecciones a modo de multisala que reúne cuatro instalaciones audiovisuales sobre la imposibilidad de controlar mensajes y significados. La publicación que acompaña el proyecto profundiza en las tesis de la muestra con un análisis del crítico de arte Guillaume Désanges, la transcripción de una conversación sobre la lengua museable entre Joana Masó y Arnau Pons, y el texto curatorial de la comisaria Martina Millà.

A partir de la muestra Secuencia infinita, la Fundació Joan Miró despliega un programa de actividades para todos los públicos que incluye un taller dirigido a campamentos de verano, visitas comentadas y visitas dialógicas, un nuevo planteamiento de aproximación participativa a la exposición.