Comisariada por el artista Florencio Galindo y el periodista y poeta Carlos Aganzo, La poética de la libertad se compone de tres muestras que comparten un concepto único, que tiene como objetivo difundir la capacidad del arte como vehículo de libertad y como arma decisiva en la lucha por los derechos humanos individuales y colectivos. Estas tres aproximaciones a la libertad se ubican en distintas áreas de la catedral, materializándose en un montaje expositivo sorprendente.

La primera de las muestras, Cervantes y la libertad, es una ‘mirada intemporal’ que indaga, desde el mundo actual, en la manera en que la libertad constituye un concepto integral en la vida y en la literatura de Cervantes. Para este escritor universal sus años de cautiverio fueron definitivos a la hora de trazar, a través de la escritura, el retrato moral de su época, rompiendo todos los moldes y dando paso con El Quijote al nacimiento de la novela moderna.

Es imposible comprender el canon cervantino sin los conceptos de cautiverio y de libertad, que constituyen la esencia de su obra. La libertad se convierte en Cervantes en la clave de su quehacer artístico, impregna a sus personajes, al propio autor y a los millones de lectores que han seguido sus huellas a través de los siglos. Su visión del hombre y del mundo está presente de manera continua en su reflexión sobre la sociedad y en la práctica literaria: amplia, irónica, tolerante, abierta a las peculiaridades individuales, enemiga de lo dogmático y firme únicamente en la reivindicación de valores como la justicia, la tolerancia, la valentía, el honor y el derecho a soñar.

Cautiverio

En el claustro de la catedral se ubica la segunda parte del proyecto: la instalación S.A.C.R.E.D. de Ai Weiwei. Como transición entre estas dos exposiciones, el visitante encuentra la obra El laberinto del dictador, de Florencio Galindo. Ai Weiwei se erige como símbolo del artista comprometido con la libertad de expresión en el siglo XXI. Su posicionamiento confiere total sentido a la narración expositiva y personifica la fuerza de un creador contemporáneo que propicia, con su obra, su actitud personal y su posición activa frente a la injusticia y la opresión, un cambio social a través del arte.

S.A.C.R.E.D. es la interpretación y representación de su propia experiencia vital, de manera realista y, al mismo tiempo, profundamente lírica, de los momentos más dolorosos e íntimos de su cautiverio en China, y subraya el atentado implacable a la dignidad personal y a la libertad que él, como tantos otros, ha sufrido y sigue sufriendo a manos de las autoridades chinas y en otros países del mundo donde no existe la libertad de expresión.

La instalación incluye seis partes que comprenden momentos de sus 81 días de encarcelamiento: Cena, Acusadores, Limpieza, Ritual, Entropía y Duda, cada una de ellas presenta seis grandes cajas de hierro con pequeñas aberturas, a través de las que el espectador se asoma a los dioramas presentes en su interior. Cada uno incluye una serie de modelos hiperrealistas que representan al artista y a sus captores. Es la primera vez que esta instalación se muestra en España, gracias a la colaboración con el Ai Weiwei Studio y la Lisson Gallery de Londres.

Liberación

Por último, Alta expresión, complementa y a la vez da sentido unitario a las dos muestras anteriores. Se trata de una exposición que configura la ‘mirada cercana’, la más próxima a la actualidad en el espacio y en el tiempo, y está concebida como un ejercicio de carácter colectivo en el que se exponen obras de Martín Chirino, Francisco Farreras, Luis Feito y Rafael Canogar, figuras esenciales del informalismo español, intercaladas con fotografías de Juan Barte.

El visitante puede contemplar las obras, bocetos, ideas y procesos intermedios de creación de estos artistas, que lucharon por romper el cautiverio ético e intelectual de una época que, después de ellos, ya no volvió a ser la misma en el territorio del arte. Al término de la vanguardia histórica, cuando el arte abstracto se extiende en todo el mundo, en el arte español se había instalado una autarquía que atenazaba la creación artística y, al mismo tiempo, la mantenía aislada de las grandes corrientes internacionales.

El régimen de Franco fue beligerante con aquellas manifestaciones estéticas y artísticas que hablaban, en un lenguaje críptico, desconocido y subversivo, de un concepto prohibido: la libertad. La propuesta sobre la que estos pintores y escultores desarrollaron su visión del arte y el uso de los materiales pasó con cierta facilidad las barreras de la censura, pero resultó altamente ofensiva para algunas instituciones académicas, que abogaban por un arte nacional que exaltara los valores tradicionales frente al contacto con el arte del exterior. Los trabajos de estos artistas se muestra en diálogo con las fotografías que los retratan en plena acción creativa.