Los cambios económicos, sociales y políticos de la entrada de siglo XX dieron lugar en el campo de la fotografía no solamente al avance técnico y a la difusión de las fotografías en la prensa informativa, sino a la aparición de un nuevo consumidor no profesional, el fotógrafo aficionado.

Procedente de la burguesía y de profesiones liberales como el pequeño comercio, tendrá su apogeo en nuestro país, y concretamente en Huesca, en el primer tercio del siglo XX. En este círculo de los aficionados el salonismo estará muy presente en concursos, tertulias y exposiciones colectivas, dando lugar a agrupaciones fotográficas o relacionadas con el fomento del turismo, como es el caso de Turismo del Altoaragón, que utilizarán la fotografía como material gráfico en revistas, postales y muestras encaminadas a la difusión y conocimiento de la riqueza y bellezas de la tierra.

Simpática competencia

«Los fotógrafos se trasladaban de aquí para allá con el trípode bajo el brazo embriagados por el vértigo de las instantáneas, procurando en una simpática competencia de amateurs que nadie aprovechara el descubrimiento de un efecto encontrado después de no pocas cavilaciones».

(Ramon J. Sender, ‘Peregrinación artística a Alquézar’, La Tierra, Huesca, 26 de mayo de 1922)

 

Más allá de la afición descubre la práctica fotográfica del amateur de principios del siglo XX. En este caso Nicolás y Elías Viñuales, dos hermanos activos en la vida social y cultural de Huesca que asumen desde su mirada personal y en diferentes épocas, diversas funciones de la fotografía que en ocasiones son competencia o lo serán del trabajo de los fotógrafos profesionales.

Su percepción del medio será dual: por un lado la fotografía será el mejor instrumento para plasmar una sociedad que desaparece ante la modernidad, inmortalizando los rincones y la vida cotidiana, y por otro lado se recreará la realidad utilizando el lenguaje del retrato de los fotógrafos profesionales o componiendo escenas como estampas y cuadros costumbristas, aunque mirando a través de su cámara de manera distinta a los registros conservados del siglo XIX. Encorsetados al principio en el lenguaje pictórico y en el de la estampa, irán dando paso a una comunicación más directa propia de la instantaneidad.

La exposición pretende poner de relieve el valor patrimonial de las fotografías, tanto desde el punto de vista estético como documental. Incluye diferentes ámbitos –En el huerto, Escenas en el campo, Huesca en movimiento, Paisaje, Hechos de actualidad, Monumental y pintoresco y Viajes- que recogen los distintos géneros y funciones que Nicolás y Elías le confieren al medio fotográfico, con el fin de entender la dimensión y motivación de su producción, encaminada en algunos casos a los encargos concretos tanto de patrimonio, retratos o hechos de actualidad. Todo ello a partir de las matrices negativas o de los positivos conservados, copias de época, material de laboratorio, publicaciones y documentación, contextualizando la vida y actividad de estos fotógrafos en el panorama de la ciudad de Huesca.

La muestra presenta de manera global la producción de ambos hermanos unificándo por primera vez la fotografías de los tres propietarios del fondo, el Ayuntamiento de Huesca, la Diputación Provincial de Huesca y la familia Villanueva-Loscertales. Se acompaña de una publicación que incluye reproducciones de las fotografías expuestas y textos de Bernardo Riego, José de la Gándara, y de las comisarias, Obarra Nagore y Mª Fernanda Gómez.

Dos hermanos muy activos

Nicolás Viñuales (1881-1927)

Nicolás estuvo muy vinculado a la ciudad de Huesca desde su posición de industrial y tomó posesión de varias concejalías por el Partido Liberal en su Ayuntamiento. En este ámbito destacaron sus propuestas en pro del arbolado y la repoblación de San Jorge. Fue una persona muy activa y su presencia fue constante en todo tipo de actos y en las diferentes sociedades a las que perteneció, como la Unión Deportiva Oscense, la Real Sociedad Fotográfica de Zaragoza o el Círculo Oscense.

Junto a sus amigos Rodolfo Albasini, Vicente Cajal, Feliciano Llanas y Ricardo del Arco formará parte de la llamada generación de 1912, que será el núcleo de una sociedad, Turismo del Alto Aragón, cuyo fin era divulgar las bellezas naturales y arqueológicas de la provincia de Huesca.

A la afición a la jardinería, heredada de su padre, debemos añadir el gusto por los viajes y a la fotografía. Apasionado por el retrato, utilizó como escenario el huerto y el campo de las cercanías de la ciudad y plasmó a la sociedad oscense del momento en su disfrute de las nuevas tecnologías y las nuevas modas. Registró la ciudad y los hechos de actualidad que en ella sucedían, como las fiestas del Árbol y de la Aviación o el II Congreso de Historia, sin olvidar la realidad cotidiana de su entorno más próximo, como los mercados y las ferias de ganado, las romerías, el trabajo en el campo o los paisajes de los alrededores.

Fue proveedor de material gráfico para el periódico local El Diario de Huesca y para publicaciones de profesores, historiadores y eruditos como Luis Mur Ventura, Ricardo del Arco o Luciano Labastida. Su presencia en exposiciones y salones de fotografía tendrá su recompensa con la obtención en 1924 del primer premio de la Real Sociedad Fotográfica de Zaragoza. Murió a los 45 años, dejando un legado fotográfico que seguiría cultivando su hermano Elías.

Elías Viñuales (1892-1940)

Elías, el menor de los hermanos, compartió durante su infancia y su juventud la compañía, las aficiones y las amistades de Nicolás. Cursó estudios de grado superior en la Escuela Normal de Magisterio, donde destacó en la asignatura de Francés, y en 1913 decidió, probablemente por su espíritu animoso, irse a vivir a Francia, buscando una manera de ganarse la vida ajena al comercio familiar. Vivió en Burdeos y en París, de donde regresó en 1927, junto con su mujer, Juana Chabot, para hacerse cargo del negocio Ultramarinos Viñuales con motivo de la enfermedad de su hermano.

Además de ser miembro de Turismo del Alto Aragón y del Sindicato de Iniciativa y Propaganda de Aragón, perteneció al Touring Club de Francia. Su activismo en estas agrupaciones le llevó a ejercer un gran protagonismo en asambleas de turismo celebradas a ambos lados del Pirineo. De hecho fue condecorado con la prestigiosa distinción de las Palmas Académicas por sus servicios en pro de la aproximación del Bearne y Aragón.

Su afición a la fotografía debió de nacer de la mano de Nicolás, al igual que su gusto por los deportes de motor. Realizó largos reportajes de un mismo hecho como si de un fotoperiodista profesional se tratara y registró todo tipo de acontecimientos: carreras, encuentros de esquiadores, partidos de fútbol, vuelos, romerías, ferias, procesiones, inauguraciones de monumentos y carreteras… Su vinculación con el mundo del periodismo y con figuras como Luis Mur Ventura o Ricardo del Arco hará que de manera ocasional también sea proveedor de material gráfico, tanto suyo como de su hermano.

Fotografió sus viajes, la ciudad, los paisajes de la provincia y a sus amigos y familiares repitiendo escenarios, poses y recursos utilizados por Nicolás. Destacan sus tomas cenitales, en las que se manifiestan la instantaneidad y la objetividad del hecho fotográfico propio de un nuevo tiempo.