La función por hacer. Foto: Emilio Gómez.

La función por hacer. Foto: Emilio Gómez.

Este espectáculo, que significó el gran salto de Miguel del Arco como director y recreador de grandes textos, es una adaptación libre de Seis personajes en busca de autor de Luigi Pirandello.

En La función por hacer los protagonistas de Pirandello irrumpen en la representación de un montaje actual y reclaman con vehemencia su derecho a contar su historia real, para ellos mucho más interesante que la ficción de nuestros escenarios.

«A través de una puesta en escena hiperrealista pretendemos que el público llegue a preguntarse si lo que está viendo es real o no. Que se vea obligado a procesar a toda velocidad la información que recibe para decidir cómo debe actuar, porque sus reacciones y sus emociones serán parte activa del espectáculo. Pretendemos convertir al público, a fin de cuentas, en un personaje más de la función que se desarrolla ante sus ojos a partir de la aparición de los personajes», asegura Del Arco.

Israel Elejalde encabeza un reparto formado por Teresa Hurtado de Ory, Nuria García, Miriam Montilla, Manuela Paso, Daniel Pérez Prada, Raúl Prieto y Cristóbal Suárez, que presentan un teatro sin escenografía, a apenas un palmo de distancia del público, de forma que la verdad de los personajes se confunde con la interpretación de los actores.

Público partícipe

La función por hacer. Foto: Emilio Gómez.

La función por hacer. Foto: Emilio Gómez.

Sobre el escenario comienza una función más en un teatro cualquiera. Dos actores se afanan por contar la historia que les ha sido encomendada. La obra en cuestión no aporta nada nuevo, pero es ágil, incluso graciosa por momentos. Un espectáculo más para entretenerse y después salir del teatro y picar algo en el bar de la esquina sin que el sistema nervioso sufra ninguna alteración.

Pero algo extraño sucede. Cuatro personas aparecen entre el público y se quedan inmóviles observando a los actores, que pierden la concentración necesaria para seguir interpretando. El público también se revuelve. Estos nuevos personajes que permanecen inmóviles junto a los espectadores que han pagado religiosamente su entrada interpelan directamente a los actores y al público.

Intentan captar su atención para contarles, e incluso revivir ante sus ojos, el drama que les ha movido a irrumpir en la sala. Los intérpretes se miran sorprendidos y hacen al público partícipe de su sorpresa: esto que está sucediendo, ¿es parte de la función, es un invento o se trata de una conspiración para reventar el espectáculo? ¿Es esto un acto de terrorismo cultural?

Los personajes aprovechan la confusión para exponer con vehemencia sus razones. Deberían callarse para que los dos actores pudieran proseguir con la función y que en el teatro todo siguiera “como es debido”, pero su historia resulta tan real que no es fácil despegarse de ella. Tan real y tan íntimamente reconocible que resulta obscena. ¿Qué haría el público si se le diera la oportunidad de elegir entre seguir viendo la entretenida e inofensiva función que estaban viendo protegidos por la oscuridad, o escuchar lo que estos nuevos personajes tienen que contar?

  • Tras colgar el cartel de ‘no hay entradas’ durante todo el mes de septiembre, la obra regresa del 31 de octubre al 22 de noviembre.