En el ámbito de la arquitectura y la construcción, el acta de replanteo es el documento oficial que marca el inicio de una obra. Un acuerdo entre las partes (arquitecto, promotor y constructor) que determina el punto de partida en la transformación urbanística de un lugar. En el mejor de los casos, dicho proceso culminará con la finalización de la obra, y por tanto con la funcionalidad exitosa de aquello construido.

De formación arquitecto, Yeregui se centra en las construcciones abandonadas, los territorios baldíos, marginales y sin uso dominados por el cemento. Y lejos de reivindicar las circunstancias socio-económicas que condicionaron su abandono, exhibe la intensidad formal y conceptual del paisaje a medio hacer. Comisariada por David Armengol, la exposición propone un ejercicio de activación de estos paisajes basado en la experiencia directa del artista en dichos entornos.

Una lectura naturalista del lugar abandonado que incluye múltiples capas de significado: desde la potencia estética del deterioro a la condición geopolítica de su declive. Más próximo a las prácticas de land art que dan una visión documental del paisaje, Yeregui utiliza la fotografía y el vídeo siempre desde la carga performativa de la caminata, el recorrido y el reconocimiento físico. De este modo, el tiempo es el auténtico protagonista de su obra.

Desamparo y realidad

A partir de la experiencia en el lugar, la muestra propone siete capítulos autónomos y complementarios. Cinco de ellos se despliegan en la sala de exposiciones, uno en el espacio público y otro a modo de publicación en formato periódico. El recorrido de la exposición se abre con Montones. Arena y Montones. Grava, dos fotografías de gran formato donde se ven dos pequeñas acumulaciones de tierra en los que algunos hierbajos han empezado a crecer sin control sobre el material artificial.

Líneas maestras muestra cuatro vídeos que recuperan una simple acción llevada a cabo por el artista: seguir los bordillos construidos hasta llegar al punto en el que fueron abandonados. Por otro lado, Alzados se erige en binomio escultórico de carácter totémico. Dos monitores muestran el plano fijo de dos edificios abandonados a su suerte en el mismo momento de construcción. Así, el artista reproduce en sala la duplicación que el urbanismo tenía pensado para el espacio real.

El recorrido expositivo culmina con Impasse, una proyección de vídeo que muestra la convivencia pasiva entre el desamparo y la realidad que lo rodea. Situado dentro del espacio abandonado, un nuevo plano fijo muestra lo que hay fuera de sus límites. Además, Acta de replanteo propone una pieza deslocalizada. Se trata de 39 m2, una obra ubicada en los dispositivos de comunicación pública que Tabacalera tiene en la plaza de Embajadores.