El curso natural de las cosas, exposición comisariada por Tania Pardo, hace un recorrido por obras que parten de la naturaleza, ya sea mediante formas orgánicas o construidas con elementos naturales. También reflexiona sobre el color y la forma que reside en el ecosistema. Un catálogo de gestos sen­cillos vinculados directamente a la creación artística y a la construcción de un relato de formas a través de elementos naturales.

Algunos de los artistas que componen esta muestra, como Adolfo Schlosser, herman de vries, Fernando García o Fernando Buenache, han sabido ver en la naturaleza cualidades estructurales para componer y construir unas obras de sutil belleza. Otros han encontrado en las formas orgánicas un culto hacia la regresión y lo natural, como Matthew Ronay y Polly Apfelbaum.

También el equilibrio geométrico y la experiencia vital relacionada con el medio físico pueden apreciarse en las obras de Daniel Steegmann Mangrané, Irene Grau, Federico Guzmán o Francis Alÿs. La artesanía ligada a la plasticidad está presente en la cerámica de Milena Muzquiz, Elena Aiztkoa y Betty Woodman, así como la combinación de elementos orgánicos con los que no los son, en los trabajos de Karin Ruggaber. Por último, la exposición presenta una reflexión sobre la capacidad de contemplación del paisaje en la obra de Nicolás Paris.

Alegría estética

Como explica su comisaria, bajo una rotundidad expresiva concebida desde diferentes planteamientos, hay en todas estas obras algo de alegría estética, de gesto épico y de inocencia infantil que remite a disciplinas tradicionales y a cierto primitivis­mo que las enmarca en un espacio absoluto de libertad atemporal.

También deja un lugar para hablar sobre lo más instintivo y primigenio relacionado con la propia creación ya que, a lo largo de la historia, el hombre ha tomado elementos de la naturaleza –tierra, agua o fuego– para conformar no solo su cotidianidad, sino también aquello a lo que dotó de un carácter mágico, espiritual o artístico.

Para algunos creadores, este aspecto ancestral, emparentado con culturas primitivas, no es en modo alguno accidental, sino una aproximación consciente e intencionada al observar en ellas modelos de comportamientos tanto humanos como estéticos, cargados de cierto simbolismo emparentado con la antropología.