Comisariada por Alejandro Castellote, la muestra reúne más de ochenta obras realizadas entre 1988 y 2015 que acercan al espectador el trabajo del fotógrafo, en el que la mirada como enigma irresoluble constituye una fuente inagotable de investigación. Además de la selección de obra expuesta en su día en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid pueden contemplarse en el museo navarro las piezas creadas entre 2014 y 2015 para el programa curatorial Tender Puentes.

En palabras de Laura Fernández Orgaz, responsable de exposiciones de Fundación Telefónica, «no se trata de una simple exposición de fotografía, es mucho más». El artista explora las posibilidades técnicas y formales del medio, experimentando con otros elementos como «el pan de oro, el betún de Judea, los diferentes papeles de arroz, el hilo…, materiales que tienen que ver más con la pintura e incluso con la artesanía». Con estos materiales redefine los límites entre fotografía y pintura, combinando imagen y texto o proponiendo una experiencia escultórica de la imagen. «Las piezas crean entre ellas una especie de universo que hacen que la exposición se perciba como si fuera una macroinstalación».

El universo de Luis González Palma está formado por constelaciones temáticas que giran alrededor de un obra en un ciclo de permanente ida y retorno, y así es como Alejandro Castellote se ha imaginado el espacio expositivo, dejando a un lado el recorrido cronológico, tan utilizado en las retrospectivas, para optar por otro «en el que se mezclan los periodos para completar esa circularidad. Es ir hacia delante y hacia atrás continuamente, porque el presente se construye a través del pasado», explica el comisario.

La selección recoge los proyectos más significativos del artista, aquellos que «tienen relación con los temas que me interesan: el vacío, el desamor, el desencuentro, la sociedad como fracaso… Todo lleva a una conciencia melancólica que gira alrededor de toda la obra, pero que también busca la belleza, que para mí tiene que ver con el espacio del consuelo, necesario para poder sobrevivir en estos tiempos», apunta González Palma.

Para el artista los grandes temas y preocupaciones del ser humano se repiten a lo largo de la historia, por eso se decanta por aquellos que están ligados «a esas experiencias personales y primarias». Pero lo que prima es la imagen, «no me gusta hablar de fotografía porque lo que me apasiona es la imagen, lo que la imagen puede generar pero principalmente lo que oculta. Siempre he creído que todo lo que está oculto en la imagen es lo que realmente es la obra», concluye.

Toda la obra del fotógrafo constituye una reflexión profunda sobre la mirada, que interroga la historia y la condición humana. Su trabajo se puede dividir en tres etapas creativas. En la primera, que se desarrolla a finales de los años 80, utiliza la fotografía para mostrar una imagen diferente de su país, más profunda e íntima, desde una mirada crítica, a través de retratos frontales de individuos de aspecto maya, con símbolos del imaginario popular y religioso.

En este periodo despliega un lenguaje simbólico e iconográfico con el que explora rastros como el trauma, el sentimiento de pérdida irreparable e irreversible, el dolor, el silencio o símbolos de transgresión, reflejando la violencia que hubo en Guatemala a lo largo de más de cinco siglos. Las fotografías de esta etapa están impresas en superficies no convencionales y tratadas en procesos de recubrimiento y descubrimiento de la imagen, utilizando materiales como el betún, el petróleo y el polvo dorado para alcanzar tonos sepia con el fin de evocar una cierta sensación de antigüedad.

Memorias y abstracción

A partir de los años 90 «se dedica a hablar menos de lo colectivo para centrarse en lo individual. Su obra comienza a concentrarse en la exploración de la memoria y en las obsesiones personales», afirma Castellote. En esta segunda etapa, el artista se centra en el pasado y en temas como la intimidad, la incomunicación, la frustración de la pasión amorosa, la angustia y el deseo insatisfecho.

Bajo el título de Jerarquías de intimidad, González Palma crea las series Conjugación de intimidad (2003), con poemas escritos de Graciela De Oliveira; El Encuentro (2004); El Duelo (2005); La luz de la mente, (2005); La Anunciación (2006-2007) y La Separación (2008), en las que deja de lado el retrato para centrarse en los espacios, objetos, instalaciones, para generar una serie de metáforas: sillas en las que no se puede descansar, objetos que dan la sensación de amenaza, presencias ausentes o escenarios desolados.

En su última etapa experimenta con la abstracción, interviniendo fotografías antiguas y nuevas a través del uso de figuras geométricas y de color que recuerdan al concretismo y neoconcretismo brasileño, como se aprecia en su serie Möbius, en proceso desde 2013. La deconstrucción y desarticulación de las formas, llevada a cabo en distintos formatos y soportes, sirve para explorar la imposibilidad de percibir la realidad, o en su caso una imagen, en toda su completa totalidad.

Entre las obras producidas por González Palma para Tender Puentes se encuentran 17 piezas que se exponen dentro de la serie Möbius. El artista descubrió la Colección del Museo en 2013 y se fijó en unas planchas de Carte de visite sin cortar del fotógrafo André Disderi, en las que se muestra al mismo personaje retratado ocho veces en diferentes poses. Estas piezas, evocaron en el artista la conciencia de que en el retrato «queremos ser percibidos según el concepto que tenemos de nosotros mismos y, en este sentido, somos personas complejas, que nos manifestamos de manera múltiple a través de nuestros gestos y nuestro rostro, lo mismo que los diferentes retratos que aparecían en estas planchas».

Esta exposición ha sido producida por Fundación Telefónica. Las obras que se muestran pertenecen a la colección del Museo Universidad de Navarra y a las galerías Espaivisor de Valencia y Blanca Berlín de Madrid.

Sobre González Palma

Tras finalizar la carrera de Arquitectura, el interés de Luis González Palma por el arte, la pintura y la fotografía le llevaron a formarse más intensamente en estos campos y a entrar en contacto con otros artistas guatemaltecos. En 1987 funda junto a Moisés Barrios la Galería Imaginaria en la ciudad de Antigua Guatemala, una galería que acogió a las voces disidentes del arte de su país.

A finales de los años 90 formó parte del grupo fundador de Colloquia, una iniciativa destinada al debate, la promoción y la difusión del arte contemporáneo en Guatemala. Tras varias estancias en Europa y su regreso a Guatemala en 1998, el artista se traslada en el año 2001 a Córdoba, Argentina, donde comienza a colaborar en varios proyectos con Graciela de Oliveira. Desde sus primeras exposiciones en Centroamérica, EE.UU. y Europa hasta la actualidad, su obra ha sido fundamental para entender la fotografía latinoamericana.

Luis González Palma.