El repaso en profundidad de la obra de artistas de la colección es uno de los objetivos de la Fundació desde sus inicios. Darío Villalba expuso en la Galeria Vandrés de 1972 a 1978, y es en aquel contexto donde conoció a Josep Suñol, quien apoyo y adquirió un número considerable de obras del artista, que hoy pertenecen a la Colección Josep Suñol. Estas obras pueden verse en la exposición, donde entran en dialogo con una selección del fondo del propio artista.

En Resplandor seco se ha reunido una cuidadosa selección que plasma su trayectoria, desde los inicios, donde la experimentación con la fotografía y la pintura era más latente y experimental, hasta su obra más actual, en la que a menudo recompone y revitaliza imágenes del pasado. También están expuestos los “documentos básicos”, una especie de gabinete de curiosidades donde se puede ver la fuente de inspiración fotográfica usada por el artista.

Traspasar estilos

Darío Villalba atesora una trayectoria caracterizada por traspasar estilos y tendencias; ni informalista ni expresionista, ni figurativo ni abstracto, ni Pop-Art ni realismo social. Es un pintor que se define habitualmente como uno de los pioneros en la imbricación entre fotografía y pintura contemporánea, enlazando dos momentos fugaces: el gesto mecánico de la tecnología fotográfica y el trazo intencional de la mano del pintor.

Más allá del informalismo de El Paso y la nueva figuración influenciada por el pop, su aportación fue introducir la imagen como un soporte sobre el que pintar o a partir del cual elaborar sus propuestas, siempre desde una posición ambigua y contradictoria con la cual poder cuestionar la propia historia del arte. A pesar de ésto, Darío Villalba ha confesado reiterada y humildemente su escasa formación como fotógrafo. Él es el autor de muchas de las fotografías utilizadas en sus obras, pero otras proceden, sobre todo en los inicios de su trabajo, de la prensa gráfica, de revistas o archivos antiguos en los que el artista ha rastreado, seleccionado, reencuadrado y yuxtapuesto.

Sus criterios artísticos supusieron un constante y tenso dialogo con las vanguardias internacionales, hecho que le llevó a sentirse exiliado en su propio país. Artista con una codificación singular, no compartía con la generación coetánea a él la visión sobre el pop español puesto que, según su opinión, en España no podía haber pop porque no había sociedad del consumo en los años 60. Su interés recayó en dar respuesta al pop americano, que había visto nacer de cerca mientras estudiaba en Harvard.

Pop soul

La definición que hace Andy Warhol de su obra, calificándola como pop soul, toma fundamento en el foco donde Villalba pone su interés. Le atraen más los habitantes marginales de Nueva York en su desmesura psíquica y biológica que la propia sociedad del consumo. Es a raíz de este viaje a Estados Unidos que Villalba comienza a intuir la posibilidad de hacer un anti-pop art, tal y como escribió en su diario: “Pieles-cristal climatizan al hombre de carne y hueso”, “Órgano y psique se alimentan de plástico y aluminio. Coexistencia”. Estas notas, escritas en 1964, son la antesala de lo que posteriormente se transformaría en la serie Los encapsulados del mismo año. Esta serie fue internacionalmente aclamada, dando pie a la exposición que mostró en la XII Bienal de São Paulo, donde ganó el Premio Internacional de Pintura.

Para la ocasión se ha editado un catálogo con un texto escrito por Arturo Sagastibelza titulado Humildad, y otro que lleva por título Brechas, escrito por Manuel Segade.